"Escribir me da felicidad, pero leer me da más porque me aporta cosas que nunca podría haber imaginado por mí mismo." Erri De Luca transmite la serenidad de un monje que no tiene prisa en susurrar palabras en italiano, aunque su única religión sea la literatura. A los 18 años se fue de su Nápoles natal a Roma y empezó a militar en Lotta Continua, una organización de la extrema izquierda. Trabajó como obrero en la industria metalúrgica, fue albañil y durante la guerra de los Balcanes fue conductor de vehículos de apoyo humanitario. El latín fue la primera lengua que aprendió de manera autodidacta; luego se sumarían el ruso, swahili, yidish y hebreo antiguo, del que ha traducido el Éxodo, el Eclesiastés y los libros de Jonás al italiano. El autor de Los peces no cierran los ojos presentará en la Feria del Libro este domingo a las 17.30 L'età sperimentale (La edad experimental), una reflexión sobre la vejez que escribió junto a la francesa Inés de la Fressange.

De Luca, uno de los mejores escritores italianos contemporáneos, ha publicado más de cincuenta obras, entre las que se destacan Aquí no, ahora no, Tú, míoTres caballos, El peso de la mariposa, Los peces no cierran los ojos, La palabra contraria, La natura expuesta y Napátrida, entre otras. Alpinista apasionado, a los 74 años compara ese deporte que practica con la escritura. "Cuando escalo una montaña, tengo una ruta que conozco, una ruta bastante precisa porque sigo un camino por el que ya pasaron otros. Cuando escribo, en cambio, no conozco el recorrido, tengo que inventarlo. Mientras escalo me alejo; con la escritura me voy acercando a las personas y los lugares que estoy relatando." Las manos del escritor agarran piedras imaginarias en el aire y esboza una sonrisa. "No tengo la sensación de estar en peligro; al subir estoy muy tranquilo y concentrado. Escalar montañas es un regalo que me hago a mí mismo."

Escribe a mano todos sus libros; una vez que están corregidos y alcanza la versión final recién entonces los tipea en la computadora. "Escribir a mano significa que voy al mismo ritmo que la narración; la mano no tiene urgencia por captar la frase", explica y aunque se fue de Nápoles porque quería "ser dueño" de su partida, como cuenta en uno de los textos que integran Napátrida, la lengua de sus sentimientos es napolitana. "Mi sistema nervioso es napolitano", confirma De Luca, que vive en la campiña romana, a treinta kilómetros de la capital italiana.

Insiste en la importancia que tiene la lectura, a la que define como una "inmensa cuenca" de la que puede extraer mucha agua. "Yo soy lector del Quijote y leí un poeta turco, Nazim Hikmet, que en uno de sus poemas lo llamó 'caballero invencible de los sedientos'; conectado con el hecho de que el Quijote siempre perdía, me pareció que había una contradicción. Pero es una revelación; es invencible porque el Quijote se levanta y vuelve a luchar después de cada derrota. Esta visión del Quijote me la dio un poeta turco. La chispa de la felicidad me viene más de la lectura que de la escritura."

El apellido Maradona expande sus retinas azules mediterráneas. "Su pie izquierdo fue el más sofisticado instrumento de precisión geométrica y de los malabares del fútbol", escribió De Luca en uno de los textos de Napátrida. "Es algo que escribí por gratitud", reconoce y recuerda el momento en que el jugador argentino llegó al entonces estadio San Paolo, hoy rebautizado como Diego Armando Maradona. "No había partido; era solo una presentación, pero estaba lleno. Maradona agarró la pelota, empezó a hacer jueguitos, gambetas, sus trucos, para agradecer al público. Ese fue el anillo de compromiso entre Napoli y Maradona."

Hay un término ajeno en el diccionario del escritor italiano. "La palabra patria, para los nacidos en la posguerra, está asociada al fascismo y el nacionalismo. Mi padre, mi madre, cuando oían la palabra patria, tenían una reacción negativa, de mucho rechazo. Nunca me gustó la palabra patria", admite. Y destaca: "Mi única patria es la lengua italiana".

Le preocupa "la acumulación de amenazas" a la vida en el planeta por el cambio climático. "El mundo está tan asustado que niega que haya un peligro de avalancha inminente; por eso este es un momento favorable para las derechas, porque por temor a perder, muchos quieren conservar lo poco que tienen o incluso hasta prefieren dar varios pasos hacia atrás. Un personaje como (Donald) Trump es un ogro de una fábula. (Javier) Milei es el ogro que grita en un cuento de hadas", compara De Luca. 

La palabra esperanza significa que estás esperando que algo suceda; te mantiene quieto y tranquilo", cuestiona el escritor italiano y busca un ejemplo para profundizar el asunto. "Me encontré en el Mediterráneo un barco que estaba salvando las vidas de náufragos; madres con niños que eran rescatados. Entonces me pregunté qué era más fuerte que el instinto maternal de proteger a sus hijos. La respuesta es la desesperación de no encontrar que nadie las ayude y buscar la salvación en el mar. La verdadera fuerza motriz del mundo es la desesperación."