“No hay santo que pueda con un régimen de oprobio, de hambre, de crueldad”, aseguró este jueves por la 750 el conductor de La Mañana. En un emotivo mensaje en el día de San Cayetano, el periodista repasó los datos más recientes de la economía local y lamentó la enorme destrucción que está viviendo el país.
El editorial de Víctor Hugo Morales
San Cayetano es una alegría de la esperanza. Y tras la fe, moviendo empleos y estadísticas del fraude neoliberal, miles de fieles cumplen con el propósito del ruego, a sabiendas de que no hay santo que pueda con un régimen de oprobio, de hambre, de crueldad.
Un millón setecientos registran su desamparo laboral en Argentina. Pero los números son un dibujo. Si se trabaja una semana en el mes, ya no sos un desempleado. ¿Cuándo fue el último empleo? Y están los que ya no salen porque los trabajos que vi ayer, andando calle, son de volantero de restorán o de una estación de servicio. Imaginen la paga. No alcanza para ir y venir al trabajo.
San Cayetano y su milagro de Venecia, que es lo que se conoce de su historia, o mirando al niño Jesús en su logo más conocido, debe lidiar con el FMI y su reforma laboral que hunde más al trabajo, con los despidos que desde una oficina de Washington exigen cada día, con la crisis textil, con las algodoneras que no pueden fabricar ni hisopos.
Textilana de Mar del Plata dejó a 150 familias en la calle, eso es lo nuevo. Pero si esperamos unos minutos, vendrá otra noticia peor.
Georgalos, Lácteos Verónica, Acindar, Mauro Sergio, Petroquímica Río Tercero, Dass Adidas, Fate, Bridgestone, caramelos Lipo, margarina Dánica, Granja Tres Arroyos, pañales de Kimberly-Clark, gráfica Mordillo, Lumilagro, frigorífico Euro S.A., NRG proveedora de Vaca Muerta, cien restoranes importantes, miles de kioscos.
¿Qué se puede decir?
San Cayetano se pregunta cómo el Banco Santander despide 1.200 trabajadores. ¿Se está fundiendo? ¿La está pasando mal? ¿Sus dueños ya no comen dos bifes por día? A los trabajadores de Secco, Bullrich los aplasta contra el piso, les pone la rodilla en el cuello. El empleo público nacional cayó un 15,8 por ciento.
Y Milei ríe, el Fondo Monetario exige, y la mafia de Clarín justifica. Está todo armado. Esconde las marchas de día o con antorchas, como la que vi ayer y acompañé en el Polo Científico, y le prende velas al desconcierto de Milei para que le dé Telefónica de una buena vez, en eso está la gente de los diarios. No va a poner las golpizas que reciben los periodistas y jubilados.
San Cayetano es un santo, pero son muchos los diablos con los que tiene que pelear. Pan y trabajo es mucho pedir en la Argentina neoliberal gobernada por el FMI. Endeudada, vendida, injusta. Así no hay santo que aguante, aun sostenido por esa montaña de fe.