Este jueves 11 concluye la segunda edición del Ciclo de Cine LGBTIQ+ organizado por el Suplemento Soy de Página/12 y el Cine Arte Cacodelphia, que ofreció una selección de películas argentinas atravesadas por la diversidad sexual y la identidad de género para contrarrestar los discursos de odio que el poder político pretende instalar con su mentada "batalla cultural". Como proyección de cierre, la elegida es un estreno exclusivo de un realizador que viene pisando fuerte hace años en la escena cinematográfica queer argentina, latinoamericana y mundial: Perro Perro, del director Marco Berger. El film tuvo su estreno internacional a fines del pasado junio en el prestigioso Frameline 49, el Festival de Cine Internacional LGBTIQ+ de San Francisco, que cumplió sus 49 ediciones consagrándose como el festival queer más renombrado, importante y de mayor trayectoria del planeta. 

Perro Perro fue realizada este año un delicado y contrastado blanco y negro, y protagonizada por Germán Flood, Matías Quiroga, Juan Ramos, Aldana Dante y Antonia De Michelis.  Marco Berger -además guionista y productor- puso frente a las cámaras a una pareja heterosexual que pasa una temporada vacacional idílica en una isla del Tigre hasta que se topa repentinamente con un hombre desnudo y solitario, sin hogar aparente, peludo y de actitudes extrañas. Un ser que no emite palabra, tiene miedo, es escurridizo y escapa a todo contacto humano, aunque parece desearlo más que nada ni nadie. Como una suerte de perro-humano o humano-perro, bueno e inocente, la criatura en cuestión, a la que los humanos sin sobresaltarse denominan lisa y llanamente "hombre", disfruta de las caricias, del cuidado y la atención que le brinda Juan al encontrarlo perdido en la isla. Él rápidamente se lo quiere llevar a su casa de Buenos Aires en su regreso, aunque su novia no quiera saber nada al respecto. Y eso pese de que el ser se muestra como un perro educado y obediente.

Creada como una fantasía interespecista queer con elementos del absurdo, la ciencia ficción, un cruce con las más recientes filosofías de la animalidad y algunos condimentos del pensamiento posthumanista narrado como un cuento de hadas para adultos, Perro Perro sigue de cerca la relación de un hombre y un “hombre” en la que el primero, Juan, atraviesa un momento de inflexión emocional al reconocer una debilidad inclaudicable por la candidez de la criatura perruna encontrada. "¿No tendrás a tu dueño por acá, vos? Ya veo que me encariño y resulta que sos de otro", le confiesa. Frente a la ternura que despliega el film en la exploración de esta relación inédita para los ojos del público, no es de extrañar que en el origen de su concepción estuviera presente la experiencia real con el vínculo animal. Así lo contó el propio Berger en una sesión de preguntas y respuestas de Perro Perro realizado en el mencionado Festival Frameline y publicado en el canal de YouTube de Hollywood Flip: “Pasamos un tiempo en ese mismo lugar con Aldana Dante hace tres años y de golpe vimos un perro al otro lado del río. Empezamos a llamarlo y cuando vino, vivimos casi la misma situación que en la película, pero al final el perro quedó sano y salvo en una casa. Pensamos que eso fue tan increíble, en cómo nos encariñamos con el perro y el perro con nosotros, que ahí me dije: ‘quiero hacer esta película... pero con un hombre”.


Sin mayor preámbulo surgió entonces esta fábula que, poco a poco, de ser una fantasía interespecista desbordada de inocencia comienza a mutar en un escenario homoerótico sellado por besos, abrazos, helados compartidos y siestas al sol entre Juan y el “hombre”. Tras esa serie de experiencias, este último es finalmente bautizado como Max, “el hombre más hermoso del mundo”. Un mundo en el cual la normalidad de las relaciones implica que el deseo pueda mutar entre criaturas vivas sin distinción de género, o en este caso, de especie. Pero también, en otro nivel diferente al del interespecismo pero no tan alejado de las reflexiones que pregona esa filosofía, Perro Perro opera como una metáfora de las masculinidades heterosexuales y sus crisis contemporáneas. Allí estos "hombres" simbolizan tanto el rol de mascotas dóciles y cariñosas como el de entidades que pueden causar mucho miedo y daño, atravesar problemas de adaptación y hasta romper todo lo que encuentran a su paso. Y eso incluye el temor de ciertas mujeres que les huyen por haber tenido experiencias violentas con estos “hombres” en el pasado, como relatan otros personajes en el film.

