El Louvre permaneció cerrado el lunes por una huelga de sus trabajadores. El cierre refleja una crisis mayor: el museo es emblema del sobreturismo global, un palacio desbordado por su propia fama, en un momento en que destinos como Venecia y la Acrópolis también buscan limitar multitudes. La huelga estalló durante una reunión interna cuando los vigilantes de sala, agentes de boletos y personal de seguridad se negaron a ocupar sus puestos en protesta por las multitudes incontrolables, la falta crónica de personal y condiciones de trabajo “insostenibles”.