Nacido hace sesenta y siete años en Chateauroux, Gérard Depardieu es el actor francés contemporáneo más valorado por Hollywood. Sin embargo, este hombre con porte de armario y vozarrón intimidante ha exhibido su talento en más de 180 películas americanas y europeas. El tercero de seis hijos de un obrero metalúrgico, Depardieu tuvo una infancia difícil al abandonar la escuela a los doce años, y una adolescencia aún más problemática rozando con la delincuencia. El gusto por la actuación llegó casi por azar: se encontró con un amigo que estudiaba en el Theatre Nationale Populaire (TNP) parisino y le ofrecieron cursar sin matricularse. Desde entonces no paró de trabajar en el teatro y menos en el cine, donde conoció la popularidad con Les Valseuses, de Bertrand Blier. Interpretó personajes a las órdenes de figuras emblemáticas de la nouvelle vague como François Truffaut y Jean-Luc Godard, pero también en Hollywood junto a nombres importantes como Ridley Scott, Kenneth Branagh y Ang Lee, entre muchos otros. Lo que se dice un actor de raza. Depardieu ya había venido a la Argentina en 1999 a presentar Astérix y Obélix contra el César en el Festival de Mar del Plata. Ahora está en Buenos Aires por motivos diferentes: tras su primera presentación de anoche, hoy a las 18 volverá a pisar el escenario del Teatro Colón para brindar una interpretación dramática de algunas escenas de películas y clásicos de la dramaturgia. Por otro lado, mañana a las 11 brindará una master class, titulada Descubriendo a Gérard Depardieu: El rol del actor, en La Usina del Arte (Caffarena 1).

Al igual que ayer, el actor galo interpretará esta tarde escenas de Cyrano de Bergerac, Ruy Blas, y El Carnaval de los Animales, junto a dos músicos franceses: David Fray y Emmanuel Christien. Además, el espectáculo contará con una orquesta en vivo. Finalmente, interpretará el poema “Insomnio”, de Jorge Luis Borges, acompañado por música de Astor Piazzolla. Vale recordar que Cyrano de Bergerac es una de las películas más destacadas del artista francés, y que le valió una nominación al Oscar. Dirigido por Jean–Paul Rapppeneau y estrenado en 1990, el film está basado en la obra clásica de Edmon Rostand y su tema está inspirado en la Commedia dell’arte, donde tres hombres buscan los favores de una joven hermosa y uno de ellos, Cyrano (Depardieu) tiene el talento literario, mientras que los otros dos poseen el poder y la belleza. Las dos escenas que podrán verse esta tarde en el Colón son la del “Monólogo de la nariz” y “La muerte”. Ruy Blas es un drama trágico de Víctor Hugo que logra captar el mundo de la corte de España en el siglo XVII. Depardieu encabezó el elenco del telefilm homónimo componiendo a Don Salluste de Bazan, exiliado por la Reina después de un escándalo sexual. Tras ese episodio, y en venganza, utiliza a su sirviente Ruy Blas para manipular la situación, pero Ruy Blas se enamora de la Reina, la conquista y adquiere una posición de prestigio al ser nombrado Primer Ministro. El texto original de Carnaval de los Animales, de Camile Saint-Saëns, resulta casi un descubrimiento para el mundo teatral, ya que muchos conocen la música homónima y muy pocos el escrito original francés.

El intérprete de películas memorables como Novecento, de Bernardo Bertolucci, o La mujer de la próxima puerta, de François Truffaut, arribó a uno de los salones de un hotel céntrico que mira al Obelisco con más de una hora y media de demora, para brindar una conferencia de prensa. Al grito de: “¡Buenos días, buenas tardes!”, en español, cautivó a los fotógrafos y desde ese momento quedó claro que no se iba a despegar de su rol de actor, incluso para responder en algunas ocasiones. Para describir el espectáculo Depardieu aclaró: “No haré como Al Pacino quien hace un mes dio una master class en ese gran teatro; en cambio, realizaré una interpretación, una construcción o relectura propia sobre los textos elegidos”.

Sin mostrar rasgos de cansancio, a pesar de que un par de horas antes se había bajado del avión, se mostró desafiante en varias ocasiones, como cuando criticó con dureza al Festival de Cannes, y tampoco titubeó en pedirle a una cronista de un medio argentino que no preguntara en francés. Hasta se dio tiempo de hacer un acto de justicia cuando invitó a retirarse a un camarógrafo de un canal francés que se quejaba porque la traductora hacía su trabajo frente a más de cuarenta periodistas que sólo entendían el español. La política suele ser otro tema controversial en Depardieu, sobre todo después que decidió obtener la ciudadanía rusa en 2013 y abandonar su país de residencia, cuando el presidente François Hollande presentó un proyecto de ley sobre el impuesto de lujo. Pero sólo dijo: “No me interesa, me defino como un hombre libre; siguiendo esa dirección de pensamiento, tampoco voy a Estados Unidos porque no me interesa, rechacé la Green Card”.

“Lo importante para un actor es tener cultura y eso se adquiere leyendo, no se logra al estar con el celular en la mano, o navegar por Internet, un recurso para idiotas”, afirmó. Uno de los pasajes más ácidos fue cuando habló de los críticos: “No tengo problema con la figura ni con el trabajo desarrollado por los críticos profesionales, son como actores que no terminan de serlo”, expresó apuntando a quienes cuestionaron ciertos inconvenientes que perturbaron su reciente presentación en Perú.

“Ya no me preocupan los personajes, me importa poder hacer lo realizado aquí durante la filmación, porque accedí a conocer a actores que sabían lo que hacían, lástima que el público no los llegue a conocer”, criticó Depardieu. La filmación a la que se refería es la que lo tuvo hace unos meses en Buenos Aires para Sólo se vive una vez, ópera prima de acción del hispano-argentino Federico Cueva, con Peter Lanzani, la China Suárez y el español Santiago Segura. “La TV podría generar algo inteligente para difundirlos, pero la tele no arriesga”, se quejó. “La televisión del mundo está llena de personas gritando, de reality shows y de la presencia de futbolistas corruptos millonarios en pantalla, quienes son seguidos por imbéciles que los alientan a seguir ganando dinero”.

El actor de 67 años concluyó al subrayar que había logrado “aprender la palabra leyendo, especialmente libros de religión e historia, disciplina que hoy me interesa más que el cine. Me volví actor así, solo, por la lectura”. Y cerró la conferencia con lo mejor que sabe hacer: un recitado de un texto de Victor Hugo.