--Hola Osvaldo, le digo al mozo apenas me acomodo en la silla. Traigamé un cortadito como siempre y por favor no me hable de política porque no quiero enfermarme desde la mañana temprano.
--Venga jefe, venga, buen día, sientesé acá, en su mesa favorita que Osvaldo se la reservó porque adivinó que vendría a charlar un rato con su mozo favorito.
Están exhibidas en el mostrador y son tentadoras. Lucen bañadas en crema pastelera y la masa se adivina esponjosa y bien amarilla. Osvaldo me mira desde atrás de la caja registradora y me dice:
--No sé si reírme o llorar Don Hugo --me dice Osvaldo apenas me siento en mi mesa preferida de su bar.