La música para chicos sigue dando muestras de una vitalidad que, literalmente, contagia. Y es que cada vez son más y mejores los grupos que surgen en todo el país, con ideas propias, riqueza musical y poética, y una mirada hacia la infancia que no es la que suelen vender en la tele, tan igual en tantos canales. Es el caso de Batuké, surgido en 2016 y con un recorrido que ya le permite presentar su disco debut con un gran concierto en el ciclo La mar en coche, de La Usina del Arte. Será mañana a las 17 en el espacio de Caffarena 1, con entradas gratuitas que se retiran directamente, desde una hora antes del concierto.      

El disco con el que se arrancan y que mañana mostrarán sumando invitados y una puesta que suma audiovisuales se llama La orquesta de Dora, y tiene dirección musical y varias composiciones del reconocido contrabajista Pablo Tozzi. También invitados como Kevin Johansen, Daniel Maza, Chiqui Ledesma y Bruno Airas, entre otros, y relatos de Ale Simonazzi. Hay diferentes ritmos, de la “Chacarera del pintor” al “Son del pis”; del “Candombe de la lluvia” al “Blues de los por qué” (“¿Por qué tengo que bañarme, si me volveré a ensuciar?”). Nenes y nenas de jardín pueden ser los receptores privilegiados de estas canciones, pero está claro que están pensadas con el respeto que merece un oyente de cualquier edad.

La maestra jardinera Cinthia Guichet está al frente del proyecto y junto a ella se encuentran Sayi Ibarra en guitarra, Mariano Promet en bajo, Matías Corrado en batería y Gustavo Corrado en piano, todos músicos con experiencia “para grandes” en géneros como tango o el jazz. “Trabajo con niños desde hace 18 años y amo la música, así que siempre anduve mechando la educación y la música de manera natural”, cuenta la cantante e impulsora del grupo a PáginaI12. “En un acto de locura nos fuimos encontrando todos los participantes y fuimos haciendo Batuké. Como el resto de los músicos, a excepción de la guitarrista, nunca había hecho música para niños, lo primero que les dije fue que íbamos a hacer lo mismo que hacíamos siempre: música. Para chicos, para grandes... Se trata de hacer música que nos guste, que nos divierta y que nos emocione”, define.   

–¿Y qué pasó con estos músicos “de grandes” frente a los chicos? 

–¡Se re coparon! La guitarrista sí es profe de música, pero los otros tres nunca habían trabajado con niños, son músicos profesionales de jazz o tango. No sabían lo que era tocar a la tarde, por ejemplo (risas). Fue maravilloso porque al descubrir esa cosa que genera tocar con las familias y los niños, ese contacto tan inmediato, ese ida y vuelta hermoso que se da con este público, se fueron llenos desde el primer show. En este tiempo la banda se consolidó y hoy somos un grupo de personas que vamos juntas detrás de un mismo objetivo: trabajar por infancias felices y hacer que la música llegue a todos lados. En lo que esté a nuestro alcance, a la mayor cantidad de gente posible.

–¿Cómo piensan esto último?

–Así como hemos tenido la suerte de poder tocar en lugares grandes e importantes como La Usina (donde estuvimos también el año pasado), nos interesa llegar a lugares donde quizá la cultura no llega tanto. Hemos tocado en muchos hogares, en eventos organizados por madres de niños con trastornos de aprendizaje, nos encanta participar en bibliotecas populares... Tratamos de subirnos a todos los espacios donde haya niños y familias que no tienen tanto acceso a un espectáculo: ahí es donde lo que hacemos termina de tomar sentido. También queremos sumarnos a toda movida que nos ponga en contacto con nuestros colegas, como el año pasado el Encuentro Latinoamericano de Música Infantil que organizó el Momusi en el Centro Cultural Kirchner. Fue grandioso.

–¿Cómo sumaron los invitados, que también son “de grandes”?

–Cuando terminamos de componer todos los temas, nos imaginamos a quién podíamos invitar para cada uno. Gente que nosotros admiramos, que conocemos y queremos. Siempre terminamos sorprendidos porque el resultado fue mejor que el que habíamos imaginado. Cuando vino a grabar Kevin Johansen “La bruja Greta”, por ejemplo, nos sorprendió. Todos se fueron copando y quedó algo mejor, siempre. Además, fue muy divertido hacerlo. La frase de Kevin cuando llegó fue: “¡¿Quién es el responsable de esta locura?!” (risas). 

–Llama la atención que habiendo tantos grupos de música para chicos, en muchos jardines y escuelas sigan poniendo “Despacito” para musicalizar el acto...

–Es cierto, desde las artes a veces se presta más atención a la literatura o el arte plástico que a la música en los espacios de enseñanza. Está bueno que ahora que hay una movida cultural y musical para niños muy grande, cada vez mayor, empecemos a pensar cómo hacer ara llegar a los jardines y las escuelas. Como siempre, lo que llega primero es lo que está en más a mano, lo comercial, cuesta que llegue lo autogestionado. Entonces tal vez tengamos que ser nosotros los que, juntos, empecemos a pensar cómo llegar. Está buenísimo porque hay un movimiento que nos nuclea, que es el Momusi, somos muchísimos y todos apuntamos a lo mismo, a hacer música con contenido. Si entre todos, unidos, ya están surgiendo tantas cosas, esto va a seguir creciendo. Cuando explote, va a ser maravilloso.