El universo de El Conjuro, inaugurado en 2013 bajo la dirección de James Wan, no solo ha conquistado al público amante del horror, sino que ha logrado establecer un universo cinematográfico que sigue creciendo con cada nueva entrega. Frente al próximo estreno de El Conjuro: Últimos Ritos, dirigida por Michael Chaves, hoy repasamos algunos de sus demonios más emblemáticos.
La estrategia argumental que conecta a los demonios
Desde su concepción, El Conjuro ha sabido establecer una serie de conexiones en su argumento que unifican todas sus películas. El demonio Valak, presentado inicialmente en El Conjuro 2, ha sido tan icónico que ha dado lugar a sus propias películas derivadas. Aunque estas entidades demoníacas cuentan con historias propias, es notable cómo su reaparición en distintas tramas une las narrativas, creando un universo cohesivo.
Otro pilar fundamental es Annabelle, la inquietante muñeca. Su breve aparición en la cinta original bastó para que su impacto demandara una trilogía centrada en su figura. Estos vínculos entre las diversas películas son una fórmula efectiva que mantiene este universo vivo y en experimentación, apelando no solo al miedo, sino a la curiosidad del espectador por conocer más sobre estas entidades malignas.
Los demonios y espíritus icónicos que definen la franquicia
Además de Valak y Annabelle, la saga El Conjuro ha introducido a un conjunto diverso de villanos que han dejado una marca indeleble en el género de terror. Bathsheba Sherman, la bruja que inició la historia en 2013, sigue siendo recordada como uno de los personajes más aterradores del cine contemporáneo. Aunque su aparición se limitó a la entrega inicial, su legado de miedo ha perdurado como una referencia ineludible dentro de la tradición de la franquicia.
La Llorona, aunque no fue creada explícitamente para El Conjuro, también forma parte de este universo extendido. Su inclusión en La maldición de la Llorona muestra cómo el universo se enriquece al adoptar elementos del folclore y adaptarlos a su narrativa. Esta inclusión se refuerza con la presencia de la muñeca Annabelle, lo que simboliza la conexión secreta entre diferentes partes del universo y expande el abanico de posibilidades narrativas para futuros proyectos.
El impacto y la controversia de la saga
A pesar de su éxito innegable, el universo de El Conjuro no ha estado exento de controversias. Algunos críticos han señalado que la serie ha optado por explotar una fórmula eficaz en lugar de innovar. La reutilización constante de sus figuras, aunque efectiva, ha suscitado debate en torno a la originalidad de las historias presentadas.
Sin embargo, el público sigue ávido de nuevas entregas. Las cifras de taquilla reflejan un fenómeno que supera los límites del cine tradicional. Casos como el de Valak y Annabelle evidencian que, al menos en el escenario del terror, los villanos son los verdaderos protagonistas. Esta preferencia ha llevado a los productores a seguir explotando el recurso del spin-off como una herramienta rentable para explorar y expandir los orígenes de cada demonio.
Ahora, con la cuenta atrás para el próximo estreno de la cuarta película de El Conjuro, la atención se centra en qué nuevas intersecciones se integrarán en esta rica cosmogonía de miedo; un mundo lleno de horrores y demonios que continúan ampliando las pesadillas de la gran mayoría de la audiencia.
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