El nuevo “salvataje” anunciado por el gobierno de Javier Milei y confirmado por el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, es un hito más en la triste historia de endeudamiento de nuestro país y su camino hacia la desindustrialización, la destrucción del modelo capitalista productivo y el dominio absoluto de la especulación financiera y la dependencia, un ciclo comenzado con la dictadura genocida en 1976.
Desde la asunción del gobierno libertario y sus promesas de campaña, la Asociación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC) advirtió que estábamos en presencia de un nuevo experimento neoliberal que sólo conduciría una vez más al achicamiento del aparato productivo, el cierre de pymes, la degradación del salario y la capacidad de consumo de los trabajadores.
Nos quedamos cortos
Como en la película El Día de la Marmota, los argentinos nos despertamos una y otra vez en una escena que se repite casi calcada y con los mismos personajes (Bullrich, Caputo, Sturzenegger, etc.), los mismos voceros, los mismos discursos y las mismas falacias del modelo neoliberal fallido de hace ya cincuenta años. Un paraíso para las corporaciones multinacionales, los especuladores y las familias más ricas de la Argentina.
Pero esta vez la película tiene nuevos componentes acordes con los tiempos y la cultura dominante: la sumisión, la entrega de la Argentina es explícita y se festeja obscenamente. Mientras tanto, en el país real, el de abajo, sufrimos el deterioro de nuestra vida cotidiana cada vez con menos defensas y capacidad de respuesta y protección. Los números y los hechos hablan por sí solos.
En dos años el gobierno de Milei y sus mandantesse fueron destruyendo sistemáticamente todas las regulaciones y mecanismos que resguardan la vida de la población. La seguridad social, la obra pública, las jubilaciones, la salud, la ciencia y la técnica fueron degradadas. El cierre sostenido de comercios, que se refleja en la muerte de más de 15.000 pymes, es consecuencia de la apertura indiscriminada de las importaciones y la retirada de los organismos de crédito. Asimismo, el congelamiento de las paritarias y la caída del salario y del poder adquisitivo llevaron a una recesión brutal, el aumento de la desocupación y la precarización laboral y la crisis dramática que atraviesa el mercado interno.
En los momentos como estos queda claro que las pymes argentinas son la columna vertebral de la producción, las organizaciones de la sociedad que otorgan trabajo, que producen y comercializan los bienes de consumo y de uso, son las que generan los sueños y las expectativas de futuro en nuestra Patria, las que apuestan siempre por el país y por la grandeza de nuestra nación. Son ellas las que están más cerca de los trabajadores, de las organizaciones sociales, de nuestros profesionales, nuestra ciencia, y nuestra producción intelectual. La unión de toda esa comunidad nacional es la que puede defender la historia y el futuro de la Argentina construyendo una sociedad y una nación capitalista, productiva y con desarrollo.
Es necesario que las pymes entendamos que no hay chance de futuro para nuestras familias y para nuestros sueños si no nos acercamos a los de abajo. No hay futuro posible con el FMI, la UIA, AEA, CAME, etc. diseñando las políticas o apoyando los experimentos neoliberales y antindustriales a los que nos han sometido desde 1976.
Por eso, en ENAC creemos que estamos ante una nueva Hora de los Pueblos y otra oportunidad para exigirle a la política que se ponga a la cabeza de una nueva era. Es fundamental que comience a pensar las formas de desmantelar la arquitectura siniestra de las leyes, decretos y acuerdos del gobierno libertario.
Un país para pocos no es opción para las pymes.
Roberto Villarruel pertenece a la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino.