Afuera la tarde es calurosa y cristalina, esos días donde el turquesa del cielo gana profundidad embriagadora. Sin embargo, al caminar hacia el Congreso de la Nación, la realidad se vuelve una necesidad impostergable y de pronto todo es corridas, gas pimienta y represión policial. Al azar, un comentario de la fuente permanente de Facebook: “Si para aprobar una ley tenés que militarizar el Congreso, es porque estás gobernando en contra del Pueblo”, atina la ilustradora Paula Duró, el mismo jueves que se buscaba imponer la ley de reforma previsional y se acataba la orden de disgregar con balas de goma y camiones hidrantes. La escena de estrujar al Pueblo hasta la asfixia con violencia institucional, recorte presupuestario (y de derechos), despidos y aumentos de tarifas fue la constante de 2017.

La reciente desvinculación de Valeria González como directora de la Casa Nacional del Bicentenario causó malestar entre la comunidad artística, que dirigió una carta abierta al ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, –también disponible para adherir a ella en Change.org– expresando su rechazo a una decisión “sin motivo alguno ni consideraciones al respecto”. La gestión de González al frente de la CNB generó espacios de encuentro, vanguardia y experimentación, entre ellos el Centro de Arte Sonoro (CASo), donde se desarrollaron talleres, muestras, residencias y ciclos como Oid Nos o Club de Solxs, que fueron un gran reflejo de los procesos creativos de lxs jóvenes.

Sin duda afectado por el escenario, el ámbito cultural “hacelo vos mismx” resiste sin perder su capacidad de encontrar maneras de llevar adelante su expresión. Resolver, repensar, aprender y crear una red empática de acción es la constante de todas las manifestaciones artísticas congregadas bajo esa gran ala de pensamiento: de pedales de efectos hechos a mano a desarrollo de videojuegos, pasando por música, lecturas, artes multimediales, cine, teatro y tecnologías.

Las que también deambularon por festivales, shows y fiestas fueron “las Pringles de Día”, quizás lo mejor del año: de seguro todx joven (y no tanto) sabe de ellas. Y mientras mantengan la “calidad”, el precio y la oferta que las tiene a la mitad que las originales, gozarán de clientes ávidxs de papas fritas bolsillo-friendly. Como sea, hay que seguir y luchar por nuestros derechos; nuestro derecho al disfrute y contra el ahogo de La Cultura.