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Al Frenapo con cariño

Por Enrique M. Martínez

El Gobierno está implementando un llamado “salario básico de inclusión” con el que dice lograr dos cosas:
1. Que cada jefe de familia tenga un ingreso mínimo de 150 pesos al mes.
2. Que ese subsidio sea distribuido con equidad y transparencia, a través de crear consejos consultivos de amplia participación a escala municipal.
Con esta idea se dice que se satisface conceptualmente un reclamo del Frenapo, que pedía 380 pesos por mes para todo jefe de hogar desocupado y 60 pesos por hijo. Se señala que el pedido era sensible, pero que se otorga aquello que los fondos disponibles permiten.
En realidad, lo que se ha hecho es bastardear el tema, ya que el sistema a implementar más que incluir, consolida la exclusión. Frente a la objetiva expulsión de millones de compatriotas de la economía real, no se hace esfuerzo serio alguno por reinsertarlos. Simplemente se los atiende con un monto de dinero, además irrelevante respecto del costo de cualquier canasta básica.
Sin embargo, la decisión del Gobierno pone contra las cuerdas a una movilización popular tan valiosa y masiva como la que el Frenapo generó. En efecto, sus representantes serán llevados a planteos pseudosindicales, reclamando aumento del subsidio, pero sin poder cuestionar la esencia, porque es inevitable reconocer que la arquitectura de lo aplicado es similar a lo demandado.
Esto sucede, como ya hemos señalado varias veces, porque ni el Gobierno ni el Frenapo avanzaron sobre las causas de la exclusión. El Gobierno maquilla las consecuencias con 150 pesos por mes. El Frenapo pretende recursos mucho más importantes, que atenúen la angustia de millones de compatriotas. Pero ni uno ni otro apuntan a detener la única fábrica que funciona a pleno en el país: la de producción de pobres y desocupados. Ya sabemos que el trabajo sustentable no es tema de los gobiernos desde hace mucho. Pero enfrente, un esfuerzo tan encomiable como el del Frenapo debe bucear en las soluciones estructurales de la pobreza. Debe discutir cómo los hoy excluidos pueden producir y distribuir bienes para eliminar las necesidades básicas insatisfechas. Debe difundir masivamente que es viable un plan de 200.000 viviendas anuales con una ocupación de 900.000 personas. Debe proponer una verdadera política industrial, desde la agroindustria hasta el armado de celulares, computadores o relojes. Si el Frenapo se ocupa de eso, sus propuestas no podrán ser bastardeadas. Porque estará entendiendo como transformar la Argentina en una sociedad más justa y a la vez estará movilizando a los millones de argentinos que aún tenemos ganas, detrás de tareas concretas y directas en cada lugar del país. Con gobierno a favor o sin él.

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