Dos imágenes, frágiles y abismales como la llama de una vela. En el río Paraná, un pescador vive una pesadilla: un oscuro tornado se viene encima de su botecito. En su casa, un cineasta abre la puerta y se encuentra con un anciano que lo mira en silencio, vacío como quien observa una aparición. La una y la otra, la oscuridad amenazante y el espejismo alucinado, convergen en “Los ríos”, el último documental del cineasta Gustavo Fontán, una obra poética que explora la posibilidad de encontrar belleza en tiempos tempestuosos. El próximo viernes 25 de abril se estrenará en la provincia de Buenos Aires como apertura de la primera edición del Festival Internacional de Cine de Villa Elisa.
“Los ríos” comienza con la más plena oscuridad. Sobre una placa en negro, y el sonido del río Paraná de fondo, se imprime la experiencia que da origen a la película: “Un hombre golpea la puerta de mi casa. Lleva un bastón y una bolsa de compras. Le pregunto qué necesita y me mira como se mira una aparición”. Con estas tres oraciones, que se suceden una detrás de la otra en la pantalla, Fontán narra el descubrimiento de eso que se conoce como “espejismo”, es decir, una imagen enigmática que cautiva no por lo que se observa en la superficie, sino más bien por aquello que se intuye en su interior.
“Ésto me ocurrió durante la pandemia y esa imagen duró muchos años en mi cabeza”, cuenta el director, que recién en 2024, luego de la asunción presidencial de Javier Milei, decidió hacer de los enigmas de esta imagen el eje de su nuevo proyecto documental. “Los contextos de algún modo renuevan los interrogantes de las imágenes, los resignifican. Para mí fue necesario darle un discurso a esta imagen el año pasado, cuando todos quedamos sumidos en una especie de gran interrogante y de gran vacío”, agrega. Pero para afrontar los vacíos de esta imagen de su pasado necesitó de otra aún más lejana, registrada hace más de diez años en el río Paraná durante el rodaje de “El rostro” y narrada por un hombre que observó atónito cómo la oscuridad se le venía encima.
Más oscuro que el cielo
“Hay algo misterioso en la manera en que se van asociando las cosas. La imagen del hombre que tocó a mi puerta, en su repetición, no tiene futuro. Es decir, todavía no habilita el futuro. Lo hace cuando se encuentra con otra cosa. Y, para mí, el segundo paso tuvo lugar cuando se asoció a la voz de ese pescador del Paraná”, afirma el director, que construyó su película a partir de archivos personales, material fílmico rodado para “El rostro” en distintos formatos y registros capturados especialmente para “Los ríos”.
A diferencia de documentales previos como “La terminal” y “El piso del viento”, donde Fontán explora el vínculo de los cuerpos con su entorno, o “La casa” y “El árbol”, en los cuales se observa minuciosamente la transformación de un espacio, “Los ríos” desterritorializa la mirada. La cámara acecha las imágenes de un mundo desprovisto de fronteras espaciales y temporales. Y tanto la corriente del Paraná como el hogar del director existen en su película como los ecos visuales de dos imágenes que persisten únicamente en la opacidad de la memoria.
En el comienzo de “Los ríos”, el pescador Godoy rememora con dificultad la tarde en la que el cielo se le vino encima. “Era una cosa negra que venía de aquel lado”, dice, pero de él se conoce solamente su voz espectral que a lo largo del documental reaparecerá con variaciones, como si fuese un sonido que en cada reverberación regresa transformado. “Las cuatro de la tarde. Cuando yo pasé eran las ocho. Yo pensé que había dormido toda la noche y yo venía al otro día”, dice el hombre, y sumerge al relato en el tiempo trastocado de la evocación. Así, a partir de su voz involuntariamente poética, Fontán moviliza un acto rememorativo que no pretende acceder al pasado como si éste fuese una realidad objetiva sino que busca, como diría el poeta Mario Montalbetti, “re-tomar algo para poder seguir”.
Las puertas de la belleza
Con la oscuridad encima del bote, con el gran vacío ya instalado en el presente, aquello que Fontán busca retomar en las imágenes de “Los ríos” es nada menos que la belleza. “Cuando empecé la película, me dije que lo que vino a decirme el hombre que golpeó a mi puerta es: no te olvides de la belleza. Y este no te olvides de la belleza está dentro de un contexto en el que es fácil ser arrasado”, afirma.
La belleza en “Los ríos” es entendida como problema, como espacio de tensiones, como algo mucho más complejo que la simple prolongación de una idea del bien. Sus imágenes escapan de los clichés, de la seducción publicitaria y los discursos bucólicos. La naturaleza escuece, los pájaros amenazan y el acto de remar en el Paraná está lejos de ser una actividad reconfortante.
“Observar la belleza es un esfuerzo. Hablo de la belleza más profunda. No de la postal, de las imágenes bellas en el sentido de la superficie. Sino, de esa belleza que siempre, de algún modo, tiene un abismo en sí misma”, dice Fontán. Y, junto a Mario Bocchicchio en el montaje y Andrés Perugini en el sonido, construyó su película a partir de una estructura rumiante que gira concéntricamente alrededor de sus imágenes fundantes.
“Los ríos” no pretende cancelar los enigmas que la movilizan, ni ofrecer un acercamiento deductivo a las imágenes. Es en sus abismos donde el cineasta intuye que reside lo bello. Por eso, bajo el pulso constante del Paraná, elabora capas visuales y sonoras que, unas sobre otras, expanden los silencios de las imágenes y multiplican sus sentidos.
La salida de, o la entrada a, esta estructura rumiante la aporta la poesía, de la cual Fontán se sirve para dialogar abiertamente con las imágenes. Al silencio del hombre que golpea a la puerta, el director le responde con los versos de John Alec Baker, Héctor Viel Temperley, Arnaldo Calveyra y Juan L. Ortiz. “Sí el mensaje era no te olvides de la belleza, la poesía fue para mí la respuesta. Es una forma de agradecer profundamente a los poetas que me acompañan siempre y de compartir esto con la gente: cómo la poesía nunca ligeramente, nunca superficialmente, nunca totalmente, sino siempre profundamente, puede hacernos dialogar con las épocas y generar un núcleo vital para el después de la oscuridad”, concluye.
En el marco de un contexto desolador para la producción cinematográfica nacional, “Los ríos” acompañará el nacimiento de un nuevo espacio de encuentro en torno a las imágenes. El próximo viernes 25 de abril, a las 18 horas, será la película de apertura de la primera edición del Festival Internacional de Cine de Villa Elisa. Con entrada libre y gratuita, la función tendrá lugar en la Casa de Cultura de Villa Elisa (Av. Arana 236) y contará con la presencia del director. La programación completa del festival puede consultarse en sus redes sociales (@festivaldecine.villaelisa).