“Es un clásico robo deja de ser ‘clásico’ cuando se trata de un medio de comunicación”, definió Cristian Alarcón, el director periodístico de Anfibia y Cosecha Roja, para referirse al asalto ocurrido en la redacción de ambas publicaciones –se presume- durante el fin de semana pasado. Se llevaron material de uso periodístico y algo de dinero. Y si bien aún no hay conclusiones sobre el móvil y las responsabilidades, hay algunas “cuestiones que son preocupantes”: el lugar funciona al lado de una dependencia de la Policía Federal y frente a la Jefatura de Gabinete, en pleno centro porteño.

Los periodistas que trabajan en ambos medios notaron que "algo" había sucedido cuando el lunes a la mañana llegaron a la redacción y notaron que la puerta estaba violentada. Vieron papeles tirados y dieron cuenta a la Policía Federal, que más tarde realizó peritajes en el lugar. Había muebles rotos y faltaba una PC con el archivo fotográfico del medio, además de un grabador de alta fidelidad, un proyector y una notebook.

Después de que uno de los integrantes de Anfibia declarara en la comisaría, la causa pasó a ser investigada por un juez federal (Julián Ercolini), por haber ocurrido el hecho en un inmueble alquilado por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Lo particular del caso es que la puerta de ingreso al edificio no había sido violentada aunque sí la del departamento donde funciona la redacción. Además, en ese edificio funcionan varias oficinas de tecnología “que tienen objetos infinitamente más valiosos” que los robados a Anfibia y Cosecha Roja, explicó Alarcón a Página/12.

“Esto habla de que el hecho de haber entrado a robarnos fue una decisión quirúrgica”, definió el periodista. Pero hay también otros datos que ilustran el carácter “sugestivo” del caso y que, según Alarcón, amplían la “zona de sospechas” alrededor: la redacción funciona al lado de una dependencia administrativa de la Policía Federal y enfrente de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación. “Es decir que es un lugar (del centro porteño) muy custodiado”, destacó.

En el sitio de Facebook de Anfibia, los trabajadores de prensa publicaron una síntesis de lo ocurrido. En uno de sus párrafos concluyeron: “Rompieron, robaron, se fueron. No dejaron mensajes más allá de los sustraído y lo destruido. Mientras la policía hacía su trabajo, nosotros también: cada uno desde su casa siguió escribiendo.”

Alarcón aseguró a este diario que hasta ahora ningún funcionario de ningún ámbito gubernamental se comunicó con ellos. No obstante, contó, que en medio de todo esto “hubo una escena absurda: mientras se realizaban los trámites judiciales era casi imposible salir del edificio porque en la vereda habían unos 200 policías de trajes negros, recién egresados, que esperaban que al lado que les entreguen los uniformes y las armas para ejercer en la fuerza. Una muestra de lo que es el nivel de seguridad del lugar” donde, ahí nomás, funciona una redacción periodística a la que entraron a robar.