Elroy and the aliens
Hubo un período de gloria para las aventuras gráficas de PC (eso que hoy llamamos "point and click", encarnado magistralmente por la saga Monkey Island). Un período al que se lo comió la evolución de la jugabilidad y la capacidad de procesamiento de las máquinas. Pero, como todo vuelve, hoy hay una movida fuerte por revisitar ese tipo de juegos. Y Elroy and the Aliens es un gran exponente de esta onda retro.
Concretamente, la gente eslovena de Motiviti homenajea con esta aventura gráfica a la producción noventosa de LucasArts. Tanto mira los '90 que hasta la historia misma está ubicada en una versión alternativa de ese período. Obviamente, lo hace primero con una buena lavada de cara estética (los dibujos a mano emulan la simpatía de LucasArts, pero son muy superadores en términos técnicos). También se recupera el humor absurdo y "cósmico" de Maniac Mansion y sus creadores vuelven a las bases: contar una buena historia mientras el jugador resuelve acertijos e interactúa con PNJ.
Elroy and the Aliens, que ganó como "indie del año" en la convención de videojuegos de su país, mezcla también elementos de Indiana Jones, StarGate y los Goonies, y sus creadores señalan la obvia influencia de las novelas de Terry Pratchett. Aquí seguimos los pasos de Elroy, un inventor más bien torpe, hijo de un legendario arqueólogo perdido, que termina enredado con una periodista en una búsqueda por la galaxia de su progenitor desaparecido.
En el proceso –delirante, claro– aparecen personajes entrañables. Especialmente alienígenas de todo tenor que están muy bien definidos como personajes, que ofrecen interacciones graciosas y que tienen total sentido, al menos dentro del particular universo de Elroy. Los puzles no son especialmente difíciles, aunque en ocasiones la onda "alienígena" y "delirante" los corre un poco más lejos de lo razonable, pero el foco puesto en la historia garantiza un buen rato.
Into the Dead: Our Darkest Days
Un título que confirma el buen momento que disfrutan los fanáticos de los juegos de supervivencia. El post apocalipsis es un momento rico para que los desarrolladores busquen nuevas vueltas de rosca, y en este caso el estudio neocelandés PikPok apuesta por una mezcla de simulador de gestión y survival. Por momentos, Into the Dead: Our Darkest Days tiene algunos aires a Fallout Shelter en su premisa: ir juntando recursos mientras se gestionan hasta los tiempos de descanso de los supervivientes. Pero, en rigor, los oceánicos proponen un tono lejísimos del humor negro de Fallout, y unos gráficos bastante superadores. Lo que se echa en falta es cierta originalidad en su escenografía, que es muy del medio-oeste norteamericano, cuando por sus orígenes podría ofrecer algo distinto, menos estandarizado. Así todo, la idea de peligro, de recursos que se agotan y refugios que dejan de serlo está bien resuelta y ofrece una buena experiencia, con personajes cuyas virtudes y defectos abren distintas posibilidades de exploración y solución de los problemas.
Nosebound
Otra aventura gráfica, pero argenta. Si algo puede superar las limitaciones técnicas de un videojuego es una buena investigación policial o, mejor dicho, de detectives privados, pues el Ray Hammonds al que encarnamos es eso, además de un homenaje a Raymond Chandler y Danshiel Hammet. A eso apuesta Nosebound (hay un juego de palabritas ahí con "nauseabundo", porque todo apesta en la ciudad y el entorno del borracho perdido que interpretamos). Un amigo desaparecido –y en peligro de muerte, junto a su novia–, un culto satánico, demasiadas cosas que no cierran y la angustia del protagonista pidiendo soluciones. Todo eso no convierte a Nosebound en el juego más original de la cuadra –no deja de ser un point and click clasicón con estética noir– pero conforma un combo lo suficientemente atractivo como para sobreponerse a las limitaciones que trae en el apartado técnico, como los movimientos algo aparatosos del personaje al recorrer cada escenario o el misterio de por qué siendo un juego argentino las palabras en castellano no tienen las tildes que corresponden.
Steel Seed
Mezcla de juego de sigilo y plataformero 3D con algunos mínimos elementos rogue-like, Steel Seed llama la atención por su ambientación futurista. La historia está un pelín trillada: otra vez encontrar un coso que salvará a la humanidad en esta distopía robótica, con la única motivación de seguir la pista del padre de la protagonista. Pero el juego sobrevive a esa premisa perfectamente. El mundo que propone es grande, aunque no necesariamente abierto, hay variedad de escenarios y aunque los enemigos a enfrentar son relativamente pocos y el combate cuerpo a cuerpo es una opción, también es limitado. Eso sí: te mandan al cajón de dos sopapos, así que aunque es técnicamente posible andar despanzurrando cables positrónicos de los T1000 que nos buscan a cuchillazo limpio, también es mejor limpiárselos uno a uno por sorpresa o, mejor aún, esquivarlos. En lo gráfico es lindo, está bien resuelto –especialmente para un indie–, pero donde destaca es en su jugabilidad, donde claramente ESDigital y Storm in a Teacup pusieron sus esfuerzos.