En el marco electoral, EE.UU. brinda una ayuda económica y simbólica casi de excepción a la Argentina. Por eso, en repetidas ocasiones se les ha preguntado a los funcionarios del gobierno libertario, incluso al propio Javier Milei, qué entregaría a cambio. Nadie puede creer en pleno siglo XXI que la gestión de Donald Trump, a través del titular del tesoro Scott Bessent, brinde todas sus herramientas financieras a disposición por el simple hecho de querer colaborar con una “nación amiga” para que gane las elecciones. Hasta aquí, todas hipótesis y sospechas. Sin embargo, Diego Hurtado, investigador del Conicet, físico e historiador de la ciencia, brinda algunas pistas mejor calibradas para poder desmenuzar en qué términos se produce un nuevo capítulo del vínculo entre Argentina y EE.UU. Básicamente, se trata de pensar la transición energética y qué lugar podrá ocupar la nación, a partir de compromisos firmados.

En una presentación reciente en el Congreso, Hurtado, que también fue secretario de Planeamiento y Política en el exministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, expuso: “Las declaraciones de Bessent se enmarcan en la firma de un memorándum de cooperación para la gobernanza, la inversión y seguridad de las cadenas de suministro a nivel global. Esto lo firma Argentina con EE.UU. Cuando uno escarba un poquito se encuentra que este memorándum se inserta en la estrategia norteamericana que llaman ‘Alianza para la seguridad de los minerales críticos’”.

Y luego continúa: “Entre otros países, esta Alianza es integrada por Australia, Canadá, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Japón y Noruega. Argentina, que firmó el memorándum, no está en la Alianza. En cambio, sí integra el foro que EE.UU. arma para responder a esta Alianza. ¿Quiénes están en este foro? Argentina, República Democrática del Congo, República Dominicana, Ecuador, Namibia, Perú, Serbia, Ucrania, Uzbekistán y Zambia. Es decir, quienes apoyaron esto, están eligiendo el lugar de Argentina en la última línea del subdesarrollo”, sostiene Hurtado.

El memorándum, que se puede hallar en el sitio del Departamento de Estado de EE.UU., fue firmado por la entonces canciller Diana Mondino. Consultado por Página/12, Hurtado cuenta más detalles: “El foro está conformado por países que aportan la materia prima. Firmar un memorándum es una manera de explicitar que este gobierno siempre vio en Argentina a un país que se integra a la última línea del subdesarrollo”. De aquí que, en pleno siglo XXI, Argentina sea ubicada por el gobierno de Estados Unidos y el de Milei como una simple colonia de la cual se pueden extraer recursos naturales.

Del mismo modo, relata el científico, a través del Programa First (Fundamental Infrastructure for the Responsible Use of Small Modular Reactor Technology), Argentina se comprometió en septiembre pasado a comprar los pequeños reactores modulares producidos por la industria nuclear norteamericana. La paradoja es que Argentina poseía su proyecto autóctono denominado Carem (que, de haber concluido, podría haber vendido energía por 4 mil millones de dólares). Por eso, decide paralizar los desarrollos propios y comprar a mediano plazo una tecnología muy similar, pero elaborada por EE.UU.

Hurtado lo explica de este modo: “El Programa First forma parte de una serie de órdenes ejecutivas firmadas por Trump. Es el instrumento para conformar el rebaño de países que le comprarán sus reactores y Argentina es uno de ellos. En paralelo, el gobierno libertario decidió paralizar la fabricación del Carem, de la misma manera que Menem elegía desmantelar al sector nuclear para llevar una política exterior de alineamiento incondicional. El paralelismo es muy claro”.

Tierra rica (y arrasada)

Los minerales críticos son aquellos que generan una demanda global de acuerdo a su lugar estratégico en las economías internacionales. Desempeñan un rol en la transición energética: proceso por intermedio del cual el mundo busca reemplazar a los combustibles fósiles por otras energías consideradas “limpias”. “El vanadio, el galio, el cobalto, el níquel, el litio, las tierras raras, el cobre, el platino y el uranio son algunos de los considerados críticos. Aunque algunos como el cobre y el uranio a veces no aparecen entre los denominados ‘minerales críticos’, lo que me parece que hay que entender es que su relevancia es y será muy marcada. Por eso, los sumo a esta lista”, enumera Hurtado.

Asimismo, las tierras raras (que son ni tierras ni son raras de hallar) remiten a un conjunto de 17 elementos de la tabla periódica de los elementos químicos metálicos (entre los que se hallan algunos como Lantano, Cerio, Praseodimio, Neodimio, Prometio, Samario, Europio, Gadolinio), que son fundamentales para el presente y podrían ser aún más relevantes de cara al futuro. Son elementos que se emplean para la fabricación de celulares, computadoras, autos eléctricos, misiles, turbinas eólicas, satélites y equipos médicos, y que preocupan a EE.UU. en la medida en que son monopolizados por China, que concentra un 80 por ciento de su producción y procesamiento.

En este marco, Argentina constituye un país ideal para EE.UU.. “Nuestra nación es geológicamente diversa y rica. Además, tenemos bajísimas capacidades de regular nuestras riquezas: las corporaciones que se llevan el litio, por ejemplo, cometen fraudes al subdeclarar las exportaciones que realizan, a partir de precios ficticios y contabilidad imaginaria. Nuestro país no tiene la decisión política, la voluntad de controlar esto. De hecho, tenemos un ministerio de Desregulación que se jacta de seguir bajando los controles”, destaca Hurtado.

En efecto, si existen estafas internacionales con el litio que las corporaciones extraen del norte argentino, no es muy difícil imaginar lo que podría estar sucediendo con otros minerales que tienen menos marketing, pero pueden llegar a jugar un papel de importancia a mediano plazo.

Un presidente a medida

Los acuerdos y pactos que realiza EE.UU. se explican por el apuro del presidente Trump por no perder la disputa geopolítica principal. La carrera con China es por el desarrollo tecnológico, que solo será posible a partir del control de las cadenas de fabricación. El gigante asiático se ha asegurado, durante las últimas dos décadas, cierta autonomía para poder moverse en el terreno internacional con relativa plasticidad. No parece suceder lo mismo con EE.UU pues si la globalización se terminara y cada nación debiera ser autosuficiente, Oriente contaría con mejores herramientas que la potencia occidental.

En este escenario de guerra fría renovada, Argentina se posiciona de una manera muy específica. “Venimos de los 12 años de kirchnerismo en que la cosa marchaba en otra dirección. El macrismo quiso y revirtió esa orientación, a partir de la paralización de Arsat y de la producción pública de medicamentos, pero no llegó a los niveles explícitos como lo hace el gobierno de Milei. Esto que vivimos hoy es un salto al vacío, hacia un lugar difícil de explicar”.

Y remata: “Hoy sabemos que Milei es un producto de diseño geopolítico; no es casualidad que aparezca después de Bolsonaro. Vienen los del JP Morgan al país, estacionan sus aviones de lujo, van al Colón, se toman un champagne carísimo. Salvo por algunos detalles, es una foto del siglo XIX. Milei no se explica por variables internas solamente; es claramente el resultado de un diseño geopolítico”.