Casi puntual, adaptándose a nuestra costumbre horaria, salió del camarín rumbo al escenario un viernes otoñal. De niño y de la voz de mi querido profesor de batería Jorge Gravina escucho las peripecias y audacias musicales que realizaba su amigo en Francia, país en el cual vive y desarrolla su arte desde hace casi 40 años de residencia.

Comenzó su show solo en su piano con cadencias armoniosas y tonales pero con tempos variables, generando los primeros aplausos del público de la ciudad que lo vio nacer. La cosa prosiguió con ese aire improvisativo típico del free jazz mientras se incorporaban sus compañeros musicales a escena, hasta que el oído detecto la canción Arrinconándose incluida en su último álbum lanzado al mercado por Blue Art Records titulado Cuando el Alba. Sin dudas una de las canciones hits con mixtura a milonga, jazz fusión y hasta con aire sambero brasileño.

Luego fue el turno de recordar Lo obvio según yo incluida en aquel primer trabajo discográfico dentro del rock progresivo llamado Síntesis, grabado en Buenos Aires el 24 de marzo de 1976, fecha histórica y complicada para nuestro país si las hubo. El mutiinstrumentista (piano, guitarra, clarinete, percusión & canto) mostró sus dotes colgándose la guitarra eléctrica y produciendo al mismo tiempo con su voz un scat de estilo arabesco, logrando clímax y cambios rítmicos típicos del estilo setentoso.

Otro de sus éxitos sonó en escena, el recordado F7 incluido en su disco Elefantes, un verdadero divertimento musical no solo para los músicos ejecutantes sino también para el oyente. Pegadiza canción de compas irregular, con mezcla de jazz y rock sinfónico.

Turno para Cuando el Alba, tema que le da título al álbum en el cual Jorge con aire urbano, ciudadano y tanguero desplegó su excelente sonido e interpretación del clarinete. Luego a manera de intro y cita del famoso Frére Jacques, una de las canciones populares infantiles más conocidas de origen francés como prólogo de un temazo llamado Tres Niños a dúo con batería y clima de emoción al estilo Mitchell Forman y uno de los aplausos más llenos y cerrados de la noche junto a Na te pido, Na te debo, única canción cantada en francés.

Punto aparte para la gran labor de Julián Ribero en batería, con el toque justo super musical y al servicio del lenguaje del jazz como así también para el excelente contrabajista Fermín Suarez de gran sonido e impronta. Dio mucha alegría ver a dos jovencitos mezclados con un grande del jazz, lo que demuestra una vez más que no existen barreras y que la música solo une generaciones.

-‑No dejes de estudiar guitarra, música ‑le dijo su padre‑, algún día me lo vas a agradecer. 

"No claudiques, sigue siempre para adelante...", pregonaban las cartas manuscritas que recibía ya en el exilio de su profesor el gran Santiago Grande Castelli.

Gracias a ellos hoy somos nosotros los que debemos agradecer.

Gracias al paso del tiempo y a la radio pude conocer en persona a Jorge Migoya, estrechar sus manos y de a poco develar sus misterios con los cuales me crié.