"Exorcismo: El ritual": El clon sin alma de un clásico

Exorcismo: El ritual 4 puntos

The Ritual, Estados Unidos/India, 2025

Dirección: David Midell

Guion: Enrico Natale y David Midell

Duración: 98 minutos

Intérpretes: Dan Stevens, Al Pacino, Ashley Greene, Abigail Cowen, Patrick Fabian, Patricia Heaton.

Disponible exclusivamente en salas.

Todo mito tiene un origen y el que sostiene a El exorcista (William Friedkin, 1973) como “la película más aterradora de la historia del cine” no es la excepción. Al parecer William Peter Blatty, autor de la novela original y del guión, se inspiró en el caso de un supuesto exorcismo realizado en 1928 en un pueblo de Iowa, Estados Unidos. Ahí, un sacerdote católico alemán llamado Theophilus Riesinger habría expulsado varios espíritus -entre ellos el de Judas Iscariote, el apostol que traicionó a Jesús- del cuerpo de una adolescente llamada Emma Schmidt. Justamente esa es la historia que se cuenta en Exorcismo: El ritual, del director David Midell.

Eso explica las similitudes y puntos de contacto entre las tramas de ambas historias. Ahí está la adolescente sometida por fuerzas que no pertenecen al orden natural. Ahí está el cura viejo, experimentado en las lides de enfrentarse a demonios y espíritus díscolos. También está el sacerdote joven que se aferra a lo racional y a las ciencias modernas, pero agobiado por la culpa de una pérdida familiar reciente. Y, claro, ahí está el ritual de siempre, ese al que la película de Friedkin convirtió, sin querer, en un subgénero del terror. Uno que produce decenas de películas por año que le copian todo de manera religiosa, como si aquello que el cine mostró por primera vez en 1973 fuera un dogma sagrado, un ritual en sí mismo.

Debe aclararse que la familiaridad entre ellas se limita a esas coincidencias sinópticas, pero nunca se traslada al terreno de lo cinematográfico, donde las calidades narrativas, estéticas y de desarrollo argumental no pueden ser más distantes. Mientras la película de Friedkin construye un universo al que la complejidad de sus personajes le otorgan una gran profundidad dramática, la de Midell va avanzando sobre la historia como quien realiza un balance contable: tratando de ser puntilloso en la enumeración de los detalles, pero sin conseguir ir más allá de su mera superficie.

El ritual tiene, sin embargo, un elemento que seguro conseguirá llamar la atención de algunos cinéfilos: la presencia inesperada de Al Pacino encarnando al padre Theophilus, el sacerdote viejo a cargo del exorcismo. Para los curiosos debe decirse que el aporte que realiza este gran actor es apenas su fuerte presencia escénica, que sigue ahí, intacta. Por desgracia, no alcanza para diferenciar a esta película sumarial de esos cientos de clones sin alma de El exorcista. La banda sonora entrometida, melodramática e incesante tampoco ayuda. Mucho menos el molesto uso de la cámara en mano o la acumulación de mohínes cinematográficos dispuestos para la molesta tarea de avisarle al espectador cuándo debe asustarse o cuándo conmoverse.