Con un sueño, un amor indeleble por Final Fantasy y dos pesos: así empezó Lost Soul Aside. Corría 2014 y Yang Bing, un estudiante de Corea del Sur, no tenía estudio ni equipo ni cientos de miles de dólares. Pero abrió Unreal Engine, el motor gráfico gratuito más usado en el mundo –por ejemplo, en la producción de El Eternauta–, e intentó replicar la emoción de sus juegos favoritos. Subió un tráiler casero a YouTube en 2016 y, casi sin querer, desencadenó un efecto dominó: millones de visitas, un nivel de hype que no se veía desde la cancelación de Final Fantasy Versus XIII –aquel proyecto fallido de Tetsuya Nomura– y la propuesta de Sony de incluir al desarrollo de Lost Soul Aside en China Hero Project, el programa con el que la compañía japonesa buscaba impulsar a los desarrolladores locales en un mercado recién liberado de una prohibición histórica.
Entre 2000 y 2014, el gobierno chino prohibió la importación y venta de consolas extranjeras. La medida se justificó en la protección a los consumidores del "impacto negativo" de los videojuegos, pero en la práctica funcionó como proteccionismo económico frente a Japón y Estados Unidos. El resultado fue un país con una fuerte subcultura abocada a los juegos de PC y teléfonos celulares, pero sin consolas. Cuando se levantó la prohibición en 2015, Sony lanzó su Hero Project para llenar el vacío. En la práctica, se trató de un programa de incubación que ofrecía financiamiento, soporte técnico, asesoría en diseño y márketing, además de exposición internacional para que los estudios chinos pudieran llegar al mercado global.
Lost Soul Aside fue la joya de esa primera camada. El ejemplo perfecto de cómo un proyecto casero podía transformarse en una producción internacional con el empuje de Sony. Con ese soporte, Yang fundó Ultizero Games en Shanghái en 2017 y reunió un equipo que hacia 2022 ya tenía unas 40 personas. Sony no se limitó a poner plata: colaboró en gestión de proyectos, optimización técnica y hasta en música y sonido. En 2022, tras varias crisis de desarrollo, asumió oficialmente como publisher global para asegurar que el juego llegue a la fase de publicación.
El camino fue larguísimo. Nueve años de trabajo, tráilers que mostraban un tono y después lo abandonaban, reescrituras de historia y un aprendizaje lento. Lo que nació como una postal solitaria terminó en un juego coral, pero también en un producto que nunca resolvió del todo sus contradicciones. Lost Soul Aside es hijo de la ambición y del tiempo, y lo que se percibe al jugarlo es tanto lo que logró como lo que no pudo superar.
En su corazón late la obsesión de Yang Bing: Final Fantasy. No hay escena, gesto o acorde que no recuerde a la saga de Square Enix. Desde la manera en que los personajes se desplazan –ese andar entre flotante y coreografiado– hasta las melodías que evocan directamente a Nobuo Uematsu, pasando por la mezcla de realismo y fantasía que define los escenarios. Incluso el vestuario del protagonista, diseñado primero como prenda real y luego digitalizado, funciona como cita directa al cruce entre moda y épica que la serie convirtió en marca registrada. El combate, en cambio, mira a otra tradición: la del hack 'n' slash japonés, desde Devil May Cry hasta Bayonetta. Con cuatro armas de identidad propia, combos encadenables y un árbol de habilidades que premia la experimentación, el juego logra esa sensación de impacto físico, de peso y velocidad en cada golpe, clave en el género.
Pero los vértices de este diamante chino no están pulidos equitativamente. La historia de Lost Soul Aside sigue a Kaser, miembro de la resistencia GLIMMER, que lucha contra el Imperio junto a su hermana Louisa hasta que ella pierde el alma en una misión. Para recuperarla se alía con Arena, una criatura dracónica que lo acompaña en un viaje donde se cruzan facciones enfrentadas, regiones en guerra y la amenaza de un poder oscuro conocido como Voidrax. Las referencias son claras desde el principio: un poquito de la resistencia armada de Final Fantasy VII, una pizca de la oscuridad de Versus XIII y XV, e incluso algo de las intrigas palaciegas de la última entrega de la saga. La amalgamación explícita de referencias no es tanto un problema como sí lo es el avance torpe de la trama, que zigzaguea entre simple y enrevesada, cargada de lore y vacía, abrumadora y desvaída.
Aún así, hay placer en su combate, hay belleza en ciertos escenarios y, para los fans de Final Fantasy, hay satisfacción en la hiper referencia. Después de casi una década, la llegada de Lost Soul Aside para PlayStation 5 y PC es, en última instancia, una experiencia atrapada en el tiempo: un título pensado para la era de PlayStation 2 en una época marcada por el fotorrealismo y las historias que dicen algo más allá del texto. Para algunos, ese anacronismo será un defecto imperdonable; para otros, ahí radicará el encanto.