Marco Berger catalogó a Perro Perro como su "película más rara, más dulce, más provocadora”. El film tiene una clara diferenciación estética, narrativa y política con las obras anteriores del director: Taekwondo, Mariposa, Un rubio, Hawaii o la más reciente Los amantes astronautas trabajan una perspectiva más realista y natural. El cineasta rinde aquí honor a sus declaraciones desafiando sus propios estándares cinematográficos luego de 15 años de carrera, para darle una vuelta de tuerca más retorcida a sus narrativas: si la típica tensión homoerótica y sexual entre los protagonistas de sus films anteriores se encuentra en el plano de la sugerencia, en Perro Perro, por el contrario, se ubica en un primer plano, sin tapujos ni ocultamientos fuera de campo. Eso deja claro su gusto por "mezclar los géneros", una frase declarada públicamente que en el contexto de la película, con su difícil clasificación y las temáticas que toca en su desarrollo, se tiñe de una fundamental ambigüedad.

Filmada en el Tigre, paraíso isleño histórico de la comunidad LGBTIQ+ -especialmente durante la última dictadura, tal como lo retrata de manera brillante el periodista Matías Máximo en su libro El Nunca Más de las locas-, Perro Pero ingresa a las salas de cine en perfecta consonancia con una producción interespecista creciente y reciente en el cine global. Allí se inscriben la aclamada La langosta de Yorgos Lanthimos, o la más cercana El reino animal, escrita y dirigida por el francés Thomas Cailley, en donde los vínculos amorosos y sexuales fluyen entre especies luego de que una misteriosa ola de mutaciones transformara a algunos seres humanos en animales. Pero, con mayor presencia que el audiovisual, Pero Perro se enmarca de lleno en las vastas producciones literarias y filosóficas en las que se trabajan con gran profundidad los vínculos cada vez más estrechos y mutantes entre humanos y animales. Libros como Devenir Animal de David Abram, el poemario Cautiverio de Jacqui Casais, ¿Qué dirían los animales si les hiciéramos las preguntas correctas? de la filósofa Vinciane Despret, Animalia de Sylvia Molloy o Zoografías de Mariano García son títulos que podrían directamente aplicarse como características de esta última producción de Berger.


El film, hermanado con esas letras y pantallas, se proyecta sobre un escenario natural en el que lo humano y lo animal se funden, intercambiando sus cualidades, para romper con toda forma estancada de ser y estar. Eso quiebra la domesticación identitaria y especialmente la heteronorma, con sus costumbres cristalizadas por una tradición vincular heredada y los celos que la custodian como perros guardianes: “A mí [Max] me parece hermoso, pero le tengo que poner un límite porque si no, lo metés en la cama y no hay lugar para los tres”, deja en claro la novia de Juan.

“El guion fue muy extraño y tuve miedo de que no funcionara. La primera persona que vio esta película, que es un amigo mío muy heterosexual, muy macho, se sentó en mi sillón durante los primeros minutos y se quedó medio helado ante la pantalla, me miró y me dijo: ‘Estás loco’. Diez minutos después me confesó que la película estaba funcionando, y al terminar de verla lloraba diciendo que era hermosa y que había entendido cuál era el punto de la historia", contó Berger. El cineasta prefirió esta vez trabajar por fuera de la industria cinematográfica, movilizado por experimentar la oportunidad que representa independizarse del sistema cuando hay contexto gubernamental en decadencia y con un INCAA como los actuales. Por eso se jugó tanto desde la manera de producir como en la forma de construir la trama y la estética de la película: “Este es el momento de probar algo diferente. Como un niño, probar. Tengo varias películas estrenadas que a la gente le gustaron, así que ok, si esta sale mal, si fallamos, no es realmente importante. Creo que Perro Perro es un film sobre el amor puro, porque los animales son muy honestos, así que quise trasladar eso a la pantalla”..

Perro Perro se preestrena el jueves 11 de septiembre a las 19 en el marco del ciclo de Cine y Diversidad del Suplemento SOY y Cine Arte Cacodelphia. Luego se podrá ver los sábados de octubre a las 21 en esa misma sala, situada en Av. Roque Sáenz Peña 1150.