CIENCIA › DIáLOGO CON HORACIO DE ROSA, DE LA FACULTAD DE INGENIERíA (UBA), ESPECIALISTA EN ARQUEOMETALURGIA

Lograr que los metales cuenten su historia

Pobre jinete hipotético. A veces da lástima. Debe saltar de los bosones a los metales arcaicos, sin tomar un respiro. Debe investigar los recovecos de la ciencia tratando de abarcar toda la comunidad científica argentina. Pero bueno, es la vida que eligió.

 Por Leonardo Moledo

–Usted estudia la arqueometalurgia. ¿Me podría contar qué es?

–Es el estudio de metales de interés arqueológico a través de técnicas propias de la metalurgia y de la ciencia de materiales. Nosotros lo que hacemos es estudiar y buscar huellas que tengan que ver con la actividad humana sobre esos materiales.

–¿Cuáles son los metales de interés arqueológico?

–En general son los que se encuentran en sitios de interés arqueológico, lugares donde se desarrolló algún tipo de actividad humana y quedaron desechos, descartes. Según cómo están esos materiales uno puede saber qué es lo que hicieron esos hombres, para qué utilizaron los metales...

–¿Trabajan en Argentina?

–Así es.

–¿Y qué metales encuentran aquí?

–Nosotros estamos centrados fundamentalmente en tres áreas: arqueología subacuática o marina (donde trabajamos con restos de naufragios), arqueología de frontera (en la zona de los fortines o de los asentamientos rurales de mediados o fines del siglo XIX y principios del XX) y arqueología urbana (es decir, las cosas metálicas que se encuentran en sitios de la ciudad y que tienen más que ver con la actividad cotidiana de la gente).

–Cubiertos, por ejemplo.

–Claro, u horquillas... Estudiando estos materiales muchas veces se encuentran rastros de uso y se puede determinar la manera en que eran utilizados, se puede determinar en la estructura del metal los rastros de reciclamiento, que revelan de qué manera se refuncionalizaba algo que originalmente tenía una función diferente.

–Bueno, vamos a ver. Ustedes encuentran un pedazo de metal. ¿Qué hacen con eso? ¿Cómo es el proceso?

–Nosotros trabajamos en un grupo interdisciplinario, donde se integran investigadores y estudiantes de ingeniería y estudiantes de arqueología. Los arqueólogos son los que buscan y nos traen los objetos (se encargan de las excavaciones, de la clasificación). Los traen al laboratorio y decidimos, en una charla, qué estudios vamos a hacer, de acuerdo con los intereses que haya. Le cuento lo que se hace, por ejemplo, en el caso de la arqueología marina.

–A ver...

–Nosotros tenemos un convenio con el Instituto Nacional de Antropología, con el proyecto Proas, que es el proyecto de arqueología subacuática. Ellos están trabajando con dos o tres naufragios en el litoral argentino: hacen campañas periódicas, recogen objetos, los traen; vemos esos objetos, tratamos de determinar su función a través de la forma y de la estructura interna del material...

–¿Y cómo hacen para saber para qué servía a partir de la estructura interna?

–Hay un caso típico que se dio en un fortín de la provincia de La Pampa. Se encontraron fragmentos que se suponía que eran de ollas o de calderos que usaba el ejército para alimentarse. Algunos eran fragmentos grandes y tenían forma de olla; otros eran pequeños fragmentos que no se sabía cómo clasificarlos.

–¿Y entonces?

–Y entonces. Esos calderos son normalmente de fundición, y la fundición tiene una estructura interna distinta de la que tiene un cuchillo o un utensilio de labranza. Lo primero que pudimos hacer fue diferenciar aquellos que correspondían a fragmentos de ollas y los que no. Los que eran de fundición podía pertenecer efectivamente a fragmentos de olla, pero los otros no. No siempre se puede establecer con precisión para qué servía el fragmento encontrado, pero en general se pueden descartar ciertos usos. Hay casos que son típicos: una cuchilla templada tiene una estructura interna muy particular, por lo cual podemos rescatar rápidamente que es un clavo.

–¿Qué quiere decir que es templada?

