El anuncio del “paro total de actividades” que realizó la Confederación General de Trabajadores (CGT) durante la mañana de ayer representó un dato y un mensaje político contundente contra el ajuste previsional que busca el gobierno nacional. Sin embargo, ese hecho se fue diluyendo durante la tarde de ayer cuando la Unión Tranviarios Automotor (colectiveros) anunció –contradiciendo su postura de la mañana– que no adhería a la medida de fuerza. Las consecuencias de esta decisión comenzarán a sentirse pronto, una vez que se defina la suerte de la reforma previsional, y puede determinar la suerte de sus actual conducción.

Ayer a las nueve comenzaron a llegar al edificio de Azopardo 802 los miembros del Consejo Directivo. Hubo algunas ausencias notorias como los representantes de gremios importantes como la Uocra, UPCN y Obras Sanitarias. Por el contrario sí estuvo presente el secretario de Difusión de UTA, Mario Caligari, quien incluso coordinó con el triunvirato la modalidad de la huelga. Esto es que mantendrían el servicio de colectivos hasta la medianoche para garantizar el regreso de aquellos que participaron de la movilización. Juan Carlos Schmid justificó el paro por “la rebaja” que implica en los haberes de los jubilados y definió al bono como una “burla”. Es más, dijo que el servicio de colectivos continuaba hasta la medianoche para que “trabajadores y manifestantes regresen a sus hogares”.

Sin embargo y casi al mismo tiempo, el titular de UTA, Roberto Fernández mantuvo una reunión con el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, que según dirigentes de la CGT fue allí donde el colectivero acordó dejar sin respaldo al triunvirato en general pero a Schmid en particular. Luego, durante la tarde, la Fernández justificó su retiro de la huelga aduciendo que “la política se discute en el Congreso”.

Fernández y Schmid integran la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) donde el triunviro ocupa la secretaría general. Para colmo, la reiterada ausencia del moyanismo, principal sostén de Schmid, tanto en la marcha del jueves como en la de ayer, lo deja a Schmid en una cuerda floja porque su lugar es disputado por Omar Maturano (La Fraternidad). Pero como en la CGT nada es lineal, Maturano no se plegó al juego de UTA y publicó un comunicado donde su gremio junto a la Unión Ferroviaria que conduce Sergio Sasia y el de Señaleros de Enrique Maigua, reitera el apoyo al paro.

No fue el único triunviro que sufrió la jornada de ayer. Carlos Acuña no pudo contener a su gremio y las estaciones de servicio trabajaron con normalidad y eso en el mundo sindical tiene un significado.

El único integrante de la conducción tripartita que por lo menos reconoció que su federación no estaba de acuerdo con la huelga fue Héctor Daer (sanidad) y ayer se los dijo al resto de los miembros del Consejo Directivo pero les aclaró que respetaba la decisión de la mayoría.

“La importancia de este paro reside en el efecto político que significó su anuncio”, fue el justificativo de los triunviros y avisaron que por eso en esta oportunidad no se hará una evaluación del porcentaje de acatamiento. Incluso aseguraron que el recule de UTA no afectó esta decisión pero está claro que ese efecto político que la CGT buscó imprimirle a la jornada de ayer se diluyó. 

Pero si la actitud de los colectiveros provocó un cimbronazo, las declaraciones de José Luis Lingeri, dirigente de Obras Sanitarias y que se inscribe en el grupo de los gordos, le aportó otro ingrediente al complejo escenario sindical. Lingeri, que en la central obrera ocupa la Secretaría de Acción Social, cuestionó la implementación del paro general y se pronunció por la constitución de una “mesa de sustentabilidad y trabajo” con el Gobierno para analizar la cuestión de los jubilados. Una propuesta acorde a su indisimulable perfil “dialoguista” dentro de la central obrera. 

“No discutimos la legitimidad de la protesta, pero diferimos por completo en cómo exteriorizar los reclamos. Acá se abrió con el Ejecutivo una instancia de diálogo, y la lógica indicaba seguir discutiendo los temas inherentes a la clase pasiva, a través de una mesa de sustentabilidad. No convalidamos que nos empujen a una pelea sin sentido”, aseguró Lingeri y, vale recordarlo, nunca participó de las reuniones del Consejo Directivo de estos últimos días donde se decidió la medida de fuerza.

Hoy, cuando al mediodía finalice el paro comenzará una nueva etapa en la vida del triunvirato de la CGT. Aquellos gremios que en estas últimas jornadas participaron en las marchas y sufrieron la represión querrán hacer valer su activa defensa de los jubilados y beneficiarios de planes sociales. En ese grupo de gremios, el que sobresale por tamaño y potencialidad es la Unión Obrera Metalúrgica de Francisco “Barba” Gutiérrez. Los dialoguistas, donde se puede incorporar al Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) que lidera el taxista Omar Viviani, también querrán ser parte del debate que comenzará en pocas horas más.