Gregor MacGregor nació en una familia que hoy llamaríamos de clase media, en Escocia, en 1786. Mientras miraba el cielo y sus estrellas, soñaba con transformarse en un hombre “importante”, diríamos con luz propia. La muerte de su padre cuando Gregor tenía 16 años, precipitó su ingreso al ejército británico. En una estructura meritocrática, de corte clasista, era difícil “construir” carrera. Pero había un atajo. Con gran esfuerzo familiar se compró el grado de teniente aprovechando que la compra de grados militares era una cuestión habitual en la época.
A partir de allí, Gregor se reafirmó en sus sueños de grandeza. Sin embargo, descubrió que el ascenso al grado de capitán requería cumplir siete años de servicio. ¿Siete años? —se preguntó Gregor—, lo imaginó como una eternidad. En principio, se resignó. Luego de una larguísima noche de borrachera, y cuando el sol lo despertó, la inspiración impactó en el blanco. Debía recurrir al atajo. Efectivamente, el nombramiento podría acelerarse si, dinero mediante, se aceptaba su nombramiento. Por obra del destino conoció a María Bowater, hija de un almirante de la Armada Real con fluidas relaciones familiares con la realeza. Gregor al tiempo, pidió su mano. El casamiento rindió sus frutos. Con escasa edad alcanzó el grado de capitán. Algunos estiman que al valor actual el costo fue de 85.000 euros. Quienes estuvieron bajo su mando en una guarnición de Gibraltar lo recuerdan por su soberbia y su despotismo. En definitiva, un rasgo se destacaba: el culto a la apariencia.
Destinado a Portugal, su comportamiento, considerado por sus superiores como el de un inútil, llevó a que fuera desplazado de su cargo y retirado del Ejército. Ya sin el sustento económico de su esposa, que había fallecido, para Gregor era empezar de cero. El destino lo cruzó con Francisco de Miranda, líder rebelde venezolano. Le ofreció sus servicios militares y, aceptado, partió para América. Al poco tiempo de llegar, el amor le devolvió su grandeza. Se casó con Josefa Aristeguieta, prima de Simón Bolívar, fue nombrado general de Brigada,
La guerra con la Corona española iba de mal en peor. Capturado Miranda, Bolívar decidió replegarse hacia la Isla de Curaçao. Al tiempo, Bolívar recobra fuerzas, pero nuevamente debió retroceder. Allí, MacGregor logró retirarse exitosamente pese a la fortaleza de las tropas españolas. Le fue ordenado que capturara algún puerto en Florida, todavía posesión española. MacGregor capturó Amélia, una pequeña isla, custodiada por una pequeña guarnición española. Poco duró. Tropas españolas contraatacaron, y McGregor decidió huir y abandonar a su tropa. Esta cobardía y otras posteriores provocaron la ira de Bolívar, que ordenó su inmediata vuelta a Venezuela. Acusado de traidor, MacGregor huyó a Centroamérica y allí consumó lo que se considera la estafa más grande de la historia.
Establecido en la costa de Los Mosquitos, adquirió un pequeño pedazo de tierra. Allí, nuestro personaje vio la oportunidad. Creó un país, Poyais, y una capital, San José. La tierra era tan generosa que, según la imaginación de Poyais, rendía tres cosechas de maíz por año. Abundante en oro, poseía un teatro, catedral, mansiones, que la constituían en una de las ciudades más prósperas de América. Incluso poseía su propia moneda, el “dólar poyais”. MacGregor hasta mandó a escribir “Sketch of the Mosquito Coast, including the territory of Poyais", con la autoría de Thomas Strangewaid. El libro describe las infinitas riquezas y oportunidades de Poyais. Con el libro bajo el brazo, recorrió Inglaterra y Escocia, contrajo empréstitos y concesiones, como títulos de propiedad, a futuros colonos. Ofreció títulos de deuda pública de Poyais, cuya rentabilidad prometía ser mayor al seis por ciento. El reaseguro de cobro eran las presuntas riquezas en oro de Poyais.
