La apuesta del gobierno para evitar la devaluación se desmorona semana a semana. La Casa Rosada niega que habrá un ajuste del tipo de cambio pero el mercado se mueve en una dirección exactamente opuesta. Las posiciones de carry trade se siguen desarmando, volvió la euforia por los bonos atados al dólar y mercado presagia cambios cada vez más cantados en el esquema cambiario. Los dólares financieros terminaron el viernes pasado todos arriba de los 1300 pesos.

La estrategia del equipo económico para mantener la estabilidad del dólar oficial estaba basada en tres pilares. El primero era reforzar las reservas internacionales con las divisas de la liquidación de la soja en el segundo trimestre. El segundo era conseguir un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional antes de mitad de año. El tercero era volver a los mercados de deuda en el segundo semestre.

El principal problema que enfrenta el gobierno es que dos de estos tres pilares parecen estar totalmente desarmados. El campo está reticente a vender la cosecha porque cree que es inevitable un ajuste del dólar en los próximos meses. La posibilidad de volver a tomar deuda externa con fondos de inversión global se hace cada vez más difícil con el riesgo país de nuevo en torno de los 800 puntos.

El único pilar que le queda en pie al equipo económico es el del Fondo Monetario Internacional. El Palacio de Hacienda anunció la semana pasada que ingresarán 20 mil millones de dólares y el organismo de crédito ratificó esta cifra para desactivar cualquier rumor. Sin embargo, el anuncio de este préstamo por miles de millones de dólares no tuvo efecto para calmar las expectativas de devaluación.

Los inversores empiezan a especular que estos fondos duraran poco y nada en las reservas internacionales, en la medida que la cuenta corriente sigue siendo deficitaria, que el balance comercial se evapora y que la apreciación real del tipo de cambio genera cada vez más desequilibrios en el frente externo. La intuición del mercado es que el préstamo del FMI no sirve para evitar una devaluación si no está acompañado por el flujo de dólares de la cosecha y la canilla de la deuda externa sigue cerrada.

Cambio de humor

El cambio de humor se puede palpitar en los informes de las consultoras de la city porteña. Un ejemplo es el último informe de 1816. “Hace unas pocas semanas la narrativa del mercado era clara: el crawl del 1 por ciento ayudaría a seguir comprando reservas varios meses más por el incentivo al carry, más allá de los debates de la profesión sobre el tipo de cambio real. Esto ayudaría a al oficialismo a hacer una buena elección y a seguir la baja del riesgo país”.

El documento de 1816 agregó que “en las últimas dos semanas esta narrativa perdió fuerza (el propio Caputo puso en duda el futuro del crawl), lo que llevó al mercado, sin rumbo claro, a desarmar posiciones y al Banco Central a vender divisas en el mercado de cambios por montos inéditos desde la era Macri”. Los inversores dejaron de apostar a los pesos (y la tasa de interés) y la búsqueda de cobertura volvió a ser furor a partir de instrumentos como los dólar linked.

La autoridad monetaria terminó la semana pasada con ventas de casi 200 millones de dólares en un día y aparecen interrogantes por todos los costados. Incluso el acuerdo con el Fondo, más allá de haberse confirmado el monto de 20 mil millones de dólares, no termina de aportar certezas. La letra chica sigue siendo una incógnita y está la duda sobre si los recursos serán de libre disponibilidad. El gobierno no parece tener un plan b y las cosas pueden empiojarse más si empieza a olfatearse que los resultados de la elección de medio término le jugarán en contra.