Camelot not dead. La mística no se compra. Ni se vende. La mística se tiene o no se tiene. En efecto, Camelot tuvo toda la mística junta y para muestra, un botón: a 15 años del cierre de la famosa comiquería de Buenos Aires, un podcast documental recoge algunos de los misterios y fábulas de ese cierre, que sigue latiendo entre la comunidad otaku, comiquera y pop, sin plegarse en chusmeríos y respetando eso que, aún hoy, irradia electricidad. ¿Dónde está Gerardo? Y la leyenda de Camelot Cómics Store sabe lo que tiene enfrente y lo que allí se divisa, sin exagerar, es un océano de nerdeada.

Entre 1994 y 2010, Camelot condensó los deseos fetichistas más imposibles e hizo carne ese punchline repetido hasta el hartazgo: "Si no lo tenemos, no existe". Como Cemento para los rockeros, como el Luna Park para los amantes del boxeo, como la sede de Washington D.C. del Fondo Monetario Internacional para Luis "Toto" Caputo, hay lugares que dialogan con épocas. Camelot fue la usina replicadora de una movida que apenas estaba configurando su forma. Le metió anabólicos a la llegada del animé. Colaboró con fanzines y programas de radios. Trajo a esta pampa lo mismo que consumían los jóvenes en Japón. Hizo que los argentinos hablaran el mismo idioma que el mundo.

Por eso, y por otra ristra de hitos, el devenir de este comic store sigue reverberando. "Esos lugares, como Camelot, fueron y son tan icónicos que siempre tienen algo nuevo que contar, una nueva forma de verlo, una nueva forma de pensarlo, por eso son eternos", avisa Camilo Genoud, el joven historiador de la Universidad de Buenos Aires detrás de esta empresa. Por estos días, Genoud anda viviendo en Madrid cursando un máster en podcast y audio digital en Valencia.

"Hace poco vi una entrevista vieja a Charly García en la que le preguntaban por el futuro. Charly se toma un segundo y dice 'el futuro está en el pasado'. En términos espirituales, este podcast es una búsqueda hacia nuestro pasado, a una época sin Internet", explica Genoud. Por lo demás, el podcast tiene como excusa buscar a Gerardo Busto, el creador de Camelot, e invitar a los oyentes a zambullirse en un universo tan riquísimo como zigzagueante: el del cosmos geek de los '90 y 2000. "También intento trazar lazos para comprender las diferencias y similitudes entre esa escena y la actual", suma.

Genoud encaró la etapa de investigación cebado por el viejo fuego sagrado de Camelot, que recordaba de publicidades en contratapas de cómics, de las apariciones de Gerardo en televisión y de ese pasillo abarrotado de tanta cosa, tanto chiche, tanto todo. Envalentonado, revisó entrevistas, libros, videos y, desde ahí, saltó a la producción propiamente dicha, juntó a un convoy de voces, e hizo un fuerte trabajo de campo. Hacer un podcast de historia es esculpir un guión.

A lo largo de cinco episodios, ¿Dónde está Gerardo? Y la leyenda de Camelot Cómics Store intenta pintar un lienzo sobre el fandom que cimentó este presente y busca encontrar al mismísimo Gerardo, quien decidió correrse del centro de la escena desde hace años. "Me gustaría llegar al público otaku y a aquellos que no fueron y que no son parte del universo nerd. Ahí es donde entra mi lado de divulgador", informa.

"En la época de esplendor de Camelot, yo era un fanático absoluto de Dragon Ball y compraba todo lo que había. También recuerdo a Baka Shinji y a Rofca Animé, que eran unos grupos de fans que subtitulaban películas y episodios. Les mandabas un mail y te mandaban el catálogo. Seleccionabas lo que querías y un par de semanas después te daban una ubicación, un día y una hora para encontrarse", recuerda. Es que, en rigor, el podcast expande su abrazo a otros vectores de gravitación pop. Qué pasaba cuando todo eso empezaba a pasar.