Cuando los colonos llegaron la sorpresa e indignación fue absoluta. Poyais no existía, excepto en la fantasía embaucadora de MacGregor. Sólo era un territorio inhabitable, plagado de mosquitos y alimañas. Los sobrevivientes de la estafa, al tiempo, denunciaron a MacGregor. Sin embargo, nunca recuperaron sus ahorros, y aunque sufrió alguna detención, nuestro personaje salió indemne de la brutal estafa.
¿Sucederá lo mismo en la Argentina, donde insisten en vendernos un país cuyos atributos no existen en la realidad?
El gran fraude es sostener que la profundización de la motosierra sobre el frente fiscal permitirá, vía el respectivo superávit, mantener a raya la tasa de inflación y con ello un “orden macroeconómico”.
Este “orden” será la antesala de cómo vendía MacGregor las presuntas riquezas de Poyais. El Instituto Argentino de Analisis Fiscal señala: “Del análisis de la ejecución presupuestaria base-caja del Sector Público Nacional no financiero del mes de mayo de 2025 surge que los ingresos totales tuvieron una variación real interanual negativa del catorce por ciento. Esto obedece a que los ingresos tributarios cayeron en términos reales un 14,5 por ciento (interanual y descenso de los ingresos no tributarios de seis por ciento real interanual). Esta caída de la recaudación, se 'compensará' con una caída en las erogaciones públicas, es decir, más motosierra. Alfredo Zaiat define al frente fiscal como una ficción. Dice: 'Es un superávit fiscal inconsistente por la represión en el gasto público, con escasas posibilidades de mantenerlo'”. (“¿Existe el Orden macroeconómico de Milei?”, 22/6/25).
Esta política comienza a impactar sobre el empleo y el consumo. Según el informe Indec “Mercado de Trabajo, Tasas e Indicadores Socioeconómicos, (EPH), primer trimestre de 2025", la desocupación es del 7,9 por ciento, llegando al 9,7 en el Gran Buenos Aires. Según la última encuesta de la Unión Industrial Argentina el 33 por ciento de las empresas industriales del pais reportan una caida en su produccion en el segundo trimestre 2025 en comparación con el primer trimestre del año. El monitor de Desempeño Industrial que anticipa la evolución de la actividad industrial marca la duodécima lectura consecutiva negativa. En ventas, el 41,3 por ciento de las empresas informó bajas y apenas el 24,9 reportó aumentos.
El consumo muestra un comportamiento que no repunta en la base social. Muestra una economía dual. Mientras el cincuenta por ciento de los hogares no llega a fin de mes, 6,7 millones de argentinos salieron del país entre enero a mayo. Según el Indec, “Balanza de Pagos, Posición de Inversión Internacional y Deuda Externa, primer trimestre de 2025“, el saldo deficitario de viajes fue de 3464 millones de dólares para el primer trimestre de 2025”. País para pocos. Con una inflación sostenida a “martillazos” del dólar barato y politica recesiva (salarios que no recuperan poder adquisitivo, desocupacion en alza).
Los once meses consecutivos de déficit de cuenta corriente, con un registro negativo de 5191 millones de dólares en el primer trimestre de 2025 obligan a un endeudamiento a tasas impagables, que delinean un final doloroso. El vencimiento de títulos de deuda pública alcanzó hacia finales de junio 2025, para su renovación, plazos cortos y una tasa de interes sustancialmente más alta. La recomendación de JP Morgan en su informe “Tomándose un respiro” (27/6/2025) de salir del carry trade, es decir salir del peso y pasarse al dólar pone en discusión la viabilidad del esquema económico de Milei.
Frente a este panorama complejo, algunos mandriles malintencionados dicen que vieron a Gregor MacGregor caminando por la Rosada. Pero ya se sabe que Poyais no existió. La clave es darse cuenta a tiempo.