Nada le importó al oficialismo y sus aliados para avanzar con la reforma previsional. Más de una hora y media después de iniciada la sesión, el oficialismo tuvo que ceder forzado un cuarto intermedio (125 votos a favor y 111 en contra) en medio del reclamo de toda la oposición para que se suspendiera le sesión debido a la represión que se desataba afuera del Congreso por la Policía de la Ciudad. El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, reunió a los jefes de los bloques y tras un llamado previo a la Casa Rosada prometió que “en media hora se calmarían los enfrentamientos” con el objetivo de regresar al recinto. Fue entonces que desde el Gobierno habilitaron la intervención de los grupos especiales de la Policía Federal y la Gendarmería, que cargaron con más violencia sobre los manifestantes para hacerlos retroceder y disolverlos.

Poco importó lo que sucedía con la represión afuera después que Cambiemos alcanzara el quórum con el respaldo de peronistas dialoguistas para arrancar la sesión con 130 diputados sentados en sus bancas apenas 13 minutos después de las 14, la hora de convocatoria.  

La foto de 11 gobernadores en la presidencia de la Cámara baja, junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, que suplantó a la anunciada y suspendida la rueda de prensa. Los gobernadores peronistas de Córdoba, Tucumán, Chaco, Entre Ríos y Chubut lograron encolumnar a sus legisladores detrás de los compromisos sellados con el Gobierno. Sólo el entusiasta dialoguista salteño, Juan Manuel Urtubey, no pudo disciplinar a toda la tropa. Los misioneros del Frente de la Concordia tuvieron asistencia perfecta pero los santiagueños del Frente Cívico dividieron postura, tres aportaron al quórum oficialista y otros tres no.

La aprobación del cuarto intermedio fue la única que perdió el oficialismo. Antes y después se aferraron a sus bancas y rechazaron todas las propuestas opositoras. El diputado y dirigente metalúrgico Abel Furlán (FpV-PJ) hizo propio el reclamo de la CGT cuando lanzó el paro de 24 horas: convocar la consulta popular sobre la reforma previsional. Nicolás del Caño (FIT-PTS), respaldó la propuesta a viva voz. El reclamo cosechó 112 votos a favor y 133 (Cambiemos y aliados) en contra. La diputada Romina del Pla (FIT-PO) insistió con la misma propuesta al remarcar que el proyecto “afecta a 17 millones de personas, con un Congreso rodeado y en medio de una represión fenomenal”. El nuevo intento perdió 109 a 137 votos. 

El presidente del bloque del FpV-PJ, Agustín Rossi, cuestionó duramente la denuncia penal que realizaron los diputados PRO Nicolás Massot y Silvia Lospennato y su aliada Elisa Carrió contra él y otros diputados por la discusión que se desató dentro del recinto el jueves pasado mientras “se militarizaba el Congreso y se reprimía a la gente y a siete diputados opositores”, con los que “nunca se solidarizaron”. Carrió eligió entonces irse del recinto y generó el reproche de Rossi: “Vos andate tranquila, para qué te queremos hoy. ¡Te hubieses ido cuando eras funcionaria de la dictadura en el Chaco, mientras a nuestros compañeros los mataban en Margarita Belen!”, le gritó. Carrió, en actitud provocadora, le tiraba besitos. 

El neuquino Darío Martínez (FpV-PJ) reclamó salir del Congreso para confirmar la represión. El entrerriano Juan Huss, uno de los agredidos por la Gendarmería la semana pasada, planteó una cuestión de privilegio contra Marcos Peña que trató de “piqueteros” a los diputados opositores. Otros de los agredidos entonces, Horacio Pietragalla, dejó de lado su situación para reclamar la suspensión de la sesión ante la “perplejidad” de ver a las “fuerzas de seguridad cazando gente, como sucedió con la Gendarmería en Esquel que terminó con la muerte de Santiago Maldonado o cuando la Prefectura salió a cazar a miembros de la comunidad mapuche en Villa Mascardi”. 

Con las noticias que llegaban desde la calle sobre la represión, después del cuarto intermedio la oposición volvió a la carga para suspender la sesión en medio de reproches múltiples contra Monzó. Cambiemos y sus aliados volvieron a bloquear el pedido 128 a favor y 114 en contra.  También evitó otro nuevo cuarto intermedio propuesto por Marcos Cleri (FpV-PJ): 131 a 109 y 1 abstención. De nada sirvieron los reclamos de parar la sesión para aplacar la represión en las calles “porque la gente está en riesgo” que hicieron Adrián Grana y Santiago Igon (ambos del FpV-PJ), que también reprochó a los peronistas que sostenían la sesión: “la marchita dice combatiendo al capital y no sacando a los jubilados”. El diputado y secretario de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, llamó a evitar “otra jornada trágica en la Argentina. No se aferren a un triunfo pírrico, no seamos irresponsables. Hagan que la democracia siga existiendo. Los que siempre mueren son de los sectores populares, no derramen más sangre de ellos. Nunca hubo un muerto de la Sociedad Rural ni empresario”.

Carrió volvió al recinto con cambio de vestuario para defender la propuesta oficialista, tirarle en la cara al kirchnerismo que haya vetado el 82 por ciento móvil y acusar a la oposición de golpista. Reconoció que hay “poderes fácticos” que ejercen presiones pero que igual el Parlamento tomó decisiones. “No puede ser que mañana un grupo decida que no funcione la Corte Suprema o el Gobierno. Queremos tratar la ley”, continuó y pidió a Monzó que “corra lista al juez de turno sobre la conspiración” (la denuncia que ella misma realizó). “Perdieron muchachos. No van a recuperar con violencia lo que se perdió en las urnas”, chicaneó.   

José Luis Gioja (FpV-PJ) volvió a pedir la suspensión de la sesión en vísperas del 19 y 20 de diciembre de 2001, “un recuerdo muy caro para la democracia. Murieron ahí más de 30 compañeros y en esta sesión no hubo homenaje a esos mártires. No queremos que vuelva a suceder. Se sucedieron más de 40 oradores de la oposición. Guillermo Carmona y María Emilia Soria  (FpV-PJ) y Leonardo Grosso (Movimiento Evita), reclamaron lo mismo. La massista Graciela Camaño también se sumó al reclamo pero se diferenció. Repudió a los “violentos de adentro y afuera, porque el Estado conspirador mete gente en las marchas, los violentos que manda” y responsabilizó al jefe de Gabinete, a quien definió como “el monje negro”, arrancó la renovadora y agregó que “los que están en la calle no es el kirchnerismo corrupto”, para reclamar el levantamiento de la sesión.

Nada conmovió al oficialismo y sus aliados. Cuando poco más de las 19 horas, cuando Monzó dio por cerrado la lista de oradores de la oposición y abrió el debate de la reforma previsional.