A quince días del cierre de listas para diputados nacionales, Juan Monteverde analizó ante Rosario/12 el desafío de octubre, la experiencia en Rosario, la Constituyente y la necesidad de construir una alternativa con vocación de poder hacia 2027. "Hay una mayoría social que no está de acuerdo con este rumbo, pero no encuentra representación”. Lo dice sabiendo la responsabilidad que le toca y la expectativa que hay en él. Subraya la necesidad de una construcción amplia, que exprese lo mejor de cada sector y que esté a la altura del momento que vive la sociedad. “Tenemos que pasar de la bronca a la esperanza, de la resistencia a la alternativa. Y para eso hay que animarse”, sostiene. Entiende que Eduardo Toniolli "sería un gran candidato para encabezar la lista y expresar esa renovación", y admite que Agustín Rosi "demostró coherencia con el paso de los años, y merece tener un papel también".
—¿La experiencia de Rosario se puede proyectar a nivel provincial y nacional?
—Sí, y creo que no solo se puede: es necesario. Rosario mostró que cuando se construye con honestidad, con amplitud y perseverancia, se puede volver a generar confianza en la política. No hay que copiar esquemas, pero sí retomar ese espíritu. En esta etapa hay una mayoría social que no está de acuerdo con el rumbo del país, que la está pasando mal, pero que no se siente representada. No encuentra a nadie que le ofrezca futuro. Y ese es el desafío: construir una propuesta que no solo diga “esto está mal”, sino que demuestre que hay algo mejor por hacer.
—¿Cómo se logra eso en una campaña como la que viene?
—Primero, entendiendo que una cosa es ser oposición y otra muy distinta es ser alternativa. Oposición es enfrentar las atrocidades de Milei, marcar límites, denunciar. Alternativa es tener un proyecto, una propuesta superadora, una mirada de futuro. Lo que vivimos hoy es un momento difícil, pero también muy abierto. Hay una bronca y una angustia que se expresa de mil maneras: desde la abstención electoral hasta el desencanto silencioso. Esa bronca, si no encuentra un canal esperanzador, se transforma en parálisis. Por eso es fundamental que aparezca una opción con capacidad de proyectar, de entusiasmar, de convocar.
—¿Y cómo se construye una lista de diputados que represente todo eso?
—Con amplitud, con diálogo sincero y con generosidad. No se trata de excluir ni vetar a nadie. Pero también de entender que en un proyecto colectivo hay distintos roles. No todos tienen que estar siempre en los primeros lugares. Lo importante es que todos se sientan parte, que todos sumen desde donde puedan. Lo vi muy claro durante la campaña para la Constituyente: cuando hacemos las cosas de otra manera, cuando hay escucha real, la militancia responde, se entusiasma, se involucra. Y hoy hay una militancia que quiere ser parte, que quiere ser tenida en cuenta, que pide que las decisiones no se tomen como siempre. Tenemos que estar a la altura de esa demanda.
—Vos decís que lo importante es la idea, el concepto de unidad y renovación, pero eso tiene que traducirse en nombres concretos. Y ya hay algunos nombres lanzados como Agustín Rossi y Eduardo Toniolli. ¿Cómo se hace?
— Justamente Eduardo me enseño una frase de Perón que ahora uso a menudo que dice que “hay que hablar mucho de las ideas, poco de las cosas y nada de las personas”, por eso insisto en que hay que ponerse de acuerdo en el concepto. Después arranca el debate, yo creo que Toniolli sería un gran candidato para encabezar la lista y expresar esa renovación. Nos une una cuestión generacional, de origen militante, y llevo con él mucho tiempo de síntesis política y confianza. Agustín demostró coherencia con el paso de los años, algo que no es muy común en la política, y merece tener un papel también. Mi idea de unidad incluye a todos. Yo no creo en vetar compañeros, y la renovación no es lo contrario de la experiencia: es saber combinar trayectorias con nuevas voces. Y eso hay que hacerlo con inteligencia, sin exclusiones pero con audacia, como lo hicimos en la lista de constituyentes.
