La relación entre el metal y el folclore podría resultar impensada, y sin embargo, Ana Patané y Pablo Chihade la exploran y desglosan en canciones conocidas pero que resultan nuevas, a partir de la indagación y mixtura rítmica que practican. Ramanegra Dúo presenta Versiones Folclóricas del Metal, su nuevo disco, este viernes a las 21 en la Terraza de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085).
En Versiones Folclóricas del Metal, milonga, chacarera, chamamé, joropo venezolano, dialogan con letras y melodías de Hermética, Almafuerte, V8, Malón, Rata Blanca y Horcas. Una exploración que la propia Ana Patané supo llevar adelante con su trabajo anterior y solista, Ajeno al Tiempo (2023), a partir de la relectura de los clásicos de Hermética. Allí trabó conocimiento con el guitarrista Pablo Chihade, y entre los dos surgió una afinidad que dio origen a Ramanegra.
“Con Ajeno al Tiempo, medio que hice un salteadito de músicos, que se pudieran copar con esta idea de versionar a Hermética, pero fue un poquito con cada uno. Pero Ramanegra es otra cosa, es algo que, justamente, echa raíz. Somos nosotros dos y en un formato muy sencillo, austero, que no deja de tener fuerza y presencia. Tenemos una identidad más definida, gracias también a los arreglos musicales de Pablo y su conocimiento de la música folclórica”, comenta Ana Patané a Rosario/12.
-¿Cómo se da la relación creativa entre los dos?
-Los arreglos musicales y la transformación del metal a folclore, es trabajo suyo, Pablo tiene bastante recorrido con lo que es la música folclórica. Yo también, pero no como él, porque se afianzó y se identificó más con el género folclórico. Al momento de elegir los temas, nos tienen que resonar mucho la letra, tener ganas de decir lo que dice, y que se puedan traducir a otro ritmo, a otro género. Tenemos un repertorio de aproximadamente 18 temas. Y todos fueron saliendo en vivo o durante las pocas veces en las que podemos juntarnos. Realmente, es algo muy espontáneo. Por ejemplo, en el disco hay un tema de Rata Blanca, “Guerrero del arco iris”; Rata Blanca era una banda que no veníamos versionando, y cuando miramos la lista de temas para el disco, se lo hice notar a Pablo. Ahí mismo en el estudio, grabando, le propuse el tema, él agarró la guitarra y lo empezamos a hacer, un poco entre los dos. Después, tocándolos en vivo, los temas se van acentuando y sellando.
-Así como los arreglos de Pablo, pienso en tu calidad interpretativa.
-Entreno mi voz, todos los días; y me animo a decir que casi no escucho folclore, pero me gusta mucho la música andina. Hicimos, por ejemplo, “Sentir indiano” en una especie de huayno. Puedo decirte que, para mí, hay una parte más, vamos a decir, femenina e intuitiva, que es la de poder conectar con cierto inconsciente colectivo y saber cómo interpretar, por ejemplo, un huayno. Yo lo siento así. Me conecto con el espíritu de la chacarera y lo hago como me sale, como lo siento. Pero tampoco es una interpretación tan libre.
-En esa relación intuitiva hay algo increíble, porque descubren un vínculo a veces impensado entre el metal y el folclore.
-En el tema original de “Sentir indiano” se escucha un ritmo norteño atrás, es algo que está un poco implícito. Pero después hay otros temas, como el de Malón, “Bajo el dominio danzante”, que ni a palos tiene una guajira por detrás, pero bueno, ahí está la magia alquímica de transformar un tema de metal a una guajira. Con temas como “Río Paraná”, simplemente hicimos la versión propia de un tema que ya es folklórico, es del disco Peso Argento, cuando Iorio abrió directamente la puerta de unión del metal con el folclore. Al tema “Destrucción” de V8, lo hicimos en joropo venezolano, cuando originalmente no tiene ni un vestigio semejante, encima es un ritmo que ya trasciende las fronteras argentinas; creo que hay bastante originalidad en las versiones.
-Ni qué decir de la actualidad que tienen las letras, lamentablemente.
-Sí, no dejamos de sorprendernos. El metal siempre fue coherente, y es lamentable que letras que fueron escritas hace 30 años tengan total vigencia y sentido. Esto le da más vitalidad a lo que estamos haciendo, más sentido todavía, al proyecto, al dúo; porque no es solamente “Ay, mirá qué copada la letra”, sino, “Mirá cómo la historia se repite”. Si esto fue escrito hace 30 años, ¿qué nos pasó? Las letras que elegimos tienen para mí un mensaje general, y que es cuestionarnos como humanidad. Cuestionarnos a dónde fuimos a parar, en qué nos convertimos. Y eso también es un poco ajeno al tiempo, es también un cuestionamiento que la humanidad se puede hacer, en cualquier momento, y creo que ahora estamos en un pozo bastante oscuro, un punto de inflexión del que, tal vez, no haya retorno. Yo me siento honrada de poder llevar adelante esto, de cantar estas letras, que si bien no son mías, las estoy cantando en este contexto; a lo mejor, puedan ayudar a despertar un par de, no sé, ¿conciencias?

