Comenzó todo con el slogan clásico de un manipulador: “Hay que pasarla mal para estar mejor”.
En la disyuntiva de vivir en el “ahora” o conectar con la generación del “todo ya”, pude caminar sobre distintos circuitos integrados.
Una noche vacía de los ´90 se hizo larga, y me quedé sin tren de vuelta en la estación Rubén Darío. Era una fría madrugada de esa época, mientras se llenaba de resaca punk una parada de taxi.
¿Cuánto vale tu emoción?
La inmigración y sus descendientes desembarcaron en la Argentina para llenar de fantasía una tierra nueva.
Siempre tuve más finales que principios. Será que en “el principio”, lo mágico proyecta algo que no se puede sostener.
La posibilidad de una muerte repentina, es algo que cada tanto la imaginación propone. Es como un sentir embalsamado que nos acompaña toda la vida, porque esa idea siempre aparece.
En los años 90, las riñas callejeras en la esquina de las avenidas Álvarez Thomas y Elcano despistaban al pueblo.
El movimiento creativo del revoleo se creó con el lema “cuando nada es mío, todo es mío”. Así, el universo de la abundancia se expande y las cosas trascendentes vienen a uno.
Todo se inició en Troya, donde mandar fruta en la receta del caballo, logró conquistar la mejor fórmula para entrarle.