Desde su título, I’m sorry alude a la mayor propensión de su protagonista: más que un sincero pedido de disculpas se trata de dejar en claro su posición frente a los demás. “Perdón que piense, actúe y me exprese de manera poco convencional pero así soy yo y además esta es una comedia”, parece querer decir Andrea a cada instante. Y sus gaffes son permanentes. Puede ser explicándole el tamaño de las vaginas a su hija en un restaurante, jugando al poker con su troupe, lidiando con una alarma al equivocarse la contraseña e insultando al resto de la humanidad. Es el día a día de una guionista de comedia, esposa y madre que como acto reflejo tiene la capacidad de incomodar y quebrar las normas morales. El reciente estreno de TBS, que va los martes a la medianoche, ya tiene segunda temporada en camino

Andrea (Andrea Savage) tiene una personalidad inmadura, volcánica, políticamente incorrecta y funciona como el alter ego de la creadora de esta propuesta tan simple como rendidora. Una mujer extrovertida expuesta a situaciones ridículas y reconocibles de la vida hogareña, como si el Según Roxi vernáculo lo hubiesen adaptado para el mercado estadounidense. Con la pequeña diferencia de que esta comedia, empacada en un formato de media hora, más allá de biberones y reuniones de grupos de mamis también hace foco en el trabajo de Andrea. Lo que de un tiempo a esta parte vienen realizando Curb Your Enthusiasm o Louie pero con la pequeña diferencia de que su protagonista es del otro sexo. Es cierto que sus estiletazos son menos agresivos, extremos y reflexivos que los de David y  –el hoy malogrado– CK. No es una Grinch que odia la Navidad; es, en todo caso, una especie singular de pata criolla. “La decisión de hacer pura comedia sin que tenga un tono oscuro fue a consciencia”, planteó Savage. La mujer tiene su encanto y eso mitiga algunos de los momentos más corrosivos. Cuando hace alguna de las suyas o maldice, tiene como respuesta la de dibujar una sonrisa, mientras pincha a su esposo, sus padres y hasta a los compañeritos de jardín de su hija.  

“Tu mamá te hizo un sánguche de caca”, le espeta a un infante que terminará llorando en la salita de preescolar. Esas son la clase de situaciones en las que Andrea desafía los límites de manera absurda. En este sentido, la cámara sigue –y no persigue– a Andrea. La acompaña aunque sin estorbar y con un timing relajado. Los nombres de los episodios también son idicativos de las coordenadas por donde se mueve I’m sorry: “Hija racista”, “Fantasía de divorcio”, “La reina de la fiesta”, “Potes del culo”, por mencionar algunos. Su intención no es la de quebrar códigos de formato o rebusques estéticos como en The Office o The Good Place. Es Andrea y su lengua karateca contra el mundo. La secunda su comprensivo esposo (Tom Everett Scott reaparecido tras That thing you do), su hija Amelia, su hermano y sus padres divorciados. 

Bien podría sumarse éste un nuevo espécimen del subgénero de mujeres–despelote (Inside Amy Schumer, Super Fun Night, Broad City, Bad Judge) que con mayor o menor suerte viene poblando la pantalla chica. Andrea Savage se diferencia de otras damas del humor (llámense Melissa McCarthy, Cameron Díaz o Rebel Wilson) en su intención de mostrar la cocina del trabajo de una humorista. Varios comediantes hacen sus cameos y también cabe destacar el personaje de su “socio creativo” encarnado por Jason Mantzoukas. Desde Seinfeld que los humoristas vienen destripando su filosofía en programas sobre la nada, y Savage aprovecha su turno. La mujer (que antes había actuado en Episodes, Veep, iZombie) es parte del equipo de comediantes del sitio web Funny or Die. Su background es el stand up y aquí cumple varios roles delante y detrás de cámara como actriz, directora, productora y guionista, secundada por otros del club como Will Ferrell, Adam McKay y Andy Samberg. 

Savage dijo que hacer este programa es como correr una maratón, por lo estimulante y tortuoso del proceso. “Realmente me cansaron un poco los estereotipos de madres que veía a medida que me acercaba a los 40 y pensé, “¿Por qué cada mamá tiene que estar casada, ser asexuada, aburrida, o terrible? Yo soy madre, pero también hago muchas otras cosas, y estoy lleno de matices. Tengo historias divertidas que tienen que ver con la crianza pero otros que no tienen nada que ver con ello”, dijo. Muchas de las bases para las historias que se cuenten provienen de anécdotas de su propia vida. ¿Un ejemplo? Enterarse de que la madre de un compañerito tuvo un pasado en la industria pornográfica. Trampolín perfecto para que Andrea se adentre en una misión describiendo agujeros, posiciones con el resto de las madres y la audiencia, claro.