–Cuando el acero tiene una determinada composición, se puede obtener una alta dureza mediante un templado (es decir, un calentamiento y un enfriamiento brusco). A ese tratamiento responden sólo unos pocos materiales: no todos los aceros son templables, o son templables pero no se obtiene mediante el proceso la dureza suficiente como para ser cortante. Acá tenemos por ejemplo un sable de caballería que determinamos que está hecho con un acero que mediante el temple toma una gran dureza.

–¿Y cuáles son los metales que aparecen en el territorio argentino?

–Fundamentalmente materiales ferrosos, que son muy abundantes pero se corrompen fácilmente. Hierro, aceros de alto carbono... Después tenemos también aleaciones de cobre con estaño o con zinc. Por ejemplo en las cápsulas de las vainas de proyectiles (que se encuentran en gran cantidad en las zonas de los fortines) se encuentra plomo. En arqueología marina se encuentran muchos elementos de aleaciones de cobre (que se usaba mucho por su mayor resistencia a la corrosión). Aparecen muchos clavos, fragmentos de alambre. A veces son artefactos que parecen insignificantes (porque uno pretendería encontrar artefactos de gran valor) pero que dan muchísima información.

–¿Por ejemplo?

–Hemos encontrado latas de conserva, que por su estado de oxidación tratamos de determinar si son arqueológicamente relevantes o si simplemente alguien pasó por allí y la tiró. Es necesario distinguir entre los objetos propios del entorno arqueológico y los que son intrusivos. Para ello, el estudio metalúrgico es un auxiliar importante. Por ejemplo: hemos encontrado en un contexto marino una moneda falsa, que databa de 1770 o antes, en un naufragio de un barco inglés. Esto tiene que ver con la manera en que la metrópolis abastecía o dejaba de abastecer cobre a sus colonias, por lo cual en las colonias americanas se recurría a la falsificación, trabajando con metales alternativos (como el cobre aleado)... Eso tiene grandes implicancias para los arqueólogos, y para los historiadores, por ejemplo.

–En la zona de fortines, ¿se encuentran metales de origen indígena?

–Hasta ahora no hemos encontrado. Hay no obstante algunos casos que están en estudio, como por ejemplo la presencia en un cementerio indígena en la ciudad de Varadero de discos de latón (cobre-zinc) en los ajuares mortuorios. Esto es muy anterior a lo de los fortines, es el siglo XVII. Esa aleación se atribuye a los europeos.

–¿Y de dónde sacaron el latón?

–Esa población indígena tenía contacto con los españoles, creo que estaban regenteados por los franciscanos. A mí me resulta, de todos modos, un poco raro, porque los españoles no eran demasiado proclives a entregarle metales a los indios. Estamos ahora buscando si esos metales eran efectivamente españoles...

–¿Y eso lo pueden hacer analizando el metal?

–Lo hacemos por comparación. Hay, por ejemplo, registros de metalurgia precolombina, que tiene una característica particular, con una determinada estructura. Cuando yo hablo de estructura me refiero a lo que observamos a través del microscopio. A partir de eso tenemos una idea de cómo fueron fabricados los metales y las técnicas europeas son diferentes de la metalurgia precolombina. A partir de eso podemos inferir si el metal era nativo o si era traído de Europa.

–¿Y dónde había metalurgia precolombina en el sur?

–Nosotros no hemos trabajado con eso, pero hay un especialista que está trabajando con metalurgia del noroeste argentino. De acuerdo con sus estudios esa zona se caracteriza por un desarrollo autóctono: no es metalurgia importada (no es ni inca ni española). Los incas aprovecharon la experiencia de los nativos de la zona para desarrollar sus propios productos, pero ya había desarrollos metalúrgicos cuando los incas vinieron a este territorio.

–¿Y en el sur?

–No se ha encontrado nada. Pero cuando los indios entran en contacto con los españoles, empiezan a utilizar sus materiales. Se han encontrado, por ejemplo, puntas de flecha hechas con vidrio de botella.

–¿Qué es lo que mira con tanta atención?

–Que su cabalgadura tiene algunos elementos metálicos que me gustaría analizar...

–No se preocupe, son metales puramente hipotéticos.

www.leonardomoledo.blogspot.com

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Imagen: Sandra Cartasso
 
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