CARTAS DE LECTORES

Los subversivos de la risa

Somos ocho amigos de aproximadamente 30 años que disfrutamos del arte de acampar. Decidimos pasar un fin de semana de febrero en Gualeguaychú. Nos llamó la atención encontrar a la entrada del camping Solar del Este presencia policial, no seguridad privada, ¡era policía entrerriana!, requisando y haciendo actividades típicas de patovicas de boliche. Luego de pasar por infinitos controles pudimos instalarnos en el colmado predio. Las 24 horas siguientes pudimos observar con indignación cómo se desenvolvía la policía, uniformada, en el control autoritario y desmedido del lugar, cómo golpeaban a la gente ebria luego de detenerla, en el mismísimo predio en el que venden bebidas alcohólicas las 24 horas y donde la diversión es promovida permanentemente; lejos de ser un camping familiar, es más bien juvenil, lo llamativo es que todos se someten “naturalmente” a este control y represión policial, sin siquiera percibir la permanente represión. La segunda noche, 15 minutos pasadas las 12, mientras escuchábamos música, vinieron dos efectivos a pedirnos que la apaguemos, que el horario de descanso era de 12 a 10 y que en esas horas tampoco se podía hablar fuerte ni hacer “risotadas o carcajadas”; apagamos la música y nos quedamos cenando y conversando; y claro, nos provoca mucha risa y risotada que la policía nos prohíba reírnos; es verdad, nos reímos, con ganas y con ironía. A los 5 minutos teníamos montado un operativo de 10 efectivos, armados con cachiporras y palos, ¡de aluminio y ramas! Nuestros delitos: carcajadas fuera del horario permitido. No agachar la cabeza cuando los policías nos amenazaban; sí, les hicimos frente, y si a eso se llama querer hablarles y explicar que no podían tratarnos como a delincuentes, pero claro, no entienden razones, y “se reservan el derecho de admisión”. El jefe del “operativo” dijo que apelando a la “coherencia” nos pedían “que nos retiremos dentro de los próximos minutos”, y así fue, rodeados de patovicas irracionales, los “subversivos de la risa” tuvimos que abandonar el predio. Claro que nadie nos devolvió el dinero pago, no nos quisieron dar nombres ni recibos, casi tenemos que agradecer que no nos hayan dado una golpiza, como las otras de las que fuimos testigos ahí dentro... Nadie cuenta, parece... A nadie llama la atención.

María Gloria Gravina

DNI 26.769.804

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