A Guido Carmona le interesa lo híbrido, lo que no es fijo, lo que no se puede definir tan fácilmente. El cantante, compositor, performer y artista multifacético detrás del proyecto Un Muerto Más acaba de publicar De amor (2025), un disco con once canciones que también se puede ver en formato audiovisual y que tiene su origen en una serie de poesías de amor y desamor. "Lo importante para mí era contar una historia de principio a fin y plasmar las ideas a través de imágenes. De amor es un rompecabezas que cuenta la historia de un corazón que busca sanar para volver a romperse", sintetiza el artista autodidacta de 32 años que se toca este jueves 23/10 en el Teatro Vorterix.
El alter ego Un Muerto Más surgió en días de encierro pandémico y, de alguna manera, el proyecto absorbió la incertidumbre de ésa época. Pero Guido convirtió esa confusión en expresiones artísticas. La primera obra que publicó como solista fue el disco Verano en invierno, en 2022. "Es un proyecto que arranca en cuarentena, entonces lo más fácil y obvio era una sensación de muerte en vida y no saber qué iba a ocurrir", dice. "Y de sentirme 'un muerto más' dentro de un mono ambiente. También me gusta mucho, sobre todo en la composición visual y en las letras, la exageración como recurso: llevar al extremo sensaciones y sentimientos. En un punto, Un Muerto Más es un muerto más de amor, un muerto más de dolor, un muerto más de angustia, de alegría."
Su reciente álbum es, en principio, un cuerpo de canciones que transitan por el rock y el pop argentino, con algunos desvíos por la música anglosajona. "Soy de una generación que creció con canciones de Andrés Calamaro, Fito Páez y Charly García. Hay algo de la canción argentina que está muy presente en nuestro ADN y, por más que uno le quiera escapar, siempre vuelve. De todas formas, no me gusta definirme en un género, sino buscar la mejor sonoridad para lo que estoy queriendo decir", aclara sobre la paleta de colores, que va desde los mencionados hasta The Strokes, Gorillaz y el funk brasilero.
Pero, sobre todo, se trata de un trabajo integral que ofrece imágenes en movimiento en YouTube –del formato videoclip a la película más clásica– y un despliegue teatral y performático en vivo. El amor y la muerte, como dos juegos de espejo, son los tópicos centrales de la obra. Entre canción y canción, una pareja va contando a través de breves diálogos cotidianos una relación amorosa, desde su esplendor hasta su final. Con dirección de Matías Alegre, el film es un relato conceptual y poético que reflexiona sin solemnidad sobre las heridas del amor y el proceso de sanación.
- ¿Cómo nace la idea de armar una obra integral?
- Desde siempre el proyecto tuvo la idea de ser algo así. En los shows se empezó a sumar algo performático y teatral. Después, en las redes sociales apareció algo más poético. Para este disco estuve componiendo todos los días y compartía muchos de esos escritos en redes. La gente los empezó a interpretar como poesías y empecé compartir el proceso. Me gusta mucho ahondar en distintas disciplinas y siempre tuve ganas de hacer una obra que no fuese solamente un disco. Ahora que el proyecto es más conocido, conseguí con mucho esfuerzo armar un equipo para la película. Es una mezcla de videoálbum, videoarte, algo medio extraño. Busqué gente que viniera de todos los rubros audiovisuales, no sólo del cine. Gente de series, televisión, redes y moda. Esta película se hizo con mucha libertad y cada uno hizo lo que quiso.
"Morí tantas veces esta semana/ que si vuelvo a estar vivo me muero mañana/ Morí por tus ojos, por esa mirada/ moría por tu boca ese fin de semana", canta en "Tiempo". "Me interesaba contar una historia que jugara mucho entre el amor y la muerte. El amor no cumple muchas veces el sinónimo de romántico ni la muerte cumple lo que sería el velorio y el entierro, sino que son como distintas analogías a situaciones vinculadas a la vida común, porque muchas veces uno se muere en vida o se enamora de su pasión. Es bastante explícito y crudo, pero dentro de esa profundidad se encuentra esa metáfora. Y al no ser una película tan clara o lineal, le permite al espectador sentirse identificado."
- El amor puede derivar en algo trágico y la muerte puede ser el final de un proceso malo, es decir, un alivio o una trasmutación...
