Cine Herida - 8 puntos

Dramaturgia y dirección: Sofia Palomino 

Actuación: Vicente Stubrin Contin, Max Suen 

Vestuario: Merlina Molina Castaño 

Diseño sonoro: Delfina Peydro 

Diseño de iluminación: Ricardo Sica

El espíritu de Andréi Tarkovski envuelve la atmósfera de Cine herida, pieza escrita y dirigida por Sofía Palomino con protagónicos de Max Suen (también colaborador en dramaturgia) y Vicente Stubrin Contin. La obra fue estrenada en la categoría de trabajos en proceso del Festival Callejón 2023, tuvo una temporada en esa sala, luego formó parte del Ciclo Reuniones en ArtHaus y ahora se presentará nuevamente en Espacio Callejón el sábado 18 de octubre a las 17.30.

Al inicio, Elías (Suen) está ubicado de espaldas al público y mira una pantalla en la que se proyectan fragmentos de un documental sobre el realizador ruso, dueño de una obra tan breve como contundente (dirigió siete largometrajes en toda su carrera). La imagen poética constituye el punto de partida y de llegada, atraviesa la escena de manera poderosa y configura sentidos que se irán desplegando a lo largo de la hora de función. "Miro todo con distancia", dice el personaje, y esa mediación está representada a través del cine. El universo de Tarkovski aparece no sólo en los aspectos visuales sino también en el tipo de preguntas que lanzan los personajes.

El director solía decir que "un artista se alimenta de su infancia toda su vida" y pueden tenderse algunos puentes con su filmografía. En La infancia de Iván (1962) se le arrebata la niñez a un chico ruso de 12 años que termina trabajando como espía entre los alemanes; Elías, por su parte, experimenta una infancia desfasada y dice "cuando era niño no logré serlo". En otro film quizás menos conocido, El espejo (1975), se relatan las memorias de un poeta moribundo a través de imágenes oníricas. Allí aparecen preguntas por el amor, los vínculos, el paso del tiempo o el sentido de la creación artística, líneas que también despliega la obra (es curiosa la suerte que corrió esa película: las autoridades prohibieron llevarla al exterior por ser "incomprensible").

Cine herida recupera en sus formas algo de ese espíritu onírico, la infancia perdida (o perpetua) y la osadía de lanzar preguntas que, en un contexto arrasado por lo urgente, podrían parecer absurdas o incluso cómicas. Hay una oscilación permanente entre lo absurdo que se vuelve cómico y viceversa. El jovencísimo Stubrin Contin (12 años) compone a un personaje fantástico de alas negras que se prende un puchito, anda en patineta y puede recordar a las criaturas que interpretan Bruno Ganz y Otto Sander en Las alas del deseo: dos ángeles visibles (sólo) para niños y hombres de corazón puro.

Tarkovski pensaba que los niños eran mucho más sabios que los adultos y los concebía como "un vínculo entre nuestro mundo, este mundo, y otro mundo, uno trascendental". Acá las identidades gemelas respresentan esos dos planos: imaginación y realidad. "Me siento muy inteligente y, al mismo tiempo, un pelotudo", dice Elías, y se enreda en sus pensamientos hasta ser rescatado por la lucidez del chico. La actuación de Stubrin Contin es asombrosa para alguien de su edad y la química con Suen despierta ternura. Las imágenes no sólo acompañan sino que componen planos en la escena y la potencian; de ese cruce también se desprende la pregunta de cómo pueden dialogar el cine y el teatro. Los dos campos trabajan con la imaginación y la fantasía desde lugares diferentes, pero generan algo que no estaba ahí antes.

Los cuerpos de los actores componen figuras, arman situaciones y tejen conversaciones que a veces llegan a puerto y otras no, más bien flotan bajo la forma de derivas y digresiones. Ese es el pulso de esta fantasía tarkovskiana. Elías le habla a Andréi y advierte que "ahora todo el mundo va rápido, están apurados". Cine herida reflexiona también sobre las nociones de tiempo, ritmo y duración. La obra en sí misma es una muestra de eso: la idea empezó en 2020 pero intervinieron muchas personas en el camino y fueron claves los apoyos institucionales como la Beca Creación del FNA o la Beca Desarrollo de Proyecto del Fondo Metropolitano para concretar el proceso.

No es un dato menor la procedencia de Palomino: la dramaturga y directora se desarrolla hace tiempo como actriz de cine, un campo que ha sido desmantelado por el retiro estatal durante la gestión mileísta. Que la obra se titule Cine herida da cuenta de un estado de cosas y el título puede resignificarse en la coyuntura actual. La camada de jóvenes que hoy debería estar enriqueciendo el acervo audiovisual como Tarkovski lo hizo en su momento en la cinematografía rusa, hoy atraviesa una parálisis. La propia Palomino decía a este diario que la suya era una búsqueda "instintivamente abierta y de mucha curiosidad": empezó en la actuación pero exploró otras disciplinas y desde esa diversidad creó esta obra que piensa el poder de las imágenes en el choque entre plano imaginario y material. Cine herida recupera el instinto lúdico que permite concretar eso que alguien anotó en un cuaderno y pensó como guión; es una apuesta a la fantasía y a la imaginación en tiempos que invitan al realismo más plano.

* Sábado 18 de octubre a las 17.30 en Espacio Callejón (Humahuaca 3759). Las entradas están disponibles por Alternativa Teatral.