“La imposibilidad de clasificar a Hannah Arendt en categorías comunes refleja la naturaleza de su obra literaria”, escribió el politólogo Hans Morgenthau, amigo de la autora de Los orígenes del totalitarismo y La condición humana. A cincuenta años de la muerte de la teórica política judeo-alemana, filósofa y profesora universitaria, que consagró sus pensamientos y acciones en la lucha contra los totalitarismos del siglo XX y en la defensa de los débiles y su “derecho a tener derechos”, se celebrarán las “Jornadas Hannah Arendt Buenos Aires. Del exilio a la posverdad”, desde este jueves 4 hasta el domingo 7 en el Centro Cultural San Martín (Paraná 310), organizadas por el Goethe-Institut y la Cátedra Libre Walter Benjamin-DAAD, con entrada libre y gratuita. La programación, que incluirá conferencias, diálogos, películas y una perfomance, se propone reflexionar sobre el complejo universo arendtiano y su legado en los campos del conocimiento, la cultura y las diferentes disciplinas del arte. El filósofo y biógrafo de Arendt, el alemán Thomas Meyer, inaugurará las jornadas y será entrevistado públicamente por el periodista Héctor Pavón.
La vida de Arendt (1906-1975) estuvo atravesada por el exilio tras escapar de Alemania por la persecusión nazi. Su pensamiento y escritura se moldearon en ese tránsito que la llevó primero a Francia y luego a Estados Unidos, donde adoptó el inglés como lengua principal, aunque conservó un profundo vínculo con el alemán. En las jornadas, la filósofa Anabella Di Pego y la socióloga Claudia Bacci analizarán cómo el exilio influyó en el pensamiento, en la escritura y en la visión cultural de la autora de Eichmann en Jerusalén. Interrogar las violencias de la historia reciente argentina a partir de los aportes de Arendt es la tarea que emprenderán el investigador del Conicet y docente Lucas Martín y la también investigadora del Conicet Daniela Slipak. La doctora en Ciencias Sociales Margarita Martínez dictará la conferencia “Entre humanos y algoritmos: pensar lo común con Arendt”. El escritor Martín Kohan explorará la influencia de Arendt en la literatura y filosofías contempóraneas. El profesor de filosofía y músico Germán Rúa brindará una conferencia sobre esta pensadora intransigente, que se resistió a ser llamada filósofa; una ciudana alemana devenida apátrida por el nazismo; una judía militante repudiada por su propia comunidad.
Durante las jornadas se desplegarán seis films que dialogan con diversas temáticas de la obra arendtiana, entre los que se destacan Riefenstahl, de Andres Veiel, sobre la cineasta que hizo los mejores documentales propagandísticos del nazismo, que se presentará por primera vez en la Argentina. Después de la proyección, habrá un conversatorio con Jonathan Perel. Se podrá ver El juicio, de Ulises de la Orden, quien dialogará con el público tras la función, a propósito de los cuarenta años del Juicio a las Juntas. Además se proyectarán los largometrajes alemanes Ecocidio, también de Veiel; Hannah Arendt, de Margarethe von Trotta; Siete inviernos en Teherán, de Steffi Niederzoll, y La última ejecución, de Franziska Stünkel. Un panel integrado por Valeria Thus y Gabriel Ignacio Anitua reflexionarán sobre cómo el relato audiovisual aborda cuestiones de derecho ante crímenes del pasado. El cierre de las jornadas llegará con la perfomance Queda la lengua, un trabajo de investigación y puesta en escena de las artistas Laura Santos (Argentina) y Felicitas Friedrich (Alemania), que intenta mostrar la actualidad del pensamiento de Arendt.
