En el marco de la XV Feria del Libro de Salta se llevó adelante un encuentro entre editoras, libreros, gestores y docentes del campo editorial del NOA y de Bolivia. Mientras se compartían empanadas, se habló del libro como si se hablara de futuro, ya que se apostó a la posibilidad de construir algo más allá de los límites provinciales o nacionales.

El encuentro, convocado por la Secretaría de Cultura de la provincia, reunió a representantes de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Cafayate y Santa Cruz de la Sierra. El fin es consolidar un espacio de intercambio y formación que permita profesionalizar la tarea editorial en la región, así como fortalecer la circulación de producciones y construir políticas culturales compartidas. “Es un encuentro semilla”, coincidieron varios de los presentes el jueves último. 

En ese marco, desde Jujuy llegó el equipo de la Tecnicatura Universitaria en Gestión y Producción Editorial de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), encabezado por el decano de la Facultad de Humanidades, César Arrueta, junto a la Paola Audisio y el docente Pablo Méndez Calado.

“Salimos como NOA o no salimos”

El secretario de Cultura de Salta, Diego Ashur Más, abrió el diálogo con una reflexión sobre el papel del Estado y la academia en la formación de un campo editorial sólido. Destacó la iniciativa de la tecnicatura jujeña, que resulta un respaldo académico, que a veces suele ser débil en el campo editorial. El secretario aseguró que se trata de "otro tipo de formación" ya que se "accede a calidad, revisión hecha por pares, y además, regional”. 

En ese sentido, Ashur Más subrayó que "el desarrollo cultural del norte argentino necesita pensarse en clave regional, más allá de los límites administrativos." "Ustedes saben lo que pensamos, al menos desde la provincia de Salta decimos que salimos como NOA o no salimos", expresó. Señaló que ninguna provincia tiene la potencia, la demografía o el nivel de inversión para trabajar de manera solitaria por lo que el trabajo colectivo desde las jurisdicciones cercanas es esencial. El funcionario es además el presidente del NOA Cultura, donde están las seis provincias de la región, y persigue un trabajo en conjunto.

Editores y libreros de la región NOA


El secretario celebró que Jujuy haya traído su experiencia universitaria a la Feria del Libro de Salta, y llamó a “apropiarse de la herramienta pública” que representa la tecnicatura: “Es de una universidad pública, nos pertenece a todos y a todas". Por eso motivó a que la use, dándole volumen y aportando información. "Para tomar buenas decisiones necesitamos datos", saber qué se vende, cuánto se vende, quiénes escriben y qué escriben, indicó. "Sin datos, seguimos con el método ‘pento digital oscilante’, el más o menos, me parece. Para crecer hay que construir información y compartirla", manifestó. 

Ashur propuso además ampliar la mirada hacia una integración transfronteriza. En ese sentido, destacó la participación de una comitiva que llegó desde Bolivia. "Está Santa Cruz de la Sierra amablemente visitándonos, que creemos que es nuestra región. No tanto mirar al sur, sino mirar al norte, ver Paraguay, ver Bolivia, ver el norte de Chile. Esa también es nuestra área de influencia cultural", invitó. 

“Profesionalizar no es academicizar”

Desde Jujuy, el decano César Arrueta explicó que la tecnicatura universitaria en gestión y producción editorial nació como respuesta a una necesidad largamente postergada. Contó que vino a dar respuesta a las demandas de editores independientes y de jóvenes interesados en los nuevos mercados y formatos.

"No habíamos sido capaces de canalizar una propuesta curricular que los integre", y fue una sorpresa cuando se lanzó la inscripción de una primera camada. "Comenzamos hace dos años con 1.500 inscriptos, y enseguida se generó una red regional con Salta, porque entendemos que este es un sector pujante que hace a la cultura en todas sus formas", destacó. 

César Arrueta


El académico señaló que profesionalizar la actividad no significa quitarle su carácter autogestivo o creativo, sino darle herramientas para sostenerla en un contexto adverso. Por ello, insistió en que "profesionalizar no significa que la universidad aporte saberes cerrados, sino cómo entre saberes existentes y nuevos podemos afrontar los desafíos". Afirmó que existe una "enorme capacidad hacedora, mucha voluntad colectiva", pero eso no alcanza, por lo que academia puede ayudar a ordenar y potenciar.

También marcó la necesidad de formar redes de colaboración entre provincias para mejorar la circulación y distribución del libro regional. Dijo que cuando existe la colaboración de otras universidades o provincias, "los trayectos se acortan y lo que parece lejos se aproxima", se compartan producciones y se convierte a la universidad en articuladora de esos intereses. 

