Sobre los últimos días de mayo, el gobierno nacional firmó el decreto 345 que, como tantos otros decretos ya firmados, ataca a las instituciones que representan políticas públicas. Este decreto establecía, y establece, la desarticulación y el desfinanciamiento del Instituto Nacional del Teatro (INT), un organismo estatal que vela por el alcance federal de la actividad teatral y que representa un emblema de la lucha histórica del teatro independiente de nuestro país.
Así fue que el 1° de junio organizamos un abrazo colectivo en su defensa. Pero no fue suficiente. Ese mismo día, luego del abrazo al INT y del caudal de policía armada que se juntó para hacer cumplir el “Protocolo Antipiquete” -donde a las armas se oponían centenares de mates y termos- se autoconvocó a una asamblea de jóvenes teatristas. Intentando ir contra la virtualidad anestesiante que nos toca vivir, se promulgó el encuentro y se despertó el compromiso social por lo que hacemos y por lo que nos fue dado.
¿Cómo se iba a desarrollar el teatro en todo el país sin la existencia del INT? ¿Qué significancia histórica tenía el Instituto? ¿Cómo había nacido? ¿Qué estábamos perdiendo? Salimos pensando que no podíamos seguir con nuestras vidas y proyectos sin atender a lo que estaba pasando. Así fue como nació ENTRÁ: Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa. Con encuentros presenciales sostenidos todas las semanas. Un ritual necesario donde no hicimos más que aprender. Aprendimos a pensar, a escucharnos, a organizarnos, a informarnos, a preguntar, a cuestionar, a trabajar. A trabajar muchísimo. Colectivamente y en equipo. Equipos de personas que no nos conocíamos entre nosotras y nos convertimos en números recurrentes de wpp, en abrazos con hambre de victoria, en caras amigas.
Construímos un espacio para hacer frente y resistir, pero también para recordarnos por qué y cómo queremos defender esto. Militar el entusiasmo, en palabras de Pilar Gamboa, resistir desde el placer, la creatividad, el humor y el cuerpo. Sobre todo, el cuerpo. Somos teatristas. Y la pregunta que no dejamos de responder una y mil veces es cómo mantener viva la llama.
Somos unes cuantes, queremos ser muches más. Nadie sobra, todxs bienvenidxs. Todas, todos, todes. El teatro nos recibe. Hoy la calle es nuestro escenario. Y ahora, el Congreso también. En pocos días se votará en la Cámara de Senadores el rechazo al decreto 345 que vacía el Instituto Nacional del Teatro (INT). Acérquense a defender nuestra cultura. Se van a sentir menos soles. Como ir a una sala de teatro sin conocer a nadie y aun así, estar acompañade.
No sabemos del todo cómo llegamos hasta acá -un grupo de teatristas jóvenes vestides elegantemente en una sala llena de diputados y asesores. Empezar es lo más difícil. Un dramaturgo frente a la hoja en blanco. Una directora llegando a su primer ensayo. Una actriz en bambalinas. Un padre que va a ver actuar a su hijo. Un productor atendiendo llamadas. Una técnica en un montaje trabajando a contrarreloj. Un programador de sala entre carpetas y cuentas. Una persona que amaneció triste, fue al teatro, y salió sintiéndose mejor. Y así podríamos seguir.
Hay algo desesperante, aterrador, y a la vez vital que tiene “el hacer teatro”: todo puede fallar. Una luz, un texto, un movimiento. El teatro requiere ir contra todo tipo de automatismos: estar ahí, en presente, con los demás. El teatro sin otro no existe. Por eso estamos hoy frente a ustedes. Porque creemos en el teatro como parte constitutiva de nuestra identidad, la singular y la común, la del yo y la del nosotros. La creación del Instituto Nacional del Teatro, gracias a la sanción de la Ley Nacional del Teatro en 1997, fue el resultado de una lucha histórica en materia cultural. De una larga historia de militancia artística.
Durante los últimos 30 años, el Instituto ha sido responsable, en parte, de un desarrollo que puso a la Argentina como modelo cultural en el mundo. Este Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa, ENTRÁ, surge para defenderlo: el ENTRÁ en defensa del INT. Queremos remarcar la importancia de lo Nacional en este reclamo. Gracias al INT se han abierto salas, centros culturales, grupos, talleres y festivales en ciudades que no tenían antes un escenario.
Lejos de ser considerado un gasto o un lujo, el crecimiento del teatro a nivel federal ha activado distintos sectores de la economía: los hoteles de Rafaela que se llenan durante su festival, la industria de la construcción para armar una sala en Azul, el colectivo que modifica su recorrido para pasar por la puerta de un nuevo teatro en Viedma. Están las pizzerías, kioscos, imprentas. Están también las universidades de arte que se abrieron en el país para que quien quiera formarse como artista profesional pueda hacerlo localmente.
El Instituto genera valor y genera identidad. Una identidad cultural diversa y federal, donde las realidades, las poéticas, las fantasías de cada territorio pueden llevarse a la escena. Donde más voces hablan, más historias se cuentan, más públicos aplauden. Queremos ser clares con esto: acá estamos. Si se considera que el funcionamiento del Instituto es defectuoso, acá estamos para debatir e intentar mejorarlo. Pero no permitiremos por ello su vaciamiento. Si no funciona, se revisa y se arregla. No se rompe. Este decreto promueve la desintegración de lo que conocemos como teatro nacional. Es un ataque a la multiplicidad de formas de hacer teatro que existen en nuestro país. Un desguace hacia la diversidad cultural. ¿Quién va a poder seguir produciendo teatro? ¿En dónde?
Somos artistas y somos públicos. Somos estudiantes y somos profesionales. Somos muchísimes y nos seguiremos encontrando. Creemos que es posible imaginar otros mundos, hacerlo en colectivo. Mirándonos, estando cerca. Creemos en el derecho que tienen todos y todas los argentinos y argentinas a tener al teatro dentro de sus vidas. No quisiéramos que nadie se prive de eso.
Empezar es lo más difícil. Pero esto no empezó hoy. Hay una gran tradición de teatristas que se encargaron de construir un presente para el teatro argentino. Es nuestra obligación defenderlo y proyectar su futuro. Que sea federal e inclusivo. Queremos, diputados y senadores, que también sean parte.
Desde el amor a una profesión, desde la defensa de nuestra identidad, desde todos los territorios, desde el entusiasmo de hacer en equipo. Con convicción y con creatividad. Seguiremos defendiendo algo que vale e importa. Rechacen este decreto, defiendan su cultura.
Que nadie nos quite la posibilidad de encontrarnos a imaginar.