Son cuatro días, nomás. Cuatro días que concentran la atención del mundo de la historieta en un pueblo minúsculo de Francia: Angouleme. El Festival Internacional de la Bande Dessinée (FIDB) de esa pequeña ciudad se convirtió hace algún tiempo en el más importante de Europa. Prácticamente todos los editores importantes del continente, los autores aspirantes, los consagrados y los que tienen algo por ganar están ahí. Tanta atención concentra el encuentro que durante esos días se agotan todas las reservas y los precios se disparan. Si durante el año tomarse el tren desde París sale unos 15 euros, comprar un pasaje hoy para llegar con la lengua afuera a la apertura de puertas del Festival puede costar hasta 133. Es que no sólo el evento ofrece oportunidades a quienes viven (o esperan hacerlo) de la historieta, también hay una enorme feria para los lectores, filas eternas para firmas de libros y eventos especiales que no siempre están presentes en los festivales francófonos. Además, el encuentro concita la atención de los grandes medios franceses, incluso los audiovisuales. Y ganar un Fauve, el premio oficial del festival, aún uno menor, es garantía de ventas.

La edición que comienza hoy y culminará el domingo llega sin mayores polémicas. Si años anteriores hubo protestas masivas por la falta de mujeres nominadas en los Fauves, reclamos de dibujantes por los cambios en la legislación laboral, luto por el atentado contra Charlie Hebdo o dudas en torno a la continuidad financiera del encuentro, este año sus responsables respiran mucho más tranquilos. Ni siquiera la polémica habitual en torno a los tres candidatos al Grand Prix del FIBD alcanza la virulencia de años anteriores (cuando, por ejemplo, lo rechazó Alan Moore o se eligió al reclusivo Bill Watterson). Esta vez, el reconocimiento se dirimió a favor del norteamericano Richard Corben, quien se impuso al francés Emmanuel Guibert y su compatriota Chris Ware, todos autores indiscutibles del panorama mundial.

Corben, de 77 años, fue un bastión de la historieta de contracultura en la década del ‘60 y es reconocido por sus trabajos de ilustración de horror, fantasía y ciencia ficción, incluyendo publicaciones en las legendarias Creepy e Eerie. En muchos de esos trabajos anticipó las corrientes estéticas por venir. Ahora Corben se asegura un homenaje en la edición 2019 del principal festival francés, uno de los más grandes reconocimientos a los que puede aspirar un historietista.

La principal atracción de esta nueva edición es el espacio que el FIBD dedicará al manga. Es que en 2018 se cumplen 160 años del comienzo de las relaciones diplomáticas entre Japón y Francia, y además el 150 aniversario del comienzo de la era Meiji y la modernización nipona. En el mundo editorial francés, el manga ganó enorme peso desde la década del ‘90 y no son pocos los historietistas galos que asumieron la estética japonesa y sus modos narrativos como propios. Como en la Argentina y otras partes del mundo, en Francia el manga también se instaló cómodamente en las preferencias del público más joven. Tanto, que allá se traducen unos 1500 tomos al año y esas publicaciones representan alrededor del 40 por ciento del mercado francobelga. De modo que es comprensible que Angouleme dedique tres grandes exposiciones dedicadas al tema. Una será la retrospectiva de Osamu Tezuka (1928-1989), más conocido como “manga no kamizama” (literalmente, “el Dios del Manga”) y creador de Astroboy y, a todos los efectos, del manga moderno. La segunda será para otro autor fundamental del manga contemporáneo, Naoki Urasawa, autor de series como 20th Century Boys o Monster (publicada en la Argentina por LARP Ediciones). Finalmente, habrá una tercera exhibición centrada en Hiro Mashima, creador del best seller Fairy Tail. Tanto Urasawa como Mashima ofician de invitados especiales del Festival, donde dictarán clases magistrales, darán charlas y ofrecerán firmas a sus fanáticos. En esta 45º edición del encuentro, además, se entregará el premio Konishi para la traducción de manga japonés al francés, otorgado por la embajada nipona y la Fundación Konishi.

El resto de las exposiciones –siempre uno de los principales atractivos en la oferta de Angouleme– gira en torno a los premiados del año pasado: el Gran Premio le deparó a Cosey una exposición individual, lo mismo que al guionista Emmanuel Guibert. También habrá que prestar atención a Oriane Lassus, que ganó el premio revelación en 2011 y ahora se le consagra una muestra personal por el lanzamiento de su nuevo libro (no será la única mujer, también Marion Montaigne tendrá su propia exhibición). Para los niños, destaca el homenaje a Titeuf por sus 25 años de existencia (en la Argentina lo publicó V&R Editoras, con menos éxito del merecido). Y en tren histórico, habrá una muestra en homenaje al medio siglo desde el mítico “Mayo Francés” de 1968.

Todas las novedades y los anuncios del festival se pueden seguir minuto a minuto en las cuentas de Twitter e Instagram del festival (ambas @bdangouleme). Una forma vicaria de empaparse a la distancia de la mejor historieta.