El libro como militancia política

Desde su mirada como investigador y docente de la tecnicatura, Pablo Méndez Calado aportó una perspectiva más estructural. Señaló que las políticas editoriales son un caso particular de las políticas culturales, ya que se trata de acciones del Estado, de organizaciones o de privados que impactan sobre el campo cultural. "Pero también pueden ser políticas que apelan a la cultura para impactar sobre otras problemáticas", precisó. 

El académico explicó que las editoriales independientes hoy son actores políticos de primer orden, sobre todo en un contexto de concentración y desigualdad. Recordó que después de los años 90 el sector editorial se reinventó, "las editoriales independientes ya no solo editan libros" sino que "generan talleres, ferias, espacios de formación, militan temas específicos". Esto las convierte en "actores políticos, porque intervienen en debates y problemáticas colectivas", sostuvo. 


Con su tono provocador, Méndez Calado subrayó que el libro tiene “una doble dimensión: simbólica y económica”. Ironizando, dijo que "los editores tienen la mala costumbre de querer comer todos los días" por lo que "hay que convertir el libro en proteína". En ese sentido, aseguró que el gran desafío es sostener el equilibrio entre lo comercial y lo cultural. "El campo independiente es el espacio donde se resguarda ese equilibrio frente a los grandes conglomerados", afirmó.

El docente remarcó la diferencia entre la lógica del catálogo -que construye identidad- y la lógica del best seller -que busca la rentabilidad inmediata. Expresó que el editor tradicional busca construir un catálogo, su capital simbólico; mientras que la lógica comercial, saca libros de circulación para hacer lugar a los nuevos. "Hoy convivimos con ambas lógicas, y el desafío es sostener el peso de lo cultural frente al peso del mercado", manifestó.

Autogestión, jóvenes y nuevos formatos

Desde Salta, Noelia Fath, escritora, poeta y fundadora del espacio cultural Bar de Letras, llevó la conversación hacia el territorio de la autogestión y la juventud. Su proyecto nació una semana antes del confinamiento de 2020 y, desde entonces, mutó a un formato itinerante de promoción artística. 

Contó que acompañan a artistas jóvenes, no solo desde la literatura, también desde la música, las artes visuales y el teatro. Dijo que en lo editorial los ayudan a editar sus propios libros, ya sean fanzines, libros objeto o ediciones pequeñas. "Todo tiene el mismo proceso: idea, diseño, representación del autor", detalló. 

Noelia Fath


En ese sentido, Fath defendió la inclusión de esos formatos en las ferias oficiales. Señaló que  un fanzine o un cuaderno de autor también son libros aunque no estén escritos todavía, están naciendo. Aseguró que "son nuevas formas de libro y deberían tener un lugar", por lo que "es necesario ampliar esa mirada.”

Su relato también fue testimonio de la resistencia cultural cotidiana: “Bar de Letras se fue reinventando con los años. Empezamos en un café de doce metros cuadrados y hoy somos itinerantes". La artista dijo que han pasado más de 200 artistas por las ferias que organizan y se sostienen bajo la premisa de que "el arte vale por lo que es, no por dónde está.”

Santa Cruz, una puerta abierta al norte

La voz de Melissa Pereira, gerente de la Cámara Departamental del Libro de Santa Cruz de la Sierra, sumó la perspectiva internacional. Su entidad organiza desde 1999 la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz, que ya cumple 25 años.

“Somos una institución sin fines de lucro dedicada al fomento de la lectura, las bibliotecas y la literatura boliviana", narró. Aseguró que llegar a Salta fue muy positivo, porque comenzó una alianza entre Santa Cruz y Salta, entre Bolivia y Argentina, para el intercambio de escritores, editoriales y experiencias.

Melissa Pereira, a la derecha


Pereira adelantó que el próximo año buscarán que Salta esté en la feria de Santa Cruz como provincia internacional invitada. “Queremos que participen escritores y editoriales. Somos países vecinos, no estamos lejos, y es importante que la literatura boliviana se lea en Argentina y la argentina, en Bolivia. Queremos que esta alianza continúe todos los años.”

La sobremesa cerró sin documentos ni convenios, pero con una convicción compartida: que el libro, más que un objeto, es una forma de tejido social. Cada intervención, cada diagnóstico, pareció un hilo que, al entrelazarse, comenzó a formar una trama regional, desde la propia provincia, pasando por la región del NOA y llegando a Sudamérica. 

La iniciativa toma mayor relevancia en un contexto nacional en el que la cultura atraviesa recortes presupuestarios y vaciamiento estatal. Es por eso que el gesto de reunirse, pensar, compartir y planificar se volvió político. En el norte argentino -tan históricamente relegado de las políticas culturales centrales-, la idea de una política editorial del NOA suena cada vez menos utópica y más urgente.