Florencia sonríe a través del vidrio de la puerta. Florencia abre esa puerta y da la bienvenida con abrazos. Al momento de sentarnos, Florencia ofrece agua o café o algo. Florencia deja de sonreír cuando hablamos del gobierno, pero algún chiste cruel sobre el presidente hablita nuevamente la carcajada. Florencia tardó casi cincuenta años en contar esta historia, que no es solo su historia, es parte de la historia del mundo. Entonces Florencia abre los ojos naturalmente grandes, calma las manos y habla con la suavidad de quien tiene en paz la tarea cumplida y el corazón en la tranquilidad que se puede lograr.
Florencia Chidíchimo es hija de Ricardo Chidíchimo, meteorólogo, desaparecido por la dictadura cívico militar en 1976, cuando ella tenía ocho meses de edad. La relación con su padre está fundada en recuerdos ya que “de mi papa solo recuerdo la sonrisa en la única foto que tengo donde estamos mi papá, mi mamá y yo, el día que nací” y entonces muestra una foto cuadrada a la que el tiempo le puso un color rosado nostálgico. También guarda la foto grande en blanco y negro con el nombre y la fecha del día del secuestro, con la que marcha.
Tardó una vida en lograr decir “desde otro lado. Desde la ternura, con otra estética por fuera de lo que siempre usamos en derechos humanos. La idea fue que el relato pudiera verse desde el arte, la danza, el espacio, el sonido. Que el espectador quiera ver y oír. Hay que tener en cuenta que lo que nos pasó es tan tremendo que ya mucha gente resiste a pasar por eso”.
El resultado de ese ir y venir es un video llamado La hendija del tiempo, está en Youtube. Un trabajo impecable de fotografía, danza, música, donde cada acción está exactamente donde debe estar. El espacio donde se rodó es el parque de la memoria a pesar de que “había una idea de hacerlo en la ex ESMA, pero decidí que lo mejor era hacerlo a plena luz del día. No importa que ahora estemos en un momento de retroceso, hay que seguir diciendo lo que queremos de cara al sol. Ya tuvimos mucho encierro, mucho escondernos, mucho hablar bajo y con miedo”.
Ricardo Chidíchimo fue secuestrado durante los primeros días de la dictadura. Se sabe que lo pasaron por San Justo y por “el infierno” que así se conocía a la Brigada de Investigaciones de Avellaneda. “Siempre supe todo lo que se sabía. Mi familia fue muy generosa y cuidadosa conmigo y siempre me contó lo que supo, desde la primera vez que pregunté, a mis tres años. Mi mamá, que siempre estuvo, sigue aquí. Es una brújula inamovible”.
El audio de la película, de poco más de veinticinco minutos, tiene tres vertientes: el sonido del Rio de la Plata, música, y el audio original de su declaración frente a los jueces cuando declaró como testigo hace muy poco tiempo. Fue el momento en que por fin supo como contar esta historia en la que solo falta su abuela “que fue Madre de Plaza de Mayo, una de las sobrevivientes de la Iglesia Del Rosario. La recuerdo mucho saliendo de declarar”. La recuerda diciendo “misión cumplida”.
El trabajo de Camila Reborati en la música y el diseño de sonido no podría ser más solvente, la cámara de Wen Li Kohei tiene la característica rítmica perfecta y sin un solo exceso, y la interpretación de Carla Guida Johnson es de una transmisión inconmensurable. Una orquesta afinadísima bajo la dirección de Florencia que amasó sentimientos, sensaciones, relatos, palabras, recuerdos y memoria construidos desde cero para legar a esta síntesis.
“Mi papa, por una hendija, una claraboya, una ventana muy chiquita, veía lo que podía ver de día. De día porque era un lugar muy oscuro, y daba el parte meteorológico” dice Florencia mientras miramos el río, y agrega -para que no queden dudas- que “soy hija de militante. De la Juventud Universitaria Peronista. El empieza su militancia en la Iglesia del Tercer Mundo, venía de una escuela católica de Ramos, que se llama Juan XXIII. Mi madre iba al Santo Domingo. En un baile de carnaval empezaron a ser novios”.
Mientras escuchamos el audio de La hendija del tiempo, recuerda que “los dos militaban en la iglesia tercermundista, cada uno por su lado. Después comienzan a militar en la Juventud Peronista . mi mamá en la Juventud Trabajadora Peronista, porque trabajaba en el municipio de La Matanza, y mi papá en la Juventud Universitaria Peronista. Él entra en el ´68 en ciencias exactas. Es meteorólogo. Y desde el ´ 73, hasta que termina su militancia ahí, es el referente de la Juventud universitaria Peronista”.
Ahora Carla mueve las manos entre las figuras del Parque de la memoria y Florencia hace memoria de aquella memoria que guardó de todo lo que fue recabando a lo largo de toda su vida: “a mi papá se lo llevan el 20 de noviembre del ´76. Estaban armando el Partido Auténtico de La Matanza, la rama política de Montoneros”.
Florencia Chidíchimo recuerda que “esperé toda mi vida para ir a declarar y el día anterior perdí la voz. Mi compañero me daba ánimo y la voz no salía. La encontré cuando me senté. Ahí estaba mi voz”. Junto con la voz encontró las palabras que recordaban que había un pacto de su mamá con su papá: con la mamá embarazada, sólo él militaría y ella cuidaria esa vida para que hoy cuente la historia del mundo.