El reciente “decretazo” de Macri incluyó medidas de flexibilización laboral que no pudo lograr con acuerdo de la CGT. La posibilidad de embargar los sueldos de los trabajadores o la reducción de sanciones a empresas que hayan evadido las leyes laborales o no hayan pagado cargas sociales era parte del frustrado paquete de la reforma laboral, que Cambiemos no pudo obtener a través del Congreso de la Nación. La bandera de la “institucionalidad” es muy pronto desechada cuando el plan de ajuste encuentra resistencias.

En la provincia de Buenos Aires Vidal sigue las mismas prácticas: se conoció la notificación que los maestros bonaerenses recibieron el viernes junto a su recibo de sueldo, una “invitación” a desafiliarse de la organización gremial a la que pertenecen. Se trata apenas de un capítulo más en las aspiraciones de Cambiemos por quebrar los lazos de solidaridad entre los trabajadores de distintos sectores. En el caso de los maestros, los intentos comenzaron con la negativa del Gobierno nacional a llamar a paritarias, luego la campaña en redes sociales para sumar “voluntarios” sin ningún tipo de calificación para dar clases y el posterior pago de un incentivo a quien se presentara a trabajar a pesar de la medida decidida por la representación de la mayoría de los maestros.

Estas conductas son prácticas antisindicales, desleales y discriminatorias, que violan la Libertad Sindical y están prohibidas por la ley de asociaciones sindicales. Los maestros, y los trabajadores en general, siempre lograron conquistar sus derechos de forma organizada. El protocolo de Vidal es ilegal y persecutorio. El regreso a la ética del “emprendedor” y a la interpelación de lo individual tiene un horizonte de objetivos a cumplir. La organización de los trabajadores es el obstáculo que necesitan correr para profundizar el ajuste. Nos quieren solos, porque solos es más fácil quitarnos lo que nos pertenece.