Maru (Pilar Gamboa) es una mujer que atraviesa los cuarenta y pico y parece llevar la vida perfecta “de señora” de la high society que siempre soñó: su existencia desde el confort artificial del country en el que vive transcurre entre su rol de esposa, de madre aplicada y de flamante directora de una ONG. Mica (Malena Pichot) también disfruta de su presente, al frente de la peluquería de barrio llena de chismes que siempre deseó y a cargo de dos hijos que en lo único que piensan es en sus carreras universitarias.
Dos vidas paralelas que, sin embargo, ocultan un pasado en común que de repente vuelve para dinamitar esos presentes tan distintos y anhelados: en aquella vida que Maru quiere olvidar y Mica se hace cargo pero dejó atrás, juntas fueron viudas negras. Un “oficio” al que forzadamente deben regresar, para saldar deudas non sanctas. Las consecuencias de tener que regresar obligadamente a aquello que fueron es la trama de Viudas negras, p*tas y chorras, la serie que -desde este viernes 27- TNT estrenará semanalmente los viernes a las 22 y que desde mañana estará disponible en forma completa en Flow.
“Viudas negras es una comedia disparatada, con toques de policial. Es todo eso junto. Tiene una historia policial y tiene lo que se llama humor negro. ¡Risas y misterio!”, grita a los cuatro vientos Pichot, creadora, guionista y coprotagonista de la ficción que contrasta dos mundos opuestos. A su lado, en la nota con Página/12 en la que hablarán de la serie, el trabajo en las plataformas y el ataque gubernamental a la cultura, Gamboa se suma. “Es una serie muy divertida, lo cual no es fácil. Hacer reír es cosa seria”, detalla la otra protagonista de la ficción que cuenta con un gran elenco: Fernanda Callejón, Monna Antonópulos, Marina Bellati, Minerva Casero, Agustina Tremari, Paula Grinszpan, Alan Sabbagh, Julián Lucero, Jerónimo Bosia, Georgina Barbarossa, Pachu Peña , Emilia Mazer, Benjamín Rojas, Julián Kartun y Esteban Prol, entre otros.
-Maru y Mica son dos personajes de orígenes similares pero que eligieron caminos y deseos muy diferentes para transitar la vida. ¿Fue muy complejo trabajar la pareja-despareja?
Pilar Gamboa: -No, complicado no. Desafiante, sí, riesgoso también. Ellas tienen ese pasado en común y después mi personaje se vuelve muy aspiracional, wannabe, como queriendo una vida que niega ese pasado… Ese desafío para mí fue un riesgo interesante.
Malena Pichot: -El personaje tuyo es más complejo que el mío. Es más complejo porque ella tiene que mostrar dos cosas al mismo tiempo, su verdadero ser y la pantalla que está haciendo, lo que le gustaría hacer y no fue. El mío, en cambio, es más una mujer que está como en una crisis de los 40 y que está como con añoranzas del pasado y con ganas más de seguir jodiendo, más lúdica, mientras que el personaje de Pilar hace todo el esfuerzo para intentar ser una señora bien. Y bueno, ahí está lo de la pareja despareja que es divertido.
-¿Cuán importante es el clima de trabajo en el set para hacer reír, más allá del guión y los aspectos técnicos?
P. G.: -A mí me pasa que siempre ella me hizo reír mucho. En serio. Yo consumía Cualca, siempre esa pavada me hizo reír un montón. La pavada lo digo como algo bueno. Hacer reír es cosa seria. Creo que es una buena definición. Es necesario fluir un poco en el set, estar medio permeable y generar un clima de trabajo ameno y Viudas negras tuvo todo eso: fluimos, nos divertimos y el clima de trabajo fue espectacular. No la conocía a Malena, recién tuve contacto una semana antes cuando le toqué timbre en su casa y dije “buenas…” Me acuerdo que pensaba: “¿será muy brava?” Y cuando me abrió la puerta, lo primero que vi fue una puerpera, con un bebé en brazos que me saludó y dije: “la voy a querer” (risas) No hubo decepción. Al contrario.
M. P.: -Charlamos mucho, puchos de por medio, sobre la serie y hubo muy buena onda de entrada. Y en el rodaje se creó un buen clima de trabajo porque los directores lo crearon con alegría y sin tensiones, que es algo muy difícil. Parte de ser un gran director es hacer que el equipo esté contacto y Nano Garay y Coca Novick lo pudieron llevar adelante.
-Aún en tono de comedia negra y agria, Viudas negras se mete de lleno en el contraste social entre la señora de country y la laburante de Flores, que bien forma parte de la realidad argentina. Esas dos argentinas presentes en la serie, respondió más a la funcionalidad del guión o era algo que le interesaba contar?
