¿Y dónde está el policía? - 6 puntos
(The Naked Gun, Estados Unidos, 2025)
Dirección: Akiva Schaffer
Guion: Dan Gregor, Doug Mand y Akiva Schaffer
Duración: 85 minutos
Elenco: Liam Neeson, Pamela Anderson, Paul Walter Hauser, CCH Pounder, Kevin Durand, Cody Rhodes, Liza Koshy, Eddie Yu y Danny Huston.
Estreno en salas.
El regreso de La pistola desnuda fue bautizado para su lanzamiento en Latinoamérica como ¿Y dónde está el policía?, en lo que seguramente sea un guiño a ¿Y dónde está el piloto?, una de las cimas de los enormes David Zucker, Jim Abrahams y Jerry Zucker (conocidos por el acrónimo ZAZ), creadores de la trilogía original protagonizada por Leslie Nielsen. La presentación de aquellas películas, en la que la cámara se montaba a la sirena de un patrullero que se metía en lugares imposibles, es utilizada aquí durante los créditos finales. No es el objetivo buscado, pero aquellas imágenes son un recordatorio del absurdo generalizado y el amor por el exceso y la sorpresa surrealista de un trío que marcó el pulso del humor cinematográfico durante la década de 1980 y buena parte de la de 1990.
Absurdo y surrealismo son dos de los elementos que el realizador egresado con honores de la escuela de Saturday Night Live Akiva Schaffer utiliza con suerte dispar durante los brevísimos y veloces ochenta y pico de minutos de ¿Y dónde está el policía?
La película de Schaffer vuelve a tener un protagonista con las iniciales L.N., aunque éste, a diferencia del otro, tiene un largo e inesperado recorrido en el cine de acción. Porque si bien comenzó su carrera con los pies metidos las aguas cristalinas del prestigio y el reconocimiento, Liam Neeson encontró un segundo aire para su filmografía a partir de Búsqueda implacable (2008). Desde entonces y hasta la crepuscular Implacable (cuyo título original era el mucho más pertinente Absolución), estrenada en febrero de este año, repartió piñas, patadas y tiros en decenas de producciones de todo calibre.
Aquí Neeson se ríe –y con ganas– de toda esta década y pico poniéndose en la piel de Frank Drebin Jr., hijo del personaje de Nielsen, que en la primera escena desbarata solito un atraco a un banco disfrazado de una adorable niña con uniforme escolar. Sin embargo, los malhechores logran hacerse de lo único que les interesaba: un pequeño dispositivo guardado en una de las cajas fuertes y con cuya activación se emite una onda sonora capaz de despertar los instintos más animalescos del ser humano.
Hay, como mandatan los códigos contemporáneos del género, un multimillonario tecnológico que funge como villano y tiene la intención de prender el artefacto durante la fiesta de fin de año, cuestión de desatar una barbarie de la que solo sobrevivirían los más aptos para refundar la sociedad. Hasta él llegará Drebin Jr. a partir de investigar la muerte de uno de sus empleados más cercanos, quien a su vez tiene una hermana (Pamela Anderson, flamante pareja de Neeson en la vida real) dispuesta a involucrarse en el caso hasta más allá de lo recomendable. Claro que, de no hacerlo, se caería todo el dispositivo de una película tan a contracorriente de la cartelera comercial –brevedad, economía, la gracia por la gracia misma– como parece haber sido su proceso creativo: puro chiste, uno tras otros casi sin parar, a los que se rodeó con una trama que los justifique. Hay de todo tipo, algunos muy graciosos, aunque pocos tienen la inteligencia y la sofisticación de los de antaño.