La fiscalía a cargo de Martín López Perrando ratificó este lunes que la llamada al 911 para avisar que se encontraron restos humanos en la avenida Congreso 3742 fue hecha --como reveló Página/12-- por la hermana de Cristian Graf, Ingrid, que en ese momento estaba con el arquitecto Marcos Arcifa. Después de que un albañil, Christian Pereira Godoy, le explicara al arquitecto que “se desmoronó la tierra hacia la casa lindera, vio, a 80 centímetros, restos óseos de un ser humano, más precisamente un cráneo”, el arquitecto le tocó el timbre a la casa de los Graf. A las 14 de ese 20 de mayo, lo atendió Ingrid, quien lo acompañó hasta el fondo, vio los restos, y allí hizo la llamada al 911. Todo consta en el dictamen que el fiscal le presentó al juez Alejandro Litvack para pedir la declaración indagatoria de Cristian Graf por el delito de encubrimiento agravado, en el caso del homicidio de Diego Fernández Lima.

Según se publicó en los últimos días, habría otra llamada al 911 de un vecino preguntando “¿qué se hace cuando se encuentran restos humanos?”. Para el fiscal, esa supuesta segunda llamada no cambia las cosas, porque lo concreto es que tras el aviso de Ingrid al 911 llegó una patrulla y aislaron el lugar, poniendo en marcha la investigación. Después se supo que los restos pertenecían al chico desaparecido en 1984. 

Ingrid vive en Esquel y estaba ese 20 de mayo en la casa de la avenida Congreso porque habían operado a su madre. Algunos registros indican que la hermana de Cristian Graf ya vivía en el sur en aquel 1984 y podría no saber nada de lo ocurrido. Para el fiscal, Cristian sí conocía de la existencia de los restos óseos y, por esa razón, le dio distintas explicaciones a los albañiles: que podría ser una tumba de una antigua iglesia, restos de animales de un establo o que los huesos hayan sido arrojados allí cuando trajeron tierra en ocasión de construirse una pileta de natación. 

Es posible que los abogados de Cristian Graf, Érica Nyczypor y Martín Díaz, argumenten que la llamada de Ingrid demuestra que no tenían nada que ocultar, pero allí habrá que ver cuánto pesa el dato de que la hermana ya no vivía en la calle Congreso en 1984 y podría no saber nada.

El punto clave ahora es lo que decida el juez Litvack, básicamente si lo que le dijo Claudio Graf a los albañiles es suficiente para considerarlo sospechoso de encubrimiento. El magistrado podría pronunciarse en los próximos días, hacia el fin de semana, porque haría un estudio global del expediente. Para el fiscal es un primer paso y los datos que pudieran aparecer sobre el homicidio mismo quedan en un segundo plano hasta que se avance en esta primera acusación, la del encubrimiento que se produjo el 20 de mayo y que, por lo tanto, no estaría prescripta.