PLáSTICA › GRABADOS DE GOYA EN EL TEATRO AUDITORIUM

“Desastres” en Mar del Plata

La colección de estampas de Goya “Los desastres de la guerra” –una de las más feroces críticas contra la guerra de la historia del arte– se exhibe frente a la playa, generando un productivo contraste.

 Por Fabián Lebenglik

Es muy contrastante el dramatismo de los grabados de Goya en el contexto liviano del veraneo marplatense. Especialmente porque se trata de la serie de obras que, junto con la llamada pintura “negra”, evoca uno de los momentos más trágicos de la producción goyesca.
El contraste resulta productivo porque, más allá de la concurrencia masiva a la exhibición, se genera una mezcla de públicos de todo el país que en muchos casos se enfrenta por primera vez con una muestra de tal envergadura y profundidad. La exposición itinerante, que se presenta en el foyer del Teatro Auditorium, forma parte de una iniciativa de la Secretaría de Cultura de la Nación, en el marco del programa de actividades Arte para todo el país, que busca hacer llegar el patrimonio artístico nacional –en este caso del Museo Nacional de Bellas Artes– a toda la Argentina. Después de bajar la muestra en Mar del Plata, se montará en distintas provincias.
La colección exhibida, Los desastres de la guerra –sobre la Guerra de Independencia española de 1808 para librarse del dominio napoleónico–, tiene un muy buen montaje de Tam Muro, claro y didáctico, y se compone de 80 grabados realizados por Goya a partir de 1810. Las primeras 64 obras fueron hechas por el artista en planchas de cobre entre 1810 y 1814. Las restantes 16, que se conocen con el título de Caprichos enfáticos, son posteriores. La estampación no las hizo Goya sino que se hizo en 1863: 35 años después de su muerte.
Como escribe Américo Castilla –director nacional de Patrimonio y Museos–: “En estas estampas no hay referencias al acontecimiento épico o a las audacias de la guerra, esas representaciones exteriores que, en toda historia del arte, acostumbran a enaltecer la figura del vencedor. Más que lo representado, aquí importa el sujeto que observa. El propio Goya. Abismado ante la bestialidad y la miseria de la acción humana”.
Los grabados son de pequeñas dimensiones y varios de los visitantes llegan a la sala de exposiciones con lupa, para ver mejor lo que Goya produjo con el detalle de un miniaturista.
Goya resulta un buen “caso” artístico para inaugurar un programa de promoción cultural en el campo de las artes visuales, porque constituye varios pintores geniales en uno: puede servir como un asombroso antecedente del expresionismo, del surrealismo, del realismo socialista y hasta del action painting.
Pero además Goya es uno de los más grandes grabadores de todos los tiempos. Su pasión por el grabado no sólo era de índole técnica –dominaba el aguafuerte y el aguatinta (ambas representadas en la exposición) combinadas para producir efectos notables, y de viejo se dedicó también a la litografía– sino que también era de naturaleza política. En este sentido, vale agregar que Goya era francófilo y racionalista, y que pensaba en una política de la difusión del arte. Una de las primeras empresas que se propuso fue difundir por España y el resto de Europa las obras maestras de la pintura española a través de los procedimientos del grabado. Empezó por llevar a la estampa varias obras de su admirado Velázquez, adaptando la imagen a los requerimientos formales y técnicos del grabado. Con esto se demuestra que Goya tenía clara la relación entre forma y función.
La difusión gracias a la reproducción múltiple también lo hizo publicar su propia obra grabada en los medios de la época. Sus Caprichos fueron publicados en la prensa madrileña.
Su admiración por la Era de la Razón (de la que poco a poco comenzó a sospechar, a medida que pasaban los años, las invasiones y las guerras, entre otras crueles miserias que tuvieron lugar en pleno Iluminismo) se aprecia en el sentido pedagógico y didáctico de muchos de sus grabados, que intentaron –por medio de la difusión– cumplir funciones correctivas de ciertos vicios tanto públicos y privados.
Junto con los Desastres, las series de grabados goyescos más conocidos incluye los Caprichos, donde la intención fuertemente crítica le valió una acusación ante la Inquisición.
También cabe citar la serie de los Disparates, que resulta más hermética y también más moderna, cercana a la serie negra.
Los Desastres de la guerra surgió evidentemente como elaboración dramática de la invasión francesa de 1808 y la posterior Guerra de la Independencia. Goya estaba dividido entre dos lealtades: el amor a España y su inclinación a la Ilustración y a la cultura francesa. Pero no se atuvo a ninguna de esas lealtades porque denuncia los horrores de toda guerra, más allá de españoles y franceses, a los que culpa por igual. El hecho de que los Desastres se hayan llevado a la estampa tantos años después de su muerte habla también de un episodio de censura.
(En el Teatro Auditorium de Mar del Plata, Boulevard Marítimo 2280, hasta el 8 de febrero. Entrada gratuita.)

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Murió la verdad. Los religiosos asisten al entierro y sólo la Justicia llora (con su balanza).
 
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