CIENCIA › CARLOS GIANELLA, SUBSECRETARIO DE CIENCIA Y TECNOLOGíA BONAERENSE

“Buscamos una ciencia para el desarrollo”

El coordinador del equipo de ciencia y técnica de la Fundación DAR propone que el sistema de innovación productiva pase a lograr un volumen que tenga impacto en la balanza comercial. Y que la ciencia que producen los organismos nacionales sea más aprovechada en el país.

 Por Ignacio Jawtuschenko

Carlos Gianella es ingeniero y sabe cómo “incubar” una empresa, hacer que un proyecto deje de ser “de papel” y llegue a ser un producto en el mercado. Piensa en puentes de conocimiento, que articulen a organismos científicos que funcionan por separado. Conoce de parques y polos tecnológicos que multiplican la fuerza de las empresas y que pueden cambiar el perfil productivo de una ciudad. Tiene una larga trayectoria en la gestión pública y es un referente en el campo de la transferencia de tecnología y la economía de la innovación. Desde el año 2007 integra el equipo de Daniel Scioli. Actualmente es subsecretario de Ciencia y Tecnología de la provincia de Buenos Aires. Coordinó el equipo de ciencia y tecnología de la Fundación DAR: tras haber recorrido la vasta constelación de instituciones científicas sostiene que “el sistema está maduro para evolucionar, dar el paso que sigue y contribuir a una mayor innovación productiva”.

En el campo de la educación fue subsecretario de Educación del Gobierno de la provincia, desde donde impulsó la educación técnica. Fue vicerrector de la Universidad Nacional de San Martín, hoy allí es docente y dirige el posgrado de Formación de Gerentes en Tecnología.

–¿Cuál fue el trabajo hecho en el área de ciencia y tecnología de la Fundación DAR?

–La indicación que recibimos fue revisar todo el sistema de ciencia y tecnología en el marco del objetivo principal que plantea nuestro candidato Daniel Scioli, que es pasar del crecimiento al desarrollo. Durante el último año y medio hemos trabajado en un análisis acerca de cómo la ciencia y la tecnología puede contribuir a ese objetivo. Para eso, aunque conocemos el sistema, lo recorrimos, queríamos tener una visión actualizada e interactuar con instituciones como el Inti, Inta, Conae, Conea, el Instituto Nacional del Agua, y el Instituto Antártico. Prestamos atención a empresas como Invap, Bioceres, Ytec, Arsat. Hemos revisado el plan nuclear y el plan espacial. Conversamos con empresas que usan al conocimiento como factor de competitividad. Nos hemos reunido con las autoridades del Conicet y del Ministerio de Ciencia y Tecnología, hemos hablado con las Fundación Sadosky, la Fundación Argentina de Nanotecnología, y cámaras como Adimra y Cessi.

–¿Cuál fue el balance de la recorrida?

–Positivo. Lo presentamos públicamente en un seminario en el Hotel Panamericano a fines de agosto, con la presencia de Scioli y más de mil científicos. Fue un encuentro sin precedentes, nunca se había logrado reunir tanta materia gris en un acto de estas características. Por cierto, para nosotros es fácil pensar la ciencia y tecnología con un candidato que sabe que la producción de conocimiento tiene un valor no sólo en sí misma, sino que es imprescindible para el plan de desarrollo del país.

–¿Cuáles son las fortalezas actuales del sistema científico tecnológico?

–En particular los desarrollos en tecnologías sensibles, que más destacan a la Argentina y mejor la posicionan en el mundo. El plan nuclear, la Argentina es uno de los once países que dominan el ciclo completo de combustible, y el plan de desarrollo espacial, que hace que seamos uno de los ocho países con desarrollo de vectores o portadores de satélites para su puesta en órbita.

–¿Qué es lo que falta desarrollar?

–Un verdadero sistema. Es imprescindible continuar haciendo ciencia de calidad y tecnología de punta. Pero a la vez hay que abrir nuevas áreas de desarrollo tecnológico y que el sistema de innovación productiva pase de la situación actual de casos de empresas innovadoras, a lograr volumen suficiente de empresas de industria y servicios con tecnología incorporada, para que sean una de las fuentes de riqueza del país.