M. P.: -Las dos cosas. El personaje de Pilar, tan aspiracional y negando su pasado e identidad, medio lagarto de su parte, era interesante de contar. Y no es la única. Y también hay personajes más genuinos. Claramente la serie muestra que hay una clase social más villana que otra. Hay una bajada de línea muy obvia, que sirvió también para la comedia y la historia que queríamos contar. Incluso, hay una situación que está basada en un caso real. No quiero spoilearlo, pero tiene que ver con los barrios privados y con las personas que trabajan en barrios privados y que es algo que fue noticia.
-Ustedes son ciudadanas, mujeres, hermanas, madres, hijas, todo eso y mucho más. Pero, a su vez, tienen una exposición pública y mediática muy grande. En cierta manera, también hay dos Malena y dos Pilar. ¿Cómo manejan su vida pública, profesional, con la íntima?
P. G.: -Yo soy bastante parecida. El yeite es ser uno mismo siempre. Es mucho más fácil ser uno mismo que estar armando dos personalidades. Yo soy re parecida, re.
M. P.: -Yo también soy parecida. Si tenés que construir un personaje, se arma unos bardos grandes en la gente, pero...
P. G.: -Y se nota... Se ve la boligoma, se ven los hilos.
-Viudas negras es una serie que se va a emitir primero en TNT y después va a estar disponible en una plataforma como Flow. Ustedes trabajaron en la vieja tele…
P. G.: -Somos gente grande… (risas)
M. P.: -En el antiguo Canal 9…. (risas)
-¿Cambió mucho a la hora de producir? ¿O lo que cambió es solo el consumo y la distribución del contenido?
P. G.: -Cambió... Creo que lo del formato serie o miniserie es completamente nuevo. Es como algo que ofrece la plataforma en sí misma. Bueno, son ocho capítulos. Eso a mí me resulta muy interesante. Porque es como una especie de mixtura entre la tele y el cine. Y hay ahí como una especie de lugar para entrar e investigar lenguaje, que es mucho menos voraz que una tira de tele, donde hacés un capítulo por día y la temporada dura 334 capítulos. Lo otro era más como una gimnasia del hacer, que también estaba re bueno e interesante y es una pena que ya no exista. Pero creo que este formato de ficción es bastante interesante, sobre todo para el trabajo de investigación previo que uno puede hacer al tener todos los guiones antes de trabajar el personaje.
-¿Cómo atraviesan el ataque del gobierno a entes culturales como el Instituto Nacional de Teatro o el Instituto Nacional de Teatro, o los ataques directos a compañeros y compañeras?
M. P.: -Es preocupante. Es preocupante siempre que haya un desfinanciamiento a la cultura. Es preocupante y triste. Y te da como una incertidumbre de qué va a pasar. Muchos de las personas que ahora están trabajando, haciendo series, como yo, Santiago Korovsky, Martín Piroyansky, aprendimos mucho gracias a la ayuda del Incaa o de la Universidad 3 de Febrero. Hicimos muchas cosas... Esto es un oficio y la única manera de aprender a escribir y a filmar es haciéndolo. Entonces, es una pena pensar cómo van a surgir los que vienen si no está esa ayuda a la cultura. Siempre va a haber cultura, los argentinos nos la vamos a ingeniar para crear. Es una pena que no haya un incentivo desde la Nación.
P. G.: -Yo lo vivo con mucha angustia, obvio. Sobre todo porque hay algo que se nota y que se ve que, que es la de de fomentar la brutalidad y la brutez de las personas. Y hay algo ahí que es triste, que desmorona, que finalmente nos convierte en que si no existe eso, ¿qué? Personas que van a sobrevivir y producir para un sistema completamente injusto. Creer que la cultura es una pérdida de tiempo y de dinero es justamente la otra orilla de lo que pienso. Eso a mí me angustia porque cuando me dicen “agarrá la pala”, digo, “¿pero qué me dicen? Trabajo desde los 19 años agarrando una pala”. O sea, no sé, ¿no te sentaste nunca a ver una película y te conmoviste? ¿No fuiste a ver una obra de teatro y saliste modificado? ¿No leíste una poesía? ¿No leíste un libro? Qué raro que repitas eso. Me cuesta creer que no te pasó nunca nada con algo cultural. No lo creo, y entonces me duele la repetición automática de esa bajada. Igual, siempre va a existir el sótano. Y siempre que hubo una crisis, hubo un under: siempre que hubo una crisis hubo un sótano de gente queriendo prendiéndose fuego de talento y creatividad. ¿En Buenos Aires, con los artistas? Solo van a empoderarnos y a generar gente más inteligente y más sagaz para poder sobrevivir.