El cuento por su autor

Los que persiguen tormentas está basado en una noticia sobre una pareja de EE. UU. que denunció que su hijo de seis años había salido volando en un globo aerostático de fabricación casera. La policía y los bomberos lo buscaron durante horas, solo para descubrir que se trataba de una farsa.

El impulso de escribir ficción empieza, para mí, en el acto de mirar y en el deseo de ser otra. También en leer y rescatar historias simples como ésta, que interpelan nuestro presente, que generan preguntas, sonrisas y, a veces, también escalofríos. En mi computadora tengo un archivo con noticias de todo el mundo. Es interesante cómo, gracias a la ficción, la historia que salió en un diario se abre a sus múltiples posibilidades y se vuelve otra. Eso me gusta. Leer los medios así es uno de los modos en que un escritor puede pensar, cuestionar y reinventar, casi sin proponérselo, la época en la que vive. También es un modo de percibirla a través de un lente que vaya más allá del yo. En mi colección de noticias hay de todo: desde palomas suicidas en Rusia,  hasta la banda de una Barbie inglesa que robaba countries en la provincia de Buenos Aires, pasando por una mujer criada por lobos. Algunas, ya convertidas en cuentos, forman parte de mi último libro, El amor es una catástrofe natural.