No fue necesario que el funcionario de Cambiemos entregara su celular. El juez que investiga la desaparición y muerte de Santiago Maldonado ya tiene en su poder el listado de llamadas entrantes y salientes del teléfono móvil del jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti. Ahora la querella que encabeza la familia del joven tatuador pedirá los cruces con los números de los gendarmes que reprimieron la protesta mapuche del 1º de agosto, donde fue visto Maldonado por última vez, como así también con el ex juez de la causa Guido Otranto. Del análisis de esas conversaciones podría surgir información clave sobre el rol del funcionario durante la represión de Gendarmería en Pu Lof en Resistencia de Cushamen, contexto que marca las circunstancias de la muerte de Santiago pero sobre el cual la investigación ha avanzado de manera errática e insuficiente. En esa lista figurarían números de teléfonos con los que el jefe de Gabinete de Patricia Bullrich se comunicó, así como mensajes vía WhatsApp.

Se trata de una medida solicitada en numerosas oportunidades a Otranto por la querella de la familia, representada por la abogada Verónica Heredia, el Cels y la Procuvin, y que permitiría avanzar sobre un aspecto en la causa que el juez Gustavo Lleral aún no ha abordado: la responsabilidad política del ataque de los gendarmes a la comunidad mapuche.

Aunque en su momento la fiscalía sostuvo el pedido de las querellas, Otranto –que sigue con la otra causa por el corte de ruta previo a la represión y pretende imputar a los mapuches que son testigos claves del caso Maldonado– nunca autorizó la realización de las pericias sobre el celular o la línea telefónica de Noceti, y tampoco lo citó a declarar. Según publicó PáginaI12 lo hizo en una clara muestra de autoprotección porque él mismo habría mantenido contactos con Noceti el día de la represión. El magistrado le habría expresado que su jurisdicción se limitaba a desactivar la protesta en la ruta, a lo cual el funcionario macrista le habría contestado que podía avanzar en territorio recuperado mapuche invocando que estaban cometiendo delitos en estado de “flagrancia”. 

En principio el Gobierno negó la presencia de Noceti en la zona de Esquel y la comunidad de Cushamen. Cuando este diario publicó su foto tuvo que admitirlo pero dijo que “sólo pasó a saludar a los gendarmes”. Testimonios en la causa terminaron por confirmar, por lo menos en dos ocasiones, el funcionario estuvo a pocos metros de la tranquera de ingreso a la  Lof, el 1º de agosto. Soraya Maicoño declaró que cerca del mediodía, cuando con dos de sus compañeros llevaban varias horas detenidos e incomunicados, ella se acercó a Noceti y le preguntó por qué las habían retenido. “Podemos tenerlas hasta seis horas por averiguación de antecedentes”, fue la intempestiva respuesta que obtuvo. En efecto, seis horas más tarde el fotógrafo Gustavo Zaninelli le sacaba una foto a Noceti en el mismo lugar, al lado de los gendarmes. Qué hizo Noceti desde que pasó rumbo a Esquel y más tarde volvió a Bariloche es uno de los mayores interrogantes del caso.

“Violando a mi mamá”

Desde ese momento Noceti se llamó a silencio y no amplió sobre los alcances de la figura de la “flagrancia” que las fuerzas de seguridad dicen haber utilizado para justificar la incursión hasta la vera del río Chubut. Los relatos de los mapuches no dejan lugar a dudas sobre el accionar de los gendarmes, que incluso usaron sus armas reglamentarias con balas de plomo, tal como admitió uno de los propios uniformados, y gritaban “maten a uno”.

El concepto de “flagrancia” fue impuesto como doctrina por el tándem Bullrich-Noceti. Uno de los ejemplos de ese adoctrinamiento puede encontrarse en las dos reuniones que en Bariloche y un día antes de la represión en Cushamen, protagonizó el propio Noceti. El jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad convocó a la procuradora de la Provincia de Río Negro y a un grupo de fiscales, además de al ministro de Seguridad de la provincia, Gastón Pérez Estevan. En el encuentro, Noceti utilizó una figura que lo deja al desnudo: comparó un corte de ruta en el marco de una protesta social con una violación. “Si están violando a mi mamá, yo voy a intervenir para que el delito cese”, dijo según relataron a este medio dos partícipes de la reunión, y una tercera fuente con acceso directo al Ministerio de Seguridad de Río Negro.

Al término de ese primer cónclave en el que dejó en claro sus objetivos, la mano derecha de Bullrich se reunió con integrantes de fuerzas federales de seguridad, ante quienes, presumiblemente, emitió las mismas señales. Noceti tampoco tuvo reparos en declarar a las radios locales que a partir de ese día “los miembros de la RAM iban a ir todos presos”. La desgrabación de esas declaraciones es parte del expediente Maldonado.

El teléfono de Noceti siempre fue un objetivo de Heredia y la familia de  Maldonado. El funcionario rechazó en privado la entrega de los datos de la línea. El periodista Ricardo Ragendorfer reconstruyó que en una reunión en su despacho, Noceti gritó que antes de entregar el celular para la investigación prefería romperlo él mismo.

Según reveló Tiempo Argentino en septiembre, el peritaje de celulares de la Federal ya había detectado cruces telefónicos entrantes y salientes de los comandantes de Gendarmería Fabián Méndez y Pablo Escola con el número de celular 0111563XXX54 del usuario Noceti. “Durante el 31 de julio hubo varios contactos entre ellos y al menos dos al clarear ese martes 1. Pero este, de acuerdo al horario, ocurrió cuando Noceti venía desde Bariloche por la ruta 40 hacia el territorio mapuche y Méndez abdicaba al mando de la tropa para instalarse en una camioneta, antes de ir –tal como luego dijo– a ‘un baño’ cuya ubicación no especificó. Después se detectó una llamada entrante al aparato de Escola; en el otro lado de la línea estaba Noceti. Habría muchos más llamados suyos al subjefe de Esquel –ahora al mando del operativo– a partir de las 14.00, en ocasión de su paso por donde permanecía detenida la vocera mapuche, Soraya Maicoño”, publicó Ragendorfer. Las comunicaciones siguieron los días posteriores, al punto que Noceti alertó sobre el allanamiento que se iba a hacer el 3 de agosto para peritar los vehículos de los gendarmes en Esquel. Ahora que Lleral tiene el listado completo estaría en condiciones de terminar lo que Otranto dejó sin hacer.

Tarda pero llega

“Esto nos parece importante dentro de la causa”, destacó Andrea Antico, compañera de Sergio Maldonado, quien por su parte recordó que en la causa, inicialmente, “se secuestraron más de 60 teléfonos”, pero después “se hizo un peritaje más exhaustivo en 22, de los cuales dos quedaron ahí en el aire, no sé qué pasó con ellos”. El hermano de Santiago Maldonado precisó de los 20 que quedaron “tres tenían un código que no se puede destrabar porque entrás en la privacidad de la compañía de teléfono, entonces quedaron 17. De esos 17, 12 no tenían activado el GPS, que por reglamento de Gendarmería obligatoriamente deberían haberlo tenido activado, entonces quedaron cinco”. Y agregó que “todas esas irregularidades son cosas que me gustaría preguntarle a la gente cuando hace comentarios sobre las dudas que tiene” en torno al reclamo de la familia.

Hasta ahora en la causa fueron aportados los diálogos y mensajes de los gendarmes entre sí. Sin embargo, poco se avanzó con los números de sus jefes y menos aún de los funcionarios políticos, como Noceti que está comprobado se hizo presente en el lugar y momento de los hechos.