El pterosaurio del techo
abre sus alas espectrales
para acogernos.
En los termómetros
el mercurio se va
a pique,
forma charcos de plata:
nuestras pistas de patinaje.
El clima del mundo se enfría.
Ya se desplazan los glaciares
camino a Maryland
donde una nieve suave justo
empezó a caer,
y ya tejen bufandas las mujeres
pero no bastarán para abrigarnos
la garganta.
La imprecisión de la nieve en la ventana
es un signo temprano.
Después se multiplicarán los copos,
la casa quedará envuelta
en una sábana densa de nieve
que es como polvo en la nariz,
ceniza en el hogar.
Los niños construirán una casa de nieve
que usarán de escondite.
A los osos les crecen gruesas, negras
franjas de luto,
las zanahorias hurgan hondo.
Me contaron de casas invadidas
con polillas blancas,
vi espejos congelados con mi propio aliento,
que ya no habrá que recubrir.
Tenemos que aprender
las lecciones frías
que aprendieron los dinosaurios:
a helarnos aumentados
en una historia ajena;
a dejar nuestros huesos atrás.
Este poema pertenece al libro Las cinco etapas del duelo, de Linda Pastan, editado por Serapis con traducción y prólogo a cargo de Renata Prati, que se publica en castellano por primera vez. Pastan nació en Nueva York en 1932 y murió en Chevy Chase en 2023. Publicó dieciséis libros de poemas y recibió numerosos premios a lo largo de su carrera: incluso ganó un concurso compitiendo con Sylvia Plath.