–¿Pasar de casos aislados a lograr que la innovación tenga mayor impacto económico?

–Sí, que tenga impacto en la balanza comercial. Que el sector de industria y servicio se equipare con los niveles de producción del sector agroalimentario. Hoy día existen casos relevantes, por ejemplo la industria del software, que exporta 1300 millones de dólares anuales. Las empresas fabricantes de medicamentos también se destacan, pero no son casos suficientes para mover la aguja de la economía y decir que tenemos una matriz productiva diversificada. Hoy día la estructura económica, social y política del país depende de la producción agropecuaria.

–¿Cómo se cambia esa matriz?

–El eje de la innovación pasa por preguntarle al sector productivo qué necesita, más que ofrecerle soluciones. Hay que preguntarle cuáles son sus problemas, y recién ahí empezar a buscar las respuestas mediante el trabajo de investigación.

–¿Esto implica un cambio de enfoque?

–Sí, buscando en el sector demandante cuáles son sus necesidades a satisfacer y esto determina la agenda del I + D (Investigación y Desarrollo). No es que los conocimientos están en un lugar listos, esperando a que el empresario las utilice. La mayor parte de las soluciones van a requerir investigación. Las agendas de los investigadores deben estar integradas a estos requerimientos. Y lo importante es que haya suficiente cantidad y calidad de demanda para orientar el trabajo de los investigadores.

–Acá aparece la importancia de la vinculación tecnológica, como puente entre la ciencia y la producción.

–Sí, y hay instituciones naturales para realizar esta tarea, las provincias y municipios son los principales interesados en lograr en sus territorios el desarrollo que necesita de conocimiento para lograr mayor competitividad. Por ello se requiere armar la agenda de desarrollo con ellos. Otros socios naturales son las universidades, que tienen gran inserción en sus regiones. La tarea en términos genéricos es la que se denomina vinculación tecnológica, pero hay que ir a buscar la demanda con los actores que nos van a ayudar a resolverla, porque el problema no es solo federalizar o descentralizar, sino encontrar las mejor manera.

–En esto hay mucho para avanzar.

–Sí, pero no lo planteo como un defecto. Si desarrollamos un plan de ciencia y tecnología como sector, vamos a producir un plan para desarrollar la calidad del sector, en cambio, con una agenda en función del desarrollo del país, el resultado es distinto, nos va a cambiar la agenda. No es que va a bajar la calidad de la agenda o la cantidad de trabajo, simplemente van a cambiar las prioridades de la agenda. De eso se trata de encontrar el camino para que la ciencia y la tecnología sean actores para el desarrollo del país.

–Agrupaciones como el grupo Monteagudo formado por docentes, investigadores, vinculadores, y personal de apoyo de todo el país han hecho explícita su adhesión a la candidatura de Scioli porque entienden que va a defender los logros obtenidos y avanzar hacia el desarrollo tecnológico e industrial...

–Así es, es una demostración más del consenso que hay en el sector. Que la ciencia sea imprescindible para el desarrollo corresponde con un modelo de país. El rol que le queremos dar a la ciencia no es algo disruptivo, sino que es una evolución que el sistema de ciencia y tecnología está maduro para plantearse, porque en ciencia es importante hacer los cambios por consenso, y esto es algo que se viene conversando en el sistema. Ahora hay que generar las herramientas adecuadas.

–¿El objetivo de las políticas de innovación productiva es mejorar la competitividad de sectores diversos?

–Se trata de lograr un país estable, pero no como una expresión de deseos, sino como una construcción de políticas para lograr un país desarrollado. Un país desarrollado no es solamente competitivo, porque la competitividad se puede lograr bajando salarios, y eso no es lo que buscamos, ni queremos.

–¿Que sería ser un país desarrollado?

–Desde el punto de vista de la estructura productiva, un país en donde la competitividad de nuestros productos esté basada en la calidad y precio vía incorporación de conocimiento.

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“El sistema está maduro para evolucionar y contribuir a una mayor innovación productiva”, dice Carlos Gianella.
Imagen: Sandra Cartasso
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