Crisis

Aún tenemos presente la crisis de 2001, donde millones quedaron sin su empleo, hubo 24,6% de desempleo y algo menos de subempleo. Los sueldos pasaron a pesos y los exportadores mantuvieron sus bienes en dólares, llevando a una mayor concentración de la riqueza. Esa diferencia permitió la reactivación en nuestro país, en un momento de crecimiento que se dio en todo el mundo.

Dicen que el desempleo había bajado a un dígito y el subempleo demandante también. El salario se recuperó, pero la brecha entre los deciles extremos se multiplicó. El Estado poco hizo para mejorar las oportunidades reales para todos.

Las empresas comenzaron a pensar en sus empleados y su productividad creciente, donde la responsabilidad social empresaria pasó a ser un sello de calidad, aunque en general a la hora de incorporarlos no tenían en cuenta el impacto que produciría ese empleo para su grupo familiar. Hoy nuevamente se presenta una crisis. Esta no la generamos nosotros: surgió en el centro del capitalismo, del libre mercado, y se traslada como olas en tormenta a todos los continentes. Las olas de la crisis están llegando a nuestras costas y las primeras medidas que surgen en las empresas son disminuir los planteles de trabajadores: ni pensar en afectar beneficios obtenidos.

Nuevamente, se pronostica que miles de trabajadores quedarán fuera del mercado formal. ¿Cuántos adultos mayores a cargo de una familia integrarán la lista de desempleados? Los legisladores no están preocupados en ver cómo pueden disminuir una nueva desintegración familiar o morigerar el paso de los mayores de 45 años a marginados sociales, destruir la cultura del trabajo y exponerlos como excluidos ante sus hijos. Ni otorgarles una jubilación digna luego de haber trabajado por lo menos 20 años.

¿Volverán a ser los mismos sectores los perjudicados? ¿Seguirán planteándose medidas para combatir la inseguridad y no sus causas? Riqueza y sociedad nunca podrán transitar unidas en nuestro país.

Daniel Ceresa
Coordinador Grupo de
Reinserción Laboral +45