—Hay sectores que en pos de esa renovación quieren que seas vos quien encabece la lista para superar el conflicto. ¿Estarías dispuesto a hacerlo si todos te lo piden?
—No. Yo fui muy claro con todos. Mi rol, mi aporte al proyecto colectivo, es ganar Rosario después de 50 años. Esa tarea es demasiado grande. Pero también les dije a todos, incluso a Cristina y a Sergio (Massa), que no me iba a desentender. Que si la idea es salir a ganar y no solo obtener alguna banca, yo voy a trabajar para octubre. Además estaría loco si creyera que la renovación soy solo yo. Hay un montón de compañeros esperando y exigiendo ser convocados. Ya nombré al Edu, pero mirá la lista de constituyentes que armamos con esa lógica: ahí hay cuadros con mucho futuro y proyección, y de orígenes diversos. Está Pablo Corsalini, intendente de Pérez, con gestión y territorio; Facu Olivera, del sector de Rossi; Lucila De Ponti del Evita también pero que expresa al movimiento de mujeres; Martín Lucero con el respaldo de gran parte del sindicalismo; Caren Tepp de Ciudad Futura; Eloisa Ruiz Carriedo del movimiento cooperativo. Después surgió el profe Medei que fue la revelación en concejales de Santa Fe, Tati Restagno que también entró. Muchos pibes que ganaron su ciudad: Antonella Garcia que ganó Baigorria, Nico Ramirez ganó Villa Gobernador Galvez, Alejo iztegui en Pérez, el Tata Alviso en Santo Tomé... Todos jóvenes. Todos ellos, ellas y muchos más, expresan esa renovación que —insisto— no solo pide la sociedad, sino que fundamentalmente pide la militancia. Esa militancia que necesita volver a creer para salir a militar con ganas. Hay mucho futuro, pero hay que darle lugar, como dice el tema de Fito Páez “cuando aparece el sol hay que dejarlo pasar”.
—¿Y qué trae ese sol que aparece, esta nueva generación de distinto?
— Creo que ser la primera generación nacida y criada en democracia, pero con un vínculo muy fuerte con las luchas del pasado nos da una templanza distinta. Creemos que se puede defender con firmeza nuestras ideas y pelear por ellas sin la necesidad de eliminar, perseguir ni censurar al otro. Sabemos que sin lucha social no hay avance institucional, y que tenemos que estar siempre con la escucha atenta en los tiempos de la sociedad. Que la política cuando se habla a sí misma se burocratiza, se desconecta y termina siendo una elite separada del destino de su pueblo. Que el cambio tiene que ser de abajo hacia arriba y de la periferia al centro. No se trata solo de gobernar con otra agenda sino de gobernar distinto. No vinimos a administrar lo que hay, vinimos a transformar lo que falta y a devolverle el poder a la gente. Sentimos que estamos muy cerca y que a la vez esto recién está empezando. En Rosario lo demostramos. Hoy estamos ante la posibilidad concreta de gobernar la ciudad en 2027, y también de ser parte de un proceso provincial que se anime a plantear un rumbo distinto. Eso no se logra con candidaturas personales, se logra con un proyecto colectivo que convoque, que entusiasme, que abrace a todos los que sueñan con otra Argentina.
—¿Qué se juega en octubre?
—Estamos en un momento crítico de nuestro país y octubre puede ser un punto de inflexión o una oportunidad perdida. Es el momento de demostrar que hay una alternativa real a la crueldad, a la resignación y al miedo. Pero para que esa alternativa exista, hace falta generosidad, audacia y sentido del momento histórico. Hay que interpretar lo que está pidiendo la sociedad, pero también lo que está pidiendo nuestra militancia. Si hacemos eso, si logramos unidad con renovación, si damos señales claras de que venimos a hacer las cosas de otro modo, no solo podemos ganar la elección. Podemos aportar a empezar a cambiar el rumbo del país.