¿Cómo pensar lo político con Hannah Arendt en tiempos de algoritmos e inteligencia artificial? Margarita Martínez bosqueja una respuesta. “Cuando escuchamos, como un leitmotiv reiterado, que estamos ante un empobrecimiento del debate público, y por ende de la vida pública y lo político, no tendemos a relacionar ese hecho con nuestra vida técnica o nuestras máquinas. Por poner un ejemplo, sólo en los últimos años empezamos a inquietarnos por la delegación de funciones intrínsecamente humanas en la inteligencia artificial, como la facultad de juicio o de decisión. No obstante, Hannah Arendt, sin poder prever las derivas que nos condujeron al momento actual, sí había detectado dos o tres vectores fundamentales de una transformación que, creía ella, iba a romper los moldes conocidos de la vida común. Lo hizo en tiempos tan pioneros como 1958, en el prólogo de La condición humana, donde dejaba una advertencia contra la automatización del trabajo”, recuerda Martínez. Y agrega que en esos momentos la ciencia de la cibernética se estaba abriendo paso y no había un gran desarrollo de las máquinas de la información.
“Si para Arendt de las tres actividades fundamentales de la ‘vita activa’ (labor, trabajo y acción) era la acción, la palabra, la que nos hacía libres y nos hacía humanos, no podemos pensar que ceder o delegar la palabra (o el juicio) en máquinas pudiera ser algo inocuo en nuestra vida pública -advierte Martínez-. En ese sentido, la algoritmización de la existencia, para usar un neologismo, o la delegación en sistemas técnicos de la capacidad de juicio, que es la más política de las aptitudes mentales humanas, según Arendt, solo puede colaborar para construirnos como individuos humanos dependientes, temerosos e incapaces de decidir. Ése sería el verdadero riesgo: que, al dejar de lado nuestra conciencia en favor del juicio de una máquina, no sea ‘la técnica’ quien hable, sino nuestro silencio”.
Un conscripto lee en un cuaderno de notas la siguiente pregunta: “¿A partir de qué edad se puede empesar a torturar a un niño?”. En vez de sentirse interpelado por la pregunta, el personaje pone en primer plano que la frase escrita tiene un error de ortografía: empezar está escrito con “s” en lugar de con “z”. Lo que incomoda de Dos veces junio, la novela de Martín Kohan publicada en 2002, es que el conscripto no parece afectado por la idea de torturar a un niño y es incapaz de sentirse movilizado por lo que lo rodea. Y lo que lo rodea es el horror de la última dictadura cívico militar: el conscripto es el chofer del doctor Mesiano, integrante del aparato represor que se apropia del bebé de una detenida desaparecida. ¿En qué aspectos de la narrativa del autor de Dos veces junio se encuentran algunas categorías de Arendt que lo ayudaron a pensar ciertos temas o climas? ¿María Teresa y Biasutto, dos de los personajes de la novela Ciencias morales, que transcurre también en dictadura, serían representantes de la banalidad del mal, algo así como Eichmann en menor escala?
“Estaba escribiendo Dos veces junio, en el año 2000, cuando leí Eichmann en Jerusalén. Lo leí sin saber qué tanto iba a resonar ese texto en la novela que escribía. Creo que es más el personaje de Mesiano donde la idea de la banalidad del mal aparece, tal y como la formula Arendt, que no es como se la suele citar últimamente. Creo que eso tiene que ver con el lugar de Mesiano, que ocupa una posición de poder sin dejar de ser un subordinado. Por eso en Ciencias morales puede caberle más a María Teresa que a Biasutto, aunque no sé: es demasiado frágil, queda demasiado sometida a él”, plantea Kohan. El escritor destaca que la condición de médico de Mesiano -en eso retoma Villa de Luis Gusmán- “lo acerca a la idea de la aplicación metódica de una razón instrumental, la parte burocrática del daño extremo; y también su tan fuerte sentido del deber, que admite una formulación estrictamente moral para los hechos aberrantes que comete; y esa formulación no es cínica ni es hipócrita: hace a su convicción de estar haciendo lo que hay que hacer”.
*La programación completa de las jornadas se puede consultar aquí.