"Gerardo era alguien muy amable. Vino pocas veces al programa, pero siempre estaba muy dispuesto a ayudar", describe Mariela Carril, la histórica conductora de El Club del Animé, el programa de divulgación otaku de Magic Kids, y una de las voces importantes del podcast. "En algún momento, después del año 2000, con Camelot tuvimos una relación co-dependiente: nos daba insumos y le hacíamos publicidad que redundaba en más ventas para él", identifica Mariela, figura trascendental de la época.

Y en el medio, Gerardo, que se erige como una especie de Indio Solari del fandom nacional, con un presente lleno de incógnitas. ¿Qué fue de su vida después de Camelot? "Cuando decidí encarar este proyecto entendí que más allá de que Camelot fue un lugar muy importante para muchísima gente, hay una barrera que no me corresponde traspasar, que es la de la propia intimidad y la propia decisión de Gerardo de hablar o no", adelanta Genoud, ante la insistencia del periodismo especializado en tener su testimonio. "Para ser sincero, yo creo que se resiste a ser entrevistado simplemente porque no quiere, y creo que nos desacostumbramos a ese tipo de respuestas."

Así las cosas, Alejo Zagalsky, conductor del programa Cosa Ñoña y ex empleado de Camelot, fue uno de los encargados de dibujar una cartografía llena de insights. Dice: "Trabajar en Camelot fue un sueño. Para alguien que iba religiosamente, era estar en Disney, pero tenía un ritmo que era demoledor". ¿Y Gerardo? "Un genio. Se notaba que era un obsesivo del trabajo y que siempre quería ser el frontman, no podía delegar mucho. Creo que Camelot siempre tuvo una mística especial que otras comiquerías no lograron igualar. Entonces, ese vacío, potenciado por ese local y por la desaparición total de Gerardo, fomentan más todavía el aura que hay detrás del cierre."

En ese sentido se pliega Gustavo Gabbrieli, el autor del libro Camelot: Épica de una comiquería, una crónica que plasma algo de la extravagante fauna y del volumen sociológico y cultural del local: "Camelot personificó al mayor exponente y reformador didáctico de la cultura nerd nacional, que al margen de su actividad rigurosamente comercial, también tuvo una gran influencia en la divulgación del género fantástico en todas sus posibles dimensiones y posibilidades".

¿Dónde está Gerardo? Y la leyenda de Camelot Cómics Store se yergue como un podcast independiente y "a pulmón", que contó con la colaboración de un tendal de personajes de la movida, que se irán develando a lo largo de los capítulos. "También tuve la ayuda de varios cosplayers que entrevisté en Anime Con, de trabajadores de comiquerías que hoy están en la Galería Apolo, como Midgar Cómics o La Revistería, y de Mariano Cholakian de La Batea, un podcast dedicado a este universo, quien me proporcionó información fundamental", identifica.

Con apenas unos días publicado, el podcast de Genoud fue recibiendo feedback de diversas personas que vivieron la época de Camelot y le fueron acercando nuevas emociones, historias, datos y mitos. "Cuando uno lanza una producción, es como tirar una botella al mar: sabés dónde empieza pero no dónde termina. Además, recibí mensajes de personas que no sabían nada del tema, que lo escucharon y les encantó", asegura el historiador, quien ya carga con varios podcasts encima, como La grieta son los padres (de la patria), sobre grandes rivalidades políticas; Libres, sobre las independencias latinoamericanas; y Volver a Trelew, a 50 años de la Masacre.

A la sazón, ¿Dónde está Gerardo? Y la leyenda de Camelot Cómics Store es la primera experiencia de la productora Chulengo Media, su proyecto personal. "Desde chico se fue generando en mí una idea de que ese lugar era Disney, que ahí estaba todo. Camelot era El Aleph nerd", revuelve. Y corona: "Una pata fundamental de la leyenda de Camelot tiene que ver con que, más allá de que Gerardo consiguiera todos los materiales habidos y por haber en el planeta, él logró condensar el espíritu de algo que estaba pasando por lo bajo".


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