Nunca fui religioso. Pertenecí siempre a la tradición ilustrada de Marx y Lacan y a la controvertida relación de Perón con la Iglesia. Pero desde temprano vi aparecer inexplicablemente la figura del cuerpo de Cristo. Sangraba eternamente y nunca terminaba de morir. La fe poética no es que resucitó sino que no es matable nunca del todo. La emancipación siempre exige lo que no puede ser matado nunca