Desde Córdoba

Todos somos comunicadores. Hoy contar con un teléfono celular con conexión a Internet nos habilita para contar lo que sea. Mandar un correo, publicar algo en Facebook o hacer un retweet es comunicar. De acuerdo a información recopilada por el sitio We Are Social (agencia mundial de investigación), los argentinos pasan un promedio de 3 horas y 13 minutos al día en Facebook y otras redes, ocupando el tercer lugar mundial. Según el mismo sitio, los usuarios argentinos dedican al consumo de Internet por día 4:44 horas en la computadora y 3:30 desde el teléfono celular. De ese tiempo, 193 minutos se destinan a revisar las redes sociales.

En la actualidad grabamos videos con el teléfono en alta calidad, los editamos y los subimos a YouTube en pocos minutos. Cubrimos eventos con un par de auriculares, un teléfono y conexión 4G. Programar un viaje para realizar documentales, notas e informes ya casi no es una tendencia. Todo lo contrario. Se programan vacaciones y es allí donde el comunicador o alguien con alma o deseo de comunicar saca su teléfono, captura momentos en videos e imágenes y finalmente se decide a enviar a las distintas redacciones su material audiovisual para ser publicado.

Estas son las comunicaciones auténticas. Las que el lector elige para leer, creer y hasta comentar tratando de obtener un feedback por parte del autor. ¿Por qué? Porque simplemente no tiene otra intención más que transmitir la vivencia real de quien capturó esas imágenes y desea compartirlas con el mundo sin necesidad de mediaciones ni filtro editorial.

Hay nuevas formas de producir, marcadas por los nuevos consumidores. Es cierto que estamos acostumbrados a contar (narrar) a nuestro modo, como lo aprendimos durante nuestra formación o como se acostumbra en el lugar donde residimos. Lo indudable es que hoy la tendencia la marca el consumidor. Pero, ¿quién consume? ¡Nosotros!

Quienes consumimos diferentes medios de comunicación permanentemente, sabemos que no nos interesan textos interminables ni podcasts largos. Todo lo contrario. Buscamos flashes de información: comunicaciones breves, precisas y que en lo posible, entren en 140 caracteres.

Varias cuestiones fundamentan estos requisitos inconscientes: el soporte desde el cual vemos, leemos o escuchamos las noticias y el tiempo que tenemos para verlo, antes de hacer zapping o hacer clic en un enlace e irnos a otra web. 

Ya no se considera consumidor únicamente al lector de un diario o suscriptor de una revista. Hoy, crear un álbum de fotos en Instagram significa pensar qué imágenes voy a seleccionar para saber con precisión qué voy a comunicar para el grupo de seguidores que tengo en mi cuenta, por ejemplo.

Producir contenido es entonces, saber qué queremos mostrar, ya no sólo saber qué vamos a sentarnos a escribir. Los nuevos medios de comunicación online son un ejemplo claro de cómo los consumidores marcaron la tendencia de qué quieren consumir, cómo y cuándo, al obligar a los antiguos diarios “sábana” a reorganizar su contenido al tabloide, o rediseñar sus sitios digitales para adaptarse a cualquier dispositivo desde el que se esté leyendo, como teléfonos inteligentes, tablets o computadoras personales.

El contenido por ende también sufrió cambios: textos más cortos y concretos, capaces de ser compartidos en las distintas redes sociales, hasta directamente hacerse publicaciones en las nuevas “historias” de Instagram, cronicando con fotos o videos lo que ocurre en un evento, show o lugar de los hechos de una determinada noticia.

* Docente Comunicación Audiovisual, Universidad Blas Pascal.