Podría caber, en trance de memoria larga, llegarse hasta Manuel Dorrego, “El loco”, y dar cuenta de su fusilamiento sin juicio ni moral, a manos de Juan Lavalle, el 13 de diciembre de 1828, trece días después del golpe unitario contra el coronel --amado por negros, orilleros, pueblo en general-- y del inicio de una de las dictaduras más breves pero cruentas de la historia argentina: la de los llam