La niña de 14 años que ingresó este miércoles con una pistola 9 milímetros a su escuela secundaria del departamento de General Paz, en Mendoza, efectuó varios disparos y llevó al menos dos veces el arma a su cabeza durante las horas de mediación a cargo de la fiscal Penal de Menores, Griselda Digier, y el Grupo de Resolución de Incidentes y Secuestros (GRIS). Hasta hoy no se conocieron los motivos de su decisión, aunque algunxs compañerxs relataron que sufría bullying escolar por su aspecto o su manera de hablar, y ya no soportaba el trato "demasiado estricto" de una de las docentes.

Ayer, en el Día de lxs Maestrxs, la escuela realizó una jornada de reflexión y sensibilización para familias y alumnxs. El día anterior, mientras ocurría el episodio, el informe del Boletín Epidemiológico de Salud de Mendoza correspondiente al primer semestre de 2025, en el marco del Día de Prevención del Suicidio, revelaba que las mujeres de esa provincia concentran la mayor cifra de intentos de suicidio, con un 64% de casos registrados, "y en la distribución porcentual, el 78,14% se encuentra comprendido entre los 10 y 34 años -subraya el documento-, siendo el grupo de 15 a 19 años el que presenta el valor más alto, que corresponde al 26,95% de los casos".

Aunque los organismos internacionales le dedican una atención central, las dimensiones del género en la violencia escolar sigue siendo uno de sus principales motores. "Alumnxs de todos los sexos pueden ser víctimas de la violencia de género en la escuela y sus alrededores, lo que obstaculiza gravemente su educación, sus derechos y su salud física y mental", advierte el documento "Entornos de aprendizaje seguros: Prevención y tratamiento de la violencia en la escuela y sus alrededores", de Unesco.

"(...) esta forma de violencia incluye actos o amenazas de violencia sexual, física o psicológica que se cometen en las escuelas y sus alrededores, perpetrados como resultado de normas y estereotipos de género perjudiciales y reforzados por dinámicas de poder desiguales", explica. La situación, agrega, se ve exacerbada por las intersecciones de género con las construcciones de etnia, cultura, pobreza y discapacidad, "provocando, por ejemplo, la violencia específica basada en la orientación sexual y la identidad o expresión de género, que incluye el acoso homofóbico y transfóbico. Abordar la violencia escolar requiere, por tanto, comprender el género y las arraigadas normas patriarcales, sociales y culturales."