- Sí. Ese matiz está. Puede existir el lado oscuro del amor y la representación de ese lado que es el más frágil. Y lo mismo con la muerte: ¿cuántas veces uno muere en vida? ¿cuántas veces uno necesita resucitar o simplemente está sobreviviendo? O una expresión tan simple como "me muero de ganas de verte". La muerte es algo inminente. La tratamos de olvidar pero siempre está ahí y es una de las pocas certezas que tenemos en la vida. Hay una frase que está puesta el principio de la película: "El que no arriesga no ama". El amor es un juego que uno sabe que lo más probable es que vaya a perder, pero sin embargo elige jugarlo igual. Uno no juega por el triunfo, sino porque vale la pena jugarlo; porque vale la pena también esa muerte o final. El recorrido es lo que importa, porque el amor no es un negocio para ganar.
"No me considero ni cantante ni actor ni performer ni poeta y sin embargo hago todo eso", resalta Guido, fiel a su estilo irreverente y desfachatado. "Mi única formación es que con mi anterior proyecto, Paprika, tocábamos todos los días en la calle. Entonces, ahí hubo una escuela de tratar de llamar la atención y hacer que la gente deje plata en la gorra", explica. "Ahí nació una necesidad más performática o actoral. En la calle pasa una jubilada, un nene que va al colegio, un tipo que va a la oficina y una persona en situación de calle, no hay un público definido."
Y completa la idea: "Entonces, uno tiene que intentar que la gente escuche. Todos esos años me han permitido entender que el escenario era todo lo que estaba ocurriendo alrededor. Siempre me interesó mucho el arte e intenté estar muy ligado a eso. Soy muy inquieto, pero también soy cararrota. Un día se me da por escribir una poesía y al otro día por cantar. Eso arrancó como un juego y se terminó convirtiendo en mi profesión. Nunca dejo de sentir que estoy jugando y me gusta decir que le falto el respeto a todas las disciplinas".
- "Afuera está todo mal, pero por suerte te quiero", cantás en "Supermercado". ¿Se necesita en esta época tan compleja apelar al amor en una obra artística?
- Es muy difícil ser argentino y pasar por alto las cuestiones que ocurren alrededor, ya sean económicas, sociales o políticas. Con solo salir a la calle uno siente todo lo que está ocurriendo y creo que son tiempos difíciles, donde el arte no sÓlo actúa de entretenimiento sino que también te da un poder para decir muchas cosas. Siempre me gustó como artista tener esa posibilidad de decirlo a mi manera. Las incertidumbres argentinas, económicas y sociales, se sienten en todos lados. Y uno no puede no hablar de eso; es el tema de conversación en la parada del colectivo, con tus amigos o en una cena familiar. La escritura en mi vida es algo casi terapéutico y un ejercicio que tengo asimilado desde el secundario. Uno escribe sobre las cosas que le pasan y es muy difícil cuando no llegás a pagar el alquiler o tus amigos atraviesan situaciones complicadas. No alcanza sólo con amor si la gente tiene hambre, pero al mismo tiempo es una forma de decir "estamos todos en esta, intentemos agarrarnos de nosotros mismos".
Y en un panorama cultural tan condicionado por las plataformas digitales, la inmediatez de los algoritmos y la hegemonía de la imagen, tampoco alcanza sólo con las canciones, ¿no?
Creo que tiene mucho que ver con cada artista. Nunca hubo una fórmula ni una forma de que las cosas sean mejores o peores. Cada artista tiene su forma de decir las cosas. A mí me gusta sentir que estoy a la altura de ser un artista. Hay algo de la entrega y la integralidad, mientras quizás en este momento se siente un poco más vacío o más rápido el consumo. Tengo sentimientos encontrados con eso. Por un lado, me parece que es terrible que el consumo se convierta en eso, pero por otro creo que siguen existiendo obras y artistas que van más allá de eso. Soy consciente de que hoy en día cualquier persona tiene la posibilidad de con una placa y una compu hacer un disco y a través de las redes sociales conseguir un montón de público. Como todo en la vida, es un arma de doble filo y hay artistas que lo saben utilizar muy bien y otros que se nublan un poco más. Creo que a las redes sociales hay que usarlas con cuidado y no hay que tener la atención tan encima de eso. A la vez, son un motor para que te conozca gente nueva y un lugar donde tenemos acceso gratuito a